Salud
Cinco hitos de la medicina más allá de las vacunas
El coronavirus se ha convertido en el reto científico global más importante desde la Segunda Guerra Mundial, pero la historia de la medicina está marcada por multitud de descubrimientos esenciales. ¿Podríamos comprender el mundo que nos rodea sin ellos?
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Hubo un tiempo en que los remedios para mitigar los dolores causados por una enfermedad eran únicamente caseros: hace 100 años, un diagnóstico de diabetes significaba prácticamente una condena de muerte, ya que era una enfermedad crónica y degenerativa a la que sólo se le podía hacer frente cambiando algunos hábitos alimenticios; algo que, por otra parte, entrañaba una mayor dificultad que en la actualidad. Todavía a principios del siglo pasado millones de personas morían a causa de enfermedades bacterianas; la penicilina, entonces, era una utopía de la medicina.
Desde hace dos años, toda novedad científica ha estado relacionada con las vacunas para el coronavirus. Lo mismo sucedió hace décadas cuando hubo que frenar la poliomielitis, el sarampión y la viruela. Las pandemias son retos globales que necesitan de campañas masivas de vacunación, así como de una suma de todos los esfuerzos científicos en una misma dirección, pero la historia de la medicina cuenta con otros muchos hitos que también han cambiado radicalmente la forma en la que vivimos. No obstante, la vacuna no es el único hito médico que ha marcado nuestras vidas. Este es un breve repaso por algunos de los descubrimientos sin los cuales sería imposible concebir el mundo de hoy.
La píldora anticonceptiva y el preservativo: la liberación sexual
La llegada de la píldora anticonceptiva, coincidente con los inicios del movimiento de liberación sexual de los años sesenta, cambió abismalmente la salud reproductiva. Desde entonces, la píldora se ha convertido en uno de los métodos de control natal más populares a nivel mundial: entre 2014 y 2018, su uso en España creció del 18% al 21% entre mujeres de entre 15 y 20 años. Su aparición propició un cambio fundamental: desde entonces, millones de mujeres han podido decidir libremente si quieren tener hijos o no.
Desde 1992, la píldora forma parte de la lista de medicamentos esenciales elaborada por la Organización Mundial de la Salud
Hoy, el mercado farmacológico busca también una pastilla similar para hombres. No obstante, no todo son ventajas: este método no protege contra las enfermedades de transmisión sexual, razón por la que muchos ginecólogos recomiendan su uso simultáneo con el preservativo, y si bien el uso del condón tal cual lo conocemos hoy en día, en la versión de látex, data de la década de los veinte del siglo pasado, su comercialización masiva se disparó especialmente a partir de los años ochenta, a raíz de la aparición del sida. Desde 1992 forma parte de la lista de medicamentos esenciales elaborada por la Organización Mundial de la Salud.
La insulina
La diabetes es actualmente una enfermedad controlable: con los cuidados adecuados, quien la padece puede llevar una vida normal; a pesar de ello, esta sigue siendo una de las principales amenazas a la salud pública global. Según la OMS, las muertes causadas por este trastorno aumentaron en un 70% entre los años 2000 y 2019. Asimismo, la mortalidad prematura causada por ella creció un 5% entre los años 2000 y 2016. Una de sus causas principales es la predisposición genética, pero la mala alimentación (principalmente en zonas donde el ingreso es más cercano al umbral de la pobreza), además del sedentarismo y la obesidad, aceleran su aparición.
Sería imposible hablar de avances al respecto sin el descubrimiento que Frederick Grant Banting y Charles Best hicieron en 1921: el aislamiento de la insulina desde el páncreas de animales. Con ello pretendían obtener un tratamiento para la diabetes más allá del control dietético. Gracias a ellos, la mayoría de los afectados por este padecimiento –el 9,3% de la población mundial– pueden llevar una vida alejada de las graves complicaciones asociadas a la enfermedad, como la insuficiencia renal, el pie diabético, los accidentes cerebrovasculares, la neuropatía periférica o el deterioro cognitivo.
La genética, el núcleo de la predicción
La investigación del ADN comenzó en 1869 con los trabajos del médico suizo Friedich Miescher, pero la lista de los investigadores que participaron en ella es larga y duradera, llegando hasta mediados del siglo XX: James Watson, Maurice Wilkins, Francis Crick y Rosalind Franklin. La labor de todos ellos produjo el descubrimiento del «manual» más importante que tenemos: el que otorga las instrucciones más precisas del funcionamiento de todos los seres vivos.
Uno de los avances más revolucionarios de la ciencia ha sido el de la lectura completa del genoma humano. Fue en el año 2000 cuando el entonces presidente norteamericano Bill Clinton, flanqueado por los científicos Craig Venter y Francis Collins, anunció la llegada del «primer borrador del libro humano de la vida». Lo que los investigadores lograron entonces fue secuenciar y leer el orden de los 3.000 millones de pares –también llamados bases o bloques– que construyen el ADN; este trabajo se ha revelado fundamental para conocer el origen de ciertos padecimientos y sus causas. Este es el caso con los estudios actuales sobre el cáncer que se hacen en el Atlas del Genoma del Cáncer en Estados Unidos, donde se realizan estudios genómicos acerca del comportamiento (y las transformaciones) de más de treinta tumores. Según el científico suizo Jean Claude Zenklusen, director del Atlas, «en 20 años, el cáncer dejará de ser una sentencia de muerte».
La penicilina, el gran triunfo de la medicina
Alexander Fleming está considerado como el padre de la penicilina, que hace 100 años, gracias a sus propiedades bactericidas, elevó notablemente la esperanza de vida en el mundo. Fue la casualidad y la observación lo que llevó a Fleming a encontrar en el moho la sustancia que cambiaría la forma de atacar las infecciones. Tras percatarse de que no había presencia bacteriana alrededor de aquel moho que crecía en unas placas de cultivo descuidadas y sucias, el científico comenzó una labor que terminó precisamente con la penicilina: un medicamento que ha permitido luchar de forma eficaz contra enfermedades como la tuberculosis, la escarlatina, la neumonía bacteriana o la fiebre reumática.
Fue la casualidad lo que llevó a Fleming a encontrar en el moho la sustancia que cambiaría la forma de atacar las infecciones
Durante la Segunda Guerra Mundial, la penicilina fue una de las claves para el éxito de las tropas aliadas, ya que evitó la muerte de numerosos muchos soldados debido a infecciones causadas por heridas en la piel o enfermedades bacterianas.
La penicilina, además, también ha sido indispensable para la cura y el tratamiento de enfermedades de transmisión sexual como la gonorrea y la sífilis.
La anestesia: ¿el fin del dolor?
Los métodos de sedación son tan antiguos como la humanidad misma, pero el perfeccionamiento al que han sido sometidos desde mediados del siglo XIX han cambiado radicalmente el trabajo en los quirófanos. En 1842, el médico estadounidense Crawford William Long utilizó por primera vez el éter etílico como anestésico para una operación, si bien publicaría sus resultados varios años más tarde.
Durante aquellos años, también el odontólogo Horace Wells se percató de que el óxido nitroso inhibía el dolor y causaba un estado de euforia en quienes lo inhalaban. Él mismo decidió probarlo, pidiéndole a uno de sus asistentes que le extrajera una muela. Tras la exitosa cirugía dental no dudó en señalar el nacimiento de «una nueva era para la extracción de órganos». Sus ventajas son evidentes: gracias a este avance se han podido llevar a cabo operaciones de larga duración e intervenciones complejas sin la sombra del dolor.
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