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¿Cómo será la ciudad (digital) de 2050?

La ciudad se ha convertido en un ente tan complejo que necesita descomponerse en unidades más simples para poder entenderse y optimizarse. La ‘smart city’ convierte nuestros barrios en una superposición de redes de datos con los que poder trabajar en un futuro cada vez más urbano.

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Valeria Cafagna
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Es fácil imaginar un futuro cada vez más urbano: las cifras hablan de un 2050 en el que el 70% de los humanos vivirá en ciudades. Muchas de ellas tendrán que asumir, en ese supuesto, un aumento de población de más de un 15%. Un crecimiento que centrará el eje humano, todavía más si cabe, en grandes ciudades necesitadas de una respuesta a problemas como las infraestructuras obsoletas, la saturación de servicios o la contaminación. Pero ¿hasta qué punto es viable esta realidad?

La ciudad se ha convertido en un fenómeno tan complejo que resulta difícil de entender si no se descompone. La idea que subyace detrás de la smart city –es decir, de las ciudades inteligentes– es la de transformar toda la infraestructura concentrada en un núcleo urbano en una superposición de redes. El día a día de millones de personas se convierte, en ellas, en una nube de datos: desde las rutas más óptimas para trazar las líneas de transporte público hasta la frecuencia con la que es necesario vaciar las papeleras de las calles. Un modelo que busca la sencillez y que puede monitorizarse, medirse y optimizarse. Las smart cities plantean, así, un escenario en el que sus habitantes participan activamente de la gestión de estos datos, valorando los que se reciben del entorno y aportando a la red los de su propia experiencia. La ciudad traspasa la barrera del espacio físico y se convierte en un entorno digital capaz de procesar el volumen de información producida diariamente por varios cientos de miles de personas.

La ‘smart city’ traspasa la barrera del espacio físico y se convierte en un entorno digital

Varias ciudades del mundo trabajan ya para aplicar estos modelos al día a día de sus habitantes. La ciudad estadounidense de Loisville, por ejemplo, se basa en un algoritmo tipo «if this, then that» («si esto, luego aquello») para enviar ciertas comunicaciones sobre la calidad del aire o la celebración de eventos a los hogares de sus ciudadanos. Al otro lado del Atlántico, la ciudad francesa de Rennes ha elaborado un gemelo digital que permite probar cualquier modificación del urbanismo o del paisaje.

Aquí, en España, resalta por su ambición innovadora el proyecto eCityMálaga, una iniciativa en la que confluyen el Ayuntamiento de Málaga, Endesa y la Junta de Andalucía para desarrollar un modelo de smart city en el Málaga TechPark. El objetivo es aplicar la metodología de análisis de datos propuesta por la smart city para actuar en los sectores de la edificación, la energía, el transporte o el agua como pilares en la gestión de un modelo sostenible que produzca, gestione y optimice el mayor número de recursos disponibles.

La producción local de la energía, a través de generación fotovoltaica y con fórmulas como el autoconsumo individual y colectivo, podría reducir hasta un 30% la demanda de energía de los inmuebles del parque urbano. El suministro correría a través de redes inteligentes, que alimentarían –y serían alimentadas– gracias a la electrificación de los consumos en los edificios y en los puntos de recarga de los vehículos, un mapa interconectado y cosido por una maya de redes de lanzaderas eléctricas y plataformas de movilidad compartida. Todo ello atravesado por una voluntad sostenible que impulsará una gestión mejorada del uso del agua para el riego o el aumento de las zonas verdes, así como de la superficie arbolada para la mejora de la calidad del aire y el control de las escorrentías de lluvia. Todo un catálogo de buenas prácticas, muchas de ellas testadas en proyectos anteriores como SmartCity Málaga o Smart City Living Lab de Endesa, que se superponen sobre un mismo modelo para ampliar el horizonte de posibilidades.

Málaga se convierte en una incubadora de ideas pensadas localmente y fabricadas a medida para sus problemas

El proyecto cuenta con hacerse realidad en 2027, antes de la fecha señalada por los Objetivos de Desarrollo Sostenible, para aplicar soluciones sobradamente testadas y poder hacer frente cuanto antes al crecimiento urbano que se calcula para los próximos años. Málaga TechPark se eligió como enclave para implementar estas medidas por tratarse de un espacio de innovación tecnológica, lo que facilita que muchas de las soluciones aplicadas en el desarrollo puedan gestarse dentro de las propias empresas que conforman el parque. La ciudad se convierte, así, en una incubadora de ideas pensadas localmente –y fabricadas a medida– para sus problemas. Esta superposición de prácticas pone en marcha el mecanismo de la smart city en un parque tecnológico con entidad urbana suficiente como para plantear cuestiones relevantes para la investigación. ¿Se pueden encontrar simbiosis o incompatibilidades entre algunas redes? ¿Cómo puede afectar este tipo de gestión al diseño urbano?

Está comprobado que el urbanismo es una doctrina que no acepta soluciones prestablecidas. El punto número 11 del documento redactado por la Asamblea General de las Naciones unidas para el desarrollo sostenible habla de que las ciudades deben ser habitables –inclusivas, seguras y resilientes–, además de sostenibles. Si queremos vivir en una ciudad y no en una suerte de cadena de montaje, no podemos contar con un abanico de soluciones estandarizadas, sino que éstas deben ser capaces de adaptarse a cada problemática. Las calles y las plazas de nuestros núcleos urbanos requieren de un uso cada vez más variado y local al que no tiene sentido responder sistemáticamente: una misma medida aplicada en espacios públicos de diferentes poblaciones no tiene por qué ofrecer resultados similares; depende más de las condiciones específicas de cada municipio, incluso de cada barrio.

El experimento de eCityMálaga plantea un laboratorio donde poner en práctica todas estas medidas, muchas de ellas pensadas lejos de un contexto urbano, para monitorizar su recepción en un entorno real y cercano. De esta forma, la ciudad puede conocerse mejor y aprender de su experiencia como método para asegurar la eficacia de la inversión presente y futura. El diseño de las ciudades ha evolucionado en cada época de la mano de los grandes avances tecnológicos. El saneamiento de las calles impulsado por las teorías higienistas o el trazado de nuevas avenidas que permitieran la circulación de los vehículos modificaron las tramas urbanas y establecieron una nueva imagen en las calles y los barrios. La Comisión Europea llama Nueva Bauhaus a una disciplina derivada del urbanismo en la que confluyen, arte, cultura, sostenibilidad e inclusión social. La descarbonización del espacio público no debería tener sentido si los usuarios no se sienten partícipes del aspecto que perciben de sus calles. Iniciativas como la que el Ayuntamiento de Málaga, Endesa y la Junta de Comunidades de Andalucía proponen para Málaga TechPark nos ayudan a anticiparnos y experimentar, no solo a nivel tecnológico, sino también a nivel urbano, con lo que podría ser la ciudad del futuro.

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