Diversidad

«El deporte nos iguala a todos»

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04
octubre
2022

Las 27 medallas paralímpicas de su palmarés no son lo único que caracteriza a Teresa Perales (Zaragoza, 1975): además de nadadora profesional, la aragonesa es también una activista por los derechos de las personas con discapacidad. Perales, cuyo reconocimiento alcanzó la consecución del Premio Princesa de Asturias de los Deportes del año pasado, también es ahora embajadora del programa ‘Imbatibles: capaces de todo, una iniciativa de P&G que busca impulsar el deporte inclusivo en España. Hablamos con ella sobre los retos entrelazados en el ejercicio físico y la discapacidad.


¿Cuáles fueron las razones que te impulsaron a ser deportista?

Toda mi vida he sido deportista. Antes de la discapacidad practicaba kárate: para mí, los valores deportivos son mi forma de entender la vida y de afrontar los problemas. No todo sale siempre bien a la primera, por lo que hace falta entrenar mucho y tener mucha paciencia. Cuando vino la silla de ruedas y la enfermedad, el aprendizaje ya lo tenía en la cabeza. Lo único que tuve que encontrar fue un nuevo deporte. Nunca me había gustado nadar, lo encontraba aburrido y difícil, pero al final se convirtió en mi deporte. Mi decisión estuvo marcada principalmente por la libertad que me da el agua. Descubrí que me metía y no me hacía falta nada más para poder moverme como quisiera, cosa que no me pasaba fuera, pero también influyó el hecho de que era más barato que otros deportes; no necesitaba equipamiento adaptado como ocurre en disciplinas como el atletismo, lo que es un problema determinante para muchas personas con discapacidad. El proyecto Imbatibles busca justamente facilitar el material deportivo a través del Comité Paralímpico para que todas las personas puedan acceder a la práctica deportiva. Existen aún muchas barreras económicas para practicar ciertos deportes. Yo no pude correr porque no tenía silla. Era mucho más barato un bañador en la piscina municipal. 

Tienes 27 medallas paralímpicas y has sido reconocida por numerosos honores y premios por tu trayectoria profesional. ¿Cómo valoras tu trayectoria como deportista ahora?

Mi carrera no incluye solo el proceso con el que he crecido como persona y como deportista, sino también la evolución histórica de este país en el deporte paralímpico. En España, durante muchos años, las personas con discapacidad hemos sido solo esto, discapacitados. En pocos años hemos pasado de ser un grupo de gente que practica deporte a deportistas de élite. Antes no teníamos ni reconocimiento ni becas y tan solo podíamos entrar en centros de alto rendimiento. No teníamos forma de entrenar, ni las posibilidades y el trato que reciben los deportistas, por no hablar del reconocimiento social y la presencia en los medios de comunicación. El deporte paralímpico tiene un poder más allá del deporte como tal, ya que ayuda a sensibilizar a la sociedad. Todo el mundo conoce a alguien a su alrededor que vive con una discapacidad. Ser discapacitado no es un drama, pero tampoco es una bendición: puedes tener una vida extraordinaria, pero no hay que obviar que tiene sus obstáculos. 

«Mi carrera no incluye solo el proceso con el que he crecido como persona y deportista, sino también la evolución histórica de este país en el deporte paralímpico»

Hay quien afirma que el deporte se ha convertido en un negocio. ¿Crees que ha pasado a formar parte de la rueda de consumo?

Es bueno que el deporte se globalice, eso es maravilloso. La magia del deporte se acoge en todo el mundo, más allá de las condiciones económicas. Yo me alegro de que el deporte ya no sea lo que era. Es cierto que hay algunos deportes que se han comercializado o que han sufrido un boom en los últimos años, como los ironmans o las maratones, pero yo me alegro de ello: quiere decir que cada vez más personas hacen deporte y esto les hace felices. Tenemos que ser más exigentes con nuestros cuerpos, pero con conocimiento: los chequeos antes de las competiciones no son en vano, son muy importantes para determinar si estás preparado para competir. Si te lanzas a correr sin tener la preparación adecuada puedes hacerte mucho daño. Hay muchísimos deportes, y ojalá se inventen algunos nuevos. No podemos quedarnos siempre en lo de antes. Si fuera así, las personas con discapacidad no podríamos hacer deporte. Si no hubiéramos dejado atrás lo que entendíamos como deporte, las personas discapacitadas no habríamos tenido oportunidades. 

¿Cuál es entonces el valor social del deporte?

El deporte es un medio que nos iguala a todos. Por encima de todo está el fair play, comprender que una cosa es la competición y otra las personas que somos. En la piscina soy como los demás, estoy al mismo nivel; no puedo mover los pies, pero muevo muy bien los brazos. El deporte incluye a todo el mundo. Es cierto que hay algunos deportes, como el boccia o el ball-ball, que es solo para personas con discapacidad, pero siempre hay una oportunidad para probar un nuevo deporte. 

¿Qué hay de la superación y qué rol juega en esta el deporte?

A mí me han dado muchos premios a la superación, y estoy muy agradecida por todos ellos, pero este término me cansa un poco. Me gusta más el término «imbatibles». Va más allá de la superación, busca romper con todo. Superar es escalar, pero ser imbatible es decir «voy a por todas, que yo puedo». El poder de la actitud es mucho más que ir superando cosas. A mí me gusta mucho más ser imbatible que un ejemplo de superación; es un relato mucho más amplio y firme. Me representa mucho más. 

«En la piscina soy como los demás, estoy al mismo nivel»

El deporte paralímpico recibe múltiples cuestionamientos debido a estereotipos capacitistas y prejuicios sociales, así como discriminación respecto a otras disciplinas o modalidades. ¿Cuál es el principal obstáculo que encuentra un deportista paralímpico hoy? 

El principal obstáculo es tener medios para poder entrenar. La mayoría de las instalaciones deportivas son accesibles por rampas y escaleras, sillas hidráulicas… pero si una persona ciega va a la piscina, aunque sea adaptada, se encuentra con muchísimos más retos, ya que. tiene que nadar con más personas y, si no las ve, puede hacerse daño. Necesita a una persona que le guíe o un espacio seguro para practicar deporte. Hay muchos deportistas que no pueden practicar determinados deportes porque no tienen el equipamiento necesario y la mayoría de accesorios son muy caros. En el proyecto Imbatibles queremos ayudar a que esta no sea una barrera para nadie, poniendo material a disposición desde el Comité Paralímpico para que todo el mundo pueda practicar el deporte que quiera sin que eso dependa de dónde vive o su situación económica. 

Si los estereotipos ya son duros para cualquier deportista paralímpico, en el caso de las mujeres este factor se multiplica. Hace unos meses que vemos disciplinas como el fútbol femenino reclamar mayor igualdad respecto a sus homólogos masculinos. ¿Cómo crees que estos reclamos van a afectar a las deportistas paralímpicas?

Me gustaría que lo que ellas han logrado se traslade a otras deportistas. El deporte paralímpico, al ser un deporte más joven, nace más igualitario que los demás; no tenemos tantas diferencias. Además, el hecho de que haya muchos equipos mixtos también contribuye a un mayor fomento de la igualdad.

Además de deportista, también eres una activista por los derechos de las personas con discapacidad. ¿Cuál crees que es el tabú más grande a nivel social en materia de discapacidad, más allá del deporte? ¿Qué debe saber alguien que promueve argumentos capacitistas respecto a las personas que tienen o sufren alguna discapacidad?

Partimos de una época y una historia en España en la que nos enseñaron a tener lástima del prójimo cuando tenía alguna dificultad, ya fuera económica, social o discapacitante. A mí me enseñaron a eso, pero tienes que ayudar a la persona en concreto cuando lo necesite. A mí misma me choca mucho este discurso, porque desde pequeña crecí con la idea de lástima. Recuerdo un chico de mi barrio al que le faltaban dos brazos. Todo el mundo lo veía como «pobrecito», pero yo lo admiraba por ser capaz de ponerse la mochila o participar en las actividades del colegio de forma autónoma. Tenemos que sustituir el «pobrecito» por el «mira qué mérito, cómo sigue adelante». Cuando me quedé en silla de ruedas, muchas personas transformaron su mirada hacia mí, pero yo decidí que podía cambiar esta mirada, que dependía exclusivamente de mí misma. Algunos ven ahora admiración por mis logros y mis premios, por las cosas que he hecho y que otros, a pesar de no tener ninguna discapacidad, no han hecho ni harán en su vida. Ese cambio de actitud ha permitido que hoy sea mejor persona y sea capaz de compartir estos aprendizajes para ayudar a los demás y contagiar esa actitud. No es malo tener ambiciones, pero tenemos que dar las gracias por vivir y pelear por ello todos los días. Decir: «Yo soy mucho más, mi discapacidad no me determina. Mi silla está pegada a mi culo, no la llevo en la cabeza».

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