Educación

Innovar en el aula, el ingrediente secreto para salvar el planeta

La enseñanza abandona, cada vez más, las pautas de la escuela tradicional para enraizar los conocimientos sobre el cambio climático en los hábitos de los alumnos para poder garantizar que las bases del aprendizaje sostenible no se debilitarán con el paso del tiempo.

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26
julio
2021

En ocasiones no llegamos a observar con la suficiente nitidez la velocidad con que la educación, a día de hoy, se transforma. Un camino con la evolución social de acompañante: la educación, herramienta del cultivo humano cambia para, a su vez, poder transformarnos. Atrás empiezan a quedar, por ejemplo, los estudios universitarios –marcados por un carácter monolítico, estático; como reclaman cada vez más voces–, en un convencimiento de que el aprendizaje no puede restringirse a una pequeña etapa de la vida, sino que la formación debe ser constante. Consiste en prestar el oído a un grito que cada vez suena más alto: los estudios deben responder a las necesidades actuales.

Son proyectos como el desarrollado por la Fundación Tomando Conciencia (Tomando Conciencia Schools) los que reflejan este mensaje con precisión. Creada como proyecto social por Bakery Group, ésta «es un altavoz de las personas y causas sociales que promueven un estilo de vida saludable y sostenible», como explican desde la fundación. Es un proyecto que se caracteriza por servir de caja de herramientas —digitales— a disposición de las distintas escuelas para transformar sus procesos educativos. Tomando Conciencia Schools –proyecto avalado por la Agència de Salut Pública de la Generalitat de Catalunya y el Hospital Sant Joan de Déu– tiene como simple objetivo mejorar los hábitos de vida de los alumnos; y lo hace, además, mediante una persuasión lúdica. Es así como nos encontramos con La Liga Saludable, un juego didáctico de doce lecciones, cada una acompañada de un vídeo, un cuento ilustrado, un pequeño cuestionario

Sánchez-Llibre: «Jóvenes bien formados y empoderados en valores es la mejor garantía del éxito de una sociedad»

Sin embargo, más allá de la tradicional transmisión de conocimiento, para Tomando Conciencia es fundamental la transformación de hábitos es su meta: los jóvenes conociendo los comportamientos y las pautas de vida que el futuro les reserva. Las cifras revelan una buena acogida: el proyecto logró aumentar en un 6% la proporción de niños que desayunan diariamente y redujo en un 5% el consumo de comida rápida y un 7% la bollería industrial. «El mundo ha cambiado radicalmente. La emergencia climática abre cada día los telediarios y, si no tomamos acción y somos conscientes de que cada acto que realizamos tiene un impacto directo en nuestra salud y la del planeta, la situación no mejorará», defiende Carlos Sánchez-Llibre co-fundador de Tomando Conciencia Schools. «Es muy relevante educar a los jóvenes, desde pequeños, en valores como salud y bienestar, igualdad de género, reducción de desigualdades e inclusión social. La escuela no es una burbuja».

A este respecto, la pandemia «nos ha colocado un espejo delante». Es decir, ha puesto de manifiesto las consecuencias reales en las que se intenta educar a las nuevas generaciones, que se hallan ya en una lucha a contrarreloj contra las turbulencias medioambientales. Es por esta urgencia por lo que la creatividad de los contenidos juega un papel importante a la hora de transferir conocimiento y aprendizaje: es una forma hábil de llamar la atención sobre los hábitos. No obstante, la Liga Saludable no es la única herramienta de la escuela, ya que a esto no solo influyen los contenidos programados, sino diversos aspectos periféricos en cuanto al programa per se, como es la participación de atletas –con deslumbrantes historias de superación– como Quico Tur, campeón de tenis en silla de ruedas.

En el núcleo de la escuela se halla, a su vez, la digitalización; un concepto que promete estar presente durante los próximos años. En torno a él gira el futuro de nuestra sociedad, con vínculos que se adentran directamente en la vida diaria por venir, pero también en la transformación verde prevista para dentro de pocos años. Es por esta situación por lo que desde la fundación echan en falta la intervención pública. «Nuestro proyecto es un ejemplo de innovación social donde el 95% de la financiación es privada. La implicación pública debería ir más allá del aval de los conocimientos y la cobertura en las escuelas. Unos jóvenes bien formados, empoderados y educados en valores es la mejor garantía del éxito de una sociedad», concluye Sánchez-Llibre. Una educación amena con la que señalar el principio del camino.

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