Diversidad

«No hay un sexto sentido cuando eres ciego; hay necesidad, y esta hace milagros»

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26
noviembre
2021

Es difícil olvidar aquella imagen pandémica en la que las calles se transformaron en un páramo que observar desde las ventanas, marcos de un cuadro estático. Un escenario compartido por todos y difícil de sobrellevar con un silencio omnipresente. Sin embargo, para las personas ciegas, el reto de aprender a vivir en este nuevo contexto fue doble: sin sonido y, especialmente, sin tacto, la sensación de aislamiento se hizo incipiente. Pero, como en otras ocasiones, las dificultades no les frenaron. Por ello el Grupo Social ONCE, representante del colectivo, fue reconocido por los Premios Sociales Fundación MAPFRE como Mejor Entidad por su Trayectoria Social en su primera edición tras la pandemia, donde la organización acompañó a los invidentes en su esfuerzo por superar las barreras del aislamiento luchando contra la soledad. Miguel Carballeda (Pontevedra, 1959), que pasó de vender de cupones a presidir el grupo, encarna ese espíritu de superación de una entidad como la ONCE, creada hace casi 83 años –en plena Guerra Civil– «por ciegos pobres» que hoy se ha convertido en el cuarto empleador no público en España para personas con y sin discapacidad. Carballeda desgrana con optimismo las (todavía existentes) barreras de un mundo que se transforma día a día en consonancia con la transición ecológica y social. Obstáculos que, para el presidente de la organización, no son más que nuevos retos a superar para un colectivo que ha logrado lo impensable en otros lugares del mundo: vivir con dignidad.


Las personas invidentes y con discapacidad visual se han visto especialmente afectadas por las restricciones para tocar a personas u objetos, la falta de información accesible o los cambios en las opciones de movilidad. ¿Cómo evitar que algo así vuelva a suceder ante otra eventual crisis?

La distancia ha sido un problema para todos. El aislamiento, la soledad… Sobre todo para las personas mayores, y en nuestro colectivo tenemos una parte muy importante de personas mayores que, en muchos casos, viven solas. Imagínate: mayor, solo y ciego. Complicado siempre, y con pandemia más. Hemos tratado de superarlo teniendo comunicación con ellos. Cuando no hemos podido ir a sus casas, les hemos llamado por teléfono y les han atendido nuestros profesionales de servicios sociales. ¿Qué se puede hacer? Primero, ser consciente de que el mundo está cambiando y que nos pueden tocar cosas muy importantes. Ahora, por ejemplo, tenemos a la sociedad de la isla de La Palma luchando contra las consecuencias del derramamiento de un volcán. Parece ser que este va a ser nuestro camino permanentemente, viviendo de sorpresa en sorpresa y armándonos para poder que superarnos. La gente con discapacidad y las personas ciegas hemos superado muchas cosas a lo largo de nuestra vida, estamos acostumbrados a superarnos y seguiremos haciéndolo.

«La tecnología nos ha permitido levantarnos el fin de semana y poder leer el periódico por nosotros mismos»

Una de las grandes reflexiones que nos deja la pandemia se centra en repensar los espacios para crear ciudades más sostenibles y amables con las personas. Partiendo de los entornos urbanos actuales, ¿qué elementos deberían mejorarse para una persona invidente o con otras discapacidades?

«Sostenibilidad» es una de las palabras que más se utilizan en los últimos tiempos. Pero no seremos sostenibles si no tenemos en cuenta una inclusión plena y la igualdad de oportunidades. Las ciudades tienen que mejorar. Hay colectivos con diferentes discapacidades y cada uno de ellos necesita cosas muy concretas. Cuando actuamos sobre una ciudad, a veces se piensa solo en el tráfico, en los peatones, en la movilidad o en el transporte público. Hay que pensar, por supuesto, en lo que es para todas las personas, pero también en las necesidades concretas de una parte de la ciudadanía. Nosotros tratamos de ayudar siempre en positivo, de concienciar para que las ciudades mejoren y sean más transitables cada día.

En un encuentro celebrado con motivo de la reciente Cumbre Mundial de la Ceguera celebrada en Madrid se mencionaban tecnologías como la domótica (robótica del hogar) como «una necesidad, y no un lujo, para las personas ciegas». ¿Cómo transforman las nuevas tecnologías la vida de una persona invidente?

Las tecnologías nos han transformado a todos, con o sin discapacidad. Pero a nosotros nos ha permitido levantarnos el fin de semana y poder leer el periódico por nosotros mismos, ayudar a un hijo a hacer los deberes o que, si sus padres tienen una discapacidad, se comunique con ellos a través de las tecnologías. Lo que tenemos que hacer es que sean usables, que no nos separen, que no nos hagan perder el tren de la comunicación y de la información a los que tenemos una discapacidad. Hoy es normal que los teléfonos hablen para todos, pero un día no lo fue y hubo que convencer a alguien con un protagonismo grande en una multinacional de que lo hicieran. Le convencimos porque tenía un hijo ciego, y hoy le sirve a todo el mundo. En plena pandemia, ha servido a la gente mayor para poder comunicarse con sus hijos o sus nietos en otro lugar del mundo.

Sin embargo, esta nueva sociedad de la información parece constituirse en un entorno digital donde las pantallas se consolidan como la principal vía de acceso. ¿Cómo se puede garantizar que ningún colectivo quede desconectado del mundo? 

«Lo más triste es que hay personas con discapacidad que no creen que vayan a encontrar un puesto de trabajo nunca»

Ahora lo digital y lo táctil es lo que está en la vida de todos. Hay que entender que hay parte de ese «todos» que necesita otras cosas. La televisión puede explicarte qué se está dando gracias a la audiodescripción para las personas ciegas o los textos en el caso de los sordos. Pero  ¿qué ocurre cuando llegas a una estación, tienes que coger un tren y no cuentas con la suficiente información? Se puede arreglar si llevas un móvil en la mano. Debemos, sobre todo, formar y educar a los niños en tecnologías para que ellos también sean protagonistas de este nuevo mundo.

Entonces, la tecnología digital, pese a las dificultades, favorece al colectivo de los de los invidentes.

Sí, la vida de una persona ciega ha cambiado radicalmente gracias a la tecnología. Claro que hay personas, como los mayores u otras que no tienen discapacidad, que posiblemente lo tenga más difícil. Pero ha sido ejemplar la respuesta de la gente mayor ciega en la pandemia que se ha adaptado una vez más a las circunstancias y empezado a usar las tecnologías. No hay un sexto sentido cuando eres ciego, lo que hay es necesidad… Y la necesidad hace milagros. En la pandemia los ha hecho.

Uno de los aspectos más destacados por parte del jurado de los Premios Sociales 2020 Fundación MAPFRE es vuestra histórica labor por la inclusión en el mercado laboral a través de trabajos dignos. ¿Qué baches se interponen a la hora de encontrar o desempeñar un empleo?

No es fácil. Desgraciadamente, tenemos un índice de desempleo entre las personas con discapacidad elevado. Lo más triste es que hay personas con discapacidad que no creen que vayan a encontrar un puesto de trabajo nunca. Ojalá que no acierten. En España somos muy buenos generando legislación, estamos en Champions, entre los primeros. Pero luego somos muy malos cumpliéndola. Hay que hacer un esfuerzo para que se cumplan aquellas normas que obligan a las empresas a tener un porcentaje de personas con discapacidad. Si se hiciera eso bien, la suerte de las personas con discapacidad que aún no tengan trabajo cambiaría. El Grupo Social ONCE, en estos 83 años de historia, ha hecho mucho por conseguir empleo. Primero los ciegos, y después toda la discapacidad. Eso sí: no somos un gueto, no es solo empleo para personas con discapacidad. La que en su origen era una organización de ciegos pobres –o de pobres ciegos, para algunos– hoy es el cuarto empleador no público en España para personas con y sin discapacidad, y la primera del mundo creando empleo y manteniéndolo para personas con discapacidad. Lo hacemos gracias a la solidaridad, un valor también propio de la ciudadanía española, que nunca nos ha fallado. Tampoco en la pandemia.

En los más de 80 años luchando por la inclusión y la mejora de calidad de vida de personas invidentes o con otras discapacidades, ¿cuáles han sido las principales victorias?

La principal victoria hay que reconocérsela al conjunto de la sociedad española. Ha hecho algo que ocurre aquí y no en ningún otro lugar del mundo, y es que podamos vivir como queremos vivir: de nuestro propio esfuerzo y en buena medida en la calle, integrados con el resto de la sociedad. Que podamos movernos, tener ocio, cultura, viajar y poder crear una familia como cualquier otra persona. Poder ser un ciudadano perfectamente integrado que consume y aporta su granito de arena, porque también hay que contribuir. En otros países, cuando ustedes viajen, seguro que les va a costar encontrar ciegos con normalidad por la calle. Eso ocurre en España porque es el país de la ONCE. Queremos que siga ocurriendo y que la gente se sienta orgullosa de la sociedad que lo ha hecho posible. Creo que esta vida y este mundo es mejor. Somos gente feliz que trabajamos por nuestro futuro y tratamos de ayudar a toda la gente que quiera estar a nuestro lado.

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