Agua

El agua subterránea, un tesoro escondido

Aunque los acuíferos subterráneos representan la mayor fuente de agua dulce del planeta, los residuos industriales, los contaminantes químicos y el plástico aún suponen, entre otros, una grave amenaza para su mantenimiento.

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23
marzo
2022

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El agua subterránea es un recurso indispensable que proporciona casi la mitad del agua potable en todo el mundo, pero también desempeña un papel clave en muchos otros ámbitos: sustenta gran parte de nuestros suministros de agua y sistemas de saneamiento, además de ser esencial para sectores como la agricultura y la industria. Por otra parte, sostiene ecosistemas enteros y evita la intrusión del agua de mar, un hecho importante si se tiene en cuenta que el 97% del agua del mundo es salina y que la mayor parte de agua dulce está almacenada en los glaciares.

Esto hace que el agua subterránea sea la mayor fuente de agua dulce disponible en el mundo, si bien a pesar de sus funciones vitales apenas recibe la atención que merece: está fuera de nuestra vista, pero con demasiada frecuencia está también fuera de nuestras mentes. Y ello aunque la huella de la actividad humana afecte tanto a los contenedores de agua dulce en la superficie –a menudo espectaculares, como ocurre con lagos o ríos– como a los acuíferos situados bajo tierra. Los residuos industriales, los contaminantes químicos como los pesticidas y el plástico suponen, entre otros, una grave amenaza para las aguas subterráneas.

El informe elaborado en 2018 por parte de Naciones Unidas sobre el plástico de un solo uso indica que cada año se producen más de 300 millones de toneladas de residuos de este material en el mundo. Aunque las imágenes de las islas de plástico flotando en el océano son poderosos recordatorios de la desafortunada situación, otro estudio estima que la contaminación terrestre por los microplásticos es aún peor: supera la contaminación marina de las mismas partículas por un factor de 4 a 23. La triste realidad es que gran parte de los plásticos no reciclados acaban en los vertederos, donde pueden tardar siglos en descomponerse y filtrar partículas al suelo.

La industria del agua embotellada es una parte importante del problema: a un ritmo de un millón de botellas por minuto, solo en 2021 se vendieron más de 580.000 millones de botellas de plástico. De hecho, de los 2,72 millones de toneladas de botellas de plástico que se tiran anualmente en todo el mundo, menos de un tercio se recicla. Además de los residuos de plástico, el agua embotellada también origina miles de toneladas de emisiones de CO2 relacionadas con el transporte.

El año pasado, a un ritmo de un millón por minuto, se vendieron más de 580.000 millones de botellas de plástico

Otra cuestión esencial la constituye el estrés hídrico; es decir, la situación en que los recursos hídricos son insuficientes para cubrir las necesidades de una región o un país. Actualmente, el Centro Internacional de Evaluación de los Recursos Hídricos Subterráneos no duda en señalar que con menos agua disponible en la superficie la dependencia de las aguas subterráneas es cada vez mayor. Según Naciones Unidas, 129 países no están actualmente en vías de alcanzar las metas fijadas por la directiva de Objetivos de Desarrollo Sostenibles (ODS), la cual, entre otras cosas, busca garantizar la disponibilidad y la gestión sostenible del agua dulce para todos en 2030.

El doble ataque resultante de los contaminantes y la sobreexplotación a las aguas subterráneas, la mayor fuente de agua dulce disponible en el planeta, no puede ser un resultado deseable. ¿Qué se puede hacer? Los modelos empresariales centrados en la circularidad y las soluciones ecológicas son esenciales. Hoy en día, los procesos de producción respetuosos con el clima se benefician de mejores condiciones de financiación y responden a un número cada vez mayor de consumidores concienciados con el medio ambiente.

Numerosos estudios demuestran que el agua del grifo que cumple con las directrices de la Organización Mundial de la Salud suele ser tan saludable –o más– como el agua embotellada. Además de estar disponible las 24 horas del día, el agua del grifo es, con diferencia, el medio más económico y sostenible para hidratarse. Estamos convencidos de que las microbebidas son parte de la solución: en comparación con las bebidas embotelladas, estas ofrecen una reducción del 98% tanto del uso de plástico como de las emisiones de CO2. El uso de botellas de acero y vidrio sostenibles en combinación con el agua del grifo como fuente de hidratación puede marcar la diferencia. Pensémoslo bien y ayudemos entre todos a preservar las aguas subterráneas.


Martin Murray es CEO en Waterdrop.

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