Para frenar el contundente avance del cambio climático y sus nefastas consecuencias, todas las ramas y niveles del sistema deben cooperar y trabajar en la transición hacia un modelo económico que se pueda sostener en el tiempo respetando el medio ambiente. En este contexto, tanto la transformación de los modelos de producción y actividad de las empresas como la dirección de las inversiones se convierten en elementos clave. Un proceso integral y nada sencillo. Por esto, la recopilación, publicación y tratamiento de la información ‘no financiera’ destaca como una de las mejores herramientas para encaminarnos hacia la meta de la sostenibilidad. La VI Conferencia Internacional sobre Información ‘No Financiera’ organizada por SUST4IN y en la que han participado reguladores e inversores, ha profundizado en el tema a través de las visiones y experiencias de los diferentes actores en torno a la adopción de los estándares SASB —quienes han apoyado la organización del evento— como herramienta ASG (Ambiental, Social y de Gobierno) para informar y crear valor empresarial.
La transparencia, la información ‘no financiera’ y las finanzas sostenibles abrieron el evento de la mano de Marcio Viegas, Director y Fundador de SUST4IN. Viegas ha presentado el resultado de la encuesta con los asistentes donde llama la atención la popularidad de las normas del Global Reporting Initiative (GRI) y los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), aunque la adopción de los estándares SASB—que salieron al mercado a finales de 2018—han tenido un importante crecimiento entre las grandes empresas en los últimos años.
Entender el concepto de ‘materialidad’ es un aspecto clave para la efectividad de la información ‘no financiera’
En cuanto a la regulación, Teresa Rodríguez Arias, del Departamento de Asuntos Internacionales de la CNMV, ha expuesto las recomendaciones sobre la información ‘no financiera’ y las principales áreas en las que se van a centrar los supervisores europeos, explicando también las prioridades en el reporte de información para la CNMV: el clima y la capacidad de gestión de las empresas ante los riesgos climáticos y sus objetivos de emisiones; la doble materialidad de la empresa con la sociedad y el clima y viceversa; y por último, el papel de los grupos de interés.
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