Opinión

Liberales contra neoliberales

¿Es el liberalismo un sinónimo del individualismo? Reflexiones como ‘El liberalismo herido’ (Arpa) del profesor y ensayista José María Lasalle defienden una tradición humanista y solidaria del liberalismo ilustrado, situando la tolerancia y la diversidad frente al actual populismo autoritario.

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28
julio
2021

La política es a menudo una batalla por los significados. ¿Qué es ser de izquierdas? ¿Y de derechas? El debate se suele plantear en términos de autenticidad. Uno acusa al adversario de no ser auténticamente de derechas o de izquierdas, de no ser realmente socialdemócrata o conservador. Muchos conceptos están disputados, pero quizá el que más, sobre todo por su ambigüedad, es el liberalismo.

Cuando hace unas semanas el partido centrista Ciudadanos reivindicó su identidad liberal en su convención política, varios comentaristas criticaron el uso del concepto. Para algunos, normalmente en la izquierda, ser liberal es ser neoliberal, es decir, creer en la supremacía del mercado y de lo privado sobre lo público y el Estado; para otros, normalmente libertarios o liberal-conservadores, Ciudadanos es un partido socialdemócrata porque es muy intervencionista y keynesiano.

En El liberalismo herido (Arpa), el ensayista y profesor José María Lassalle explora esa disputa por el concepto liberalismo y defiende un «liberalismo humanitario» frente a lo que considera un neoliberalismo autoritario. El autor rescata la tradición liberal de la Ilustración, del humanismo y el anti despotismo. Los liberales, dice, siempre han buscado un equilibrio entre la libertad y la igualdad, y sobre todo no defienden un individualismo egoísta: el liberalismo no es sinónimo de individualismo. O no solo.

«Garton Ash asegura que el liberalismo debe ser experimental, avanzando a base de ensayo y error, abierto a aprender de otras tradiciones»

El autor esboza cuatro principios inapelables: la creencia en la diversidad; la crítica al poder, que «tiende a la arbitrariedad y la dominación si no es condicionado, regulado y limitado de antemano»; «la convicción de que el progreso surge de la innovación técnica y científica, del impulso del talento individual y de la difusión socializada de sus avances»; y la idea de que «el poder siempre está al servicio de los gobernados» y el Estado no puede violar su privacidad e integridad.

Los neoliberales, en cambio, son herederos de los librecambistas y de los darwinistas sociales, que defienden el egoísmo como motor del progreso y el fundamentalismo de mercado. Para Lassalle, siguiendo a varios autores que han señalado que Trump no es una desviación del partido republicano sino su evolución natural, el populismo autoritario contemporáneo es el último estadio del neoliberalismo que surgió en los ochenta con políticos como Thatcher, Reagan o incluso Pinochet.

Ese neoliberalismo fue mutando en el siglo XXI al combinar la desregulación y el desmantelamiento de los servicios públicos con la represión de las libertades políticas en nombre de la lucha contra el terrorismo. El 11-S inició una nueva época en la que comenzó a extenderse lo que hoy se denomina ‘capitalismo de vigilancia’. Para el autor, no es posible entender el Tea Party en los 2010, ni tampoco a Trump, sin el giro autoritario dado por Bush. Hay un hilo conductor claro que va del fundamentalismo de mercado al populismo autoritario.

«Lasalle defiende un liberalismo que se adapte a los retos del siglo XXI»

La defensa que hace Lassalle del liberalismo tiene en cuenta su ambigüedad. Defiende un liberalismo que se adapte a los retos del siglo XXI, un humanismo tecnológico que luche no solo contra el monopolio del Estado sino también contra los grandes monopolios privados tecnológicos. Su postura recuerda a las críticas contemporáneas al ‘tecnopopulismo’, la combinación de tecnocracia y populismo autoritario que ha surgido tras la Gran Recesión.

Pero también conecta con las ideas de autores como Timothy Garton Ash, que en un reciente ensayo publicado en español en Letras Libres defendía que el liberalismo debía ser «experimental, avanzando a base de ensayo y error, abierto a aprender de otras tradiciones, como el conservadurismo y el socialismo, y equipado con la compasión imaginativa que necesitamos para ver con los ojos de los demás. Valorará la inteligencia emocional además de la científica. Y reconocerá que en muchos países relativamente libres tenemos algo parecido a un control empresarial plutócrata y oligárquico sobre el Estado».

El liberalismo herido es una continuación de anteriores libros del autor, como Contra el populismo (Debate, 2017) o Ciberleviatán (Arpa, 2019), que conforman una estimulante trilogía liberal y en defensa de un humanismo tecnológico para el siglo XXI. Lassalle adapta con éxito al filósofo Spinoza, cuyas ideas sobre la tolerancia y la diversidad reivindica, a la era de los algoritmos y el capitalismo de vigilancia. 

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