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«La presencia de mujeres en ciencia no ha sido tan pequeña como cuenta la historia»

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Joan Costa
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11
febrero
2021

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Joan Costa

A pesar de su gran labor en el desarrollo de la ciencia moderna, las mujeres han sido, tradicionalmente, relegadas a poco más que una nota a pie de página en los libros de historia. Sin embargo, con un poco de investigación se descubren todos esos nombres clave que muchas niñas y adolescentes nunca llegan a conocer. Rosa Menéndez (Cudillero, 1956), presidenta del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), reivindica esos referentes femeninos que, dice, si bien son más escasos que los masculinos, son mucho más numerosos de lo que se cree. Hablamos con esta química orgánica, que ha sido la primera mujer al mando del organismo científico por excelencia de nuestro país, sobre investigación, vacunas, las lecciones aprendidas con la pandemia y la importancia de visibilizar a las mujeres que han hecho avanzar la ciencia.


Eres la primera mujer en presidir el CSIC en los 82 años de su historia. ¿Qué ha cambiado en la situación de la ciencia en España desde que entraste en ella en 1979?

Cuando me incorporé al CSIC estrenábamos una nueva Constitución y la sociedad española vivía en aquellos momentos una transformación histórica. Desde entonces, la ciencia ha sido un reflejo del cambio en la propia sociedad con una nueva gobernanza y estructuras propias. Pero si tuviese que resaltar algo, no hablaría exclusivamente en términos de calidad, porque siempre hemos tenido notables científicos, y resaltaría que la ciencia española en estos últimos 40 años se ha proyectado internacionalmente. Centrándonos en el tema de género, tengo que reconocer que cuando comencé en el mundo de la investigación, me incorporé a un centro del CSIC en el que había una importante presencia femenina, próxima a la paridad, a pesar de que se trabajaba en temas que se podrían considerar muy masculinos, como puede ser todo lo relacionado con carbón y energía.

«Una buena combinación de educación en familia y escuela, sin sesgos, puede favorecer la elección de una carrera de ciencias entre las adolescentes»

Curiosamente, cuando comencé a participar en proyectos europeos y luego en paneles de evaluación, pude comprobar que la situación de la mujer en España en el mundo de la ciencia no era muy distinta a la del resto de Europa. En la temática de energía, las mujeres representábamos una minoría en paneles de evaluación de proyectos y comisiones, y las pocas que allí estábamos éramos españolas, portuguesas y griegas. No había ni centroeuropeas ni nórdicas –hago este apunte para ponernos en contexto–. Si me hubiesen preguntado hace 10 o 20 años, posiblemente les hubiese contestado que no percibía ningún tipo de discriminación, o incluso que en el mundo de la ciencia no existía. Visto ahora, en retrospectiva, creo que no la percibía, pero que ahí estaba. La situación de la mujer ha mejorado sustancialmente, pero todavía queda mucho territorio por conquistar hasta que se llegue a no hablar de este tema: que solo se hable de la capacidad profesional de hombres y mujeres sin distinción de sexo.

Alrededor del 49% de la plantilla del CSIC es femenina, y de ella el 40% de los científicos son mujeres. Sin embargo, en los niveles más altos la representación cae al 27%. ¿Cómo romper ese techo de cristal?

Es cierto que todavía existe ese techo de cristal, y por ello hay que seguir trabajando. Sin embargo, hay que resaltar que se ha conseguido una mejora muy notable. La Comisión de Mujeres y Ciencia del CSIC lleva trabajando intensamente desde su creación en el año 2002 y este índice ha mejorado desde el 2.33 en aquel año, a 1.35 en 2019. Un índice que, aunque aún dista del ideal en igualdad –que sería 1–, es indicativo de que vamos en el buen camino. Cada simple décima –y casi diría hasta centésima– de descenso requiere mucho esfuerzo y tiempo. El índice del CSIC es mejor que el nacional –que es de 1.85– y que el europeo–de 1.64–. Lo que no quiere decir que debamos conformarnos, sino que debemos seguir trabajando para alcanzar el tan deseado equilibrio.

En algunas disciplinas científicas podemos decir que no existe techo de cristal: es el caso de materiales y alimentos. Sin embargo, en otras –como recursos naturales y física–, la situación es bien diferente. Y ahí es donde estamos concentrando nuestro esfuerzo. Globalmente, nos preocupa que los tradicionales gráficos de tijera, que tratábamos de mejorar año a año, ahora se conviertan en gráficos pinza, debido a una disminución clara de la presencia femenina en las primeras etapas de la carrera científica. Debemos centrar nuestros esfuerzos en promover las carreras STEM entre las jóvenes y atraer el talento femenino a la ciencia.

Uno de los problemas a los que suele achacarse es la falta de referentes femeninos. Hay estudios que indican que ya con seis años las niñas se consideran inferiores a sus compañeros masculinos. ¿Qué le dirías a esas niñas y adolescentes que quieren dedicarse a la ciencia, pero que piensan que no van a ser capaces?

Les diría que no se pongan límites y que se dediquen con entusiasmo a lo que realmente les guste. Todos debemos atender a nuestra vocación y perseguir libremente nuestras ambiciones, con confianza, sin prejuicios y sin miedo al fracaso, independientemente de nuestro género. La ciencia significa creatividad y, el conocimiento, libertad; todo ello puesto al servicio de la sociedad. La carrera científica es apasionante y se disfruta de principio a fin. Por otra parte, la presencia de mujeres en las disciplinas científicas y en la tecnología ha sido inferior a la de los hombres, pero su número no ha sido tan pequeño como cuenta la historia. Existen muchos referentes femeninos en ciencia, con una labor desarrollada muy relevante: les invitaría a indagar en los pasados y presentes, y les instaría a esforzarse para aumentar esa lista.

En el CSIC trabajamos para acercar la ciencia desde edades tempranas, con una participación muy activa de nuestras científicas. Desarrollamos actividades en los centros, enfocadas a educación infantil, primaria y secundaria, en las que pueden participar familiares. Y también trabajamos con los docentes. Esto ha quedado interrumpido de forma presencial debido a la pandemia, pero tratamos de mantenerlo en la medida de lo posible a través de la red.

En los 70, cuando las alumnas en las carreras científicas eran menos numerosas que ahora, estudiaste Química orgánica y decidiste dedicar tu carrera a la investigación.  ¿Qué te inspiró a ti?

Me decidí por la carrera de Química gracias a un magnifico profesor que tuve en el colegio. Nos hacía disfrutar con la asignatura: ya en aquella época participábamos activamente en trabajos de laboratorio. Ese mismo profesor me sentó una buena base de matemáticas que completaron los profesores en el curso previo a la universidad, que también fueron excelentes. En la universidad me hicieron disfrutar descubriendo los diversos aspectos de la química, y me quedé prendada de la química orgánica. Con esto quiero poner en valor la importancia del profesorado de primaria y secundaria. La familia también juega un papel muy importante. Una buena combinación de educación en familia y escuela, sin sesgos ni consideraciones añadidas, puede favorecer notablemente la elección de una carrera de ciencias entre las adolescentes. El decidirme por la carrera científica creo que fue una de las mejores decisiones de mi vida.

«Hace 20 años, no percibía ningún tipo de discriminación en el mundo de la ciencia, pero estaba ahí»

Hagamos un viaje al pasado: entre otras cosas, has centrado tus investigaciones en los procesos de conversión del carbón. Viniendo de una tierra en la que la minería lleva agonizando décadas, ¿qué crees que puede aportar la investigación para ayudar a luchar contra el cambio climático y, sobre todo, para que la transición sea justa?

En mi carrera científica he evolucionado de forma importante en la temática de mi trabajo. Comencé estudiando los procesos de conversión del carbón, en sus vertientes de revalorización de subproductos y mejora de eficiencia de los propios procesos para reducir el impacto medio ambiental, y esto me llevó a adentrarme en el mundo de los materiales y conectar con un uso racional de la energía. He trabajado en el diseño de materiales dirigidos a aplicaciones muy diversas, que van desde el sector aeronáutico al almacenamiento de energía y al campo de la salud. En líneas generales, todas las transformaciones requieren el protagonismo del desarrollo científico para llevarse a cabo. A la ciencia le ha correspondido identificar el impacto de las emisiones generadas por el desarrollo humano en el cambio climático, alertando a la sociedad de la necesidad de tomar medidas. También corresponde a la ciencia proporcionar las soluciones tecnológicas que se pueden implementar para luchar contra el cambio climático. Soluciones en almacenamiento de energía que permita la implantación segura de las energías renovables y garanticen la seguridad del suministro. Soluciones en la descarbonización de la industria que van más allá del sector eléctrico y que son tan variadas que necesitan multitud de respuestas. Impacto de ese cambio global en la biodiversidad y en las relaciones entre las especies, que al fin acaban afectando también al ser humano en forma de nuevas enfermedades y pandemias, como hemos visto recientemente. Diseño de estrategias de resiliencia que ayude a las personas a adaptarse a vivir en un mundo cambiante y a los políticos a tomar decisiones responsables y justas que ayuden a la sociedad. Todos estos aspectos se entrelazan como el tejido de un tapiz y deben tratarse de forma coordinada.

La pandemia ha demostrado que la inversión en investigación es fundamental. El objetivo del Gobierno es duplicar los recursos públicos y privados para alcanzar en 2027 el 2,12% del PIB. ¿Por qué cuesta tanto que España sea un país de ciencia?

Los beneficios de las inversiones cuyo retorno es a largo plazo cuestan más de visualizar desde una perspectiva política. En España solo se han logrado sacar de las discusiones electorales los acuerdos sobre pensiones, pero educación y sanidad siguen ahí, al igual que ciencia, sujetas a los vaivenes políticos. Si establecemos un nivel de esfuerzo inversor como el que mencionas, que representa una mejora considerable con respecto a la situación actual, y lo mantenemos en el tiempo veremos los beneficios. El pacto por la ciencia que ha presentado el ministro Duque puede representar un primer paso en este sentido. Por nuestra parte, también debemos esforzarnos en transmitir a la sociedad los beneficios que la ciencia le proporciona. Esto ha mejorado mucho en los últimos años, pero debe mejorar más aún. Si la sociedad es consciente de esos beneficios, nos ayudará a reivindicar esa inversión que, al final, es riqueza, porque se generan recursos de alto valor añadido. Esto nos lleva no solo a avances en el conocimiento, sino a la creación de empresas de base tecnológica, que llevan asociados empleos de calidad.

El de la investigación es un sector donde, tristemente, lo habitual es encadenar contratos temporales o, directamente, tenerse que ir fuera forzosamente al terminar las becas doctorales. ¿Con más inversión se resolvería el problema de la precariedad del sector? ¿Cómo atajar un grave problema como la fuga de cerebros entre los jóvenes científicos?

La inversión sola no disminuirá la temporalidad en nuestro sector, necesitamos estructuras de contratación diferentes que superen el marco de duración de los proyectos, que suele ser muy breve. Sin embargo, debemos contar con que la evaluación continua es necesaria y que un marco temporal más prolongado en el que poder desarrollar proyectos más ambiciosos no es equivalente a permanencia garantizada. La movilidad de los investigadores es buena, abre perspectivas, permite conocer nuevos proyectos y maneras de trabajar. Habremos alcanzado un equilibrio cuando el flujo sea en ambos sentidos y tanta gente talentosa quiera irse como venir, cuando irse no sea una necesidad generada por la falta de oportunidades, sino por el deseo de vivir y trabajar en otros lugares y vivir nuevas experiencias. Cuando haya suficientes proyectos en desarrollo y de suficiente impacto para que los jóvenes más brillantes quieran trabajar en ellos y vengan a buscarlos a nuestros centros de investigación. La situación que me planteas, afortunadamente ya está en parte superada. Las becas doctorales son contratos laborales, desde la Ley de la Ciencia de 2011, y la contratación indefinida de doctores es ya una realidad.  Esto no quiere decir que aún queda un buen margen de mejora, y la carrera tecnológica que está siendo analizada en el Ministerio de Ciencia sería otro paso importante.

«Se han logrado sacar de las discusiones electorales las pensiones, pero educación, sanidad y ciencia siguen sujetas a los vaivenes políticos»

Cuando la urgencia sanitaria pase, ¿crees que la pandemia hará que tengamos más conciencia de la importancia de la investigación?

La experiencia vivida durante este último año de pandemia ha puesto de manifiesto la vital relevancia que juega la ciencia en el progreso y bienestar de la sociedad. Hemos sido testigos de cómo los ojos de todo el mundo se han vuelto hacia los científicos buscando respuestas y medidas para frenar el virus. En el CSIC hemos impulsado una plataforma científica multidisciplinar donde se trabaja en buscar soluciones sumando esfuerzos de científicos de muy distintas temáticas, a la vez que se informa a la sociedad, se resuelven dudas y se combaten bulos con información científica, con rigor, honestidad y seriedad. La sociedad ha tomado conciencia de la relevancia y también de las necesidades de la ciencia en nuestro país, y ha brindado su apoyo al CSIC como nunca antes había ocurrido. Hemos recibido donaciones de empresas y particulares que no solo han sido un refuerzo económico importante para realizar las investigaciones, sino también un respaldo anímico sin precedentes. Creo que la covid-19 ha supuesto un antes y un después en muchos sentidos, y en nuestro caso ha provocado un acercamiento ciencia-sociedad que espero se mantenga en un futuro.

Desde el CSIC se está desarrollando una vacuna contra la covid-19 que utiliza el propio virus modificado genéticamente. ¿En qué punto está el proceso? ¿Cuándo se estima que esté a disposición de la población?

En el CSIC estamos desarrollando tres proyectos de vacunas diferentes, con tres aproximaciones distintas. Todas ellas progresan satisfactoriamente y se está trabajando en paralelo con el sector privado para su producción. La vacuna CSIC-Biofabri desarrollada por el grupo de Mariano Esteban y Juan García Arriaza del CNB-CSIC, en colaboración con la empresa española Biofabri, del grupo Zendal, es la que se encuentra más avanzada en su desarrollo en estos momentos. Esperamos que puedan comenzar la fase clínica en unas semanas, tras los excelentes resultados que se están obteniendo en el laboratorio.

La vacuna basada en replicones no infectivos, desarrollada por el grupo de Luis Enjuanes e Isabel Sola, también en el CNB-CSIC, así como la tercera vacuna del grupo de Vicente Larraga del CIBMS-CSIC, se encuentran en fase preclínica. Los resultados que se están obteniendo son muy esperanzadores. Aunque aún es pronto para aventurar una fecha en la que estas vacunas estén disponibles para toda la población, tenemos grandes esperanzas puestas en ellas y se está trabajando sin descanso para que sea lo antes posible con las máximas garantías.

Para acabar, ¿qué enseñanzas crees que nos han dejado los últimos meses en materia científica?

La experiencia de estos últimos meses nos ha dejado a todos muchas enseñanzas, en todos los ámbitos de la vida, como por ejemplo nuestra gran vulnerabilidad. Si tuviera que destacar alguna en materia científica sería el tremendo progreso que somos capaces de realizar, en un tiempo récord, cuando se fomenta la colaboración multidisciplinar y se dispone de los recursos suficientes. Es muy importante ser conscientes de nuestro potencial, que en un año se hayan podido dar respuestas y soluciones a un virus desconocido como este. El CSIC ha sido capaz de desarrollar test de diagnóstico con mayor fiabilidad que los que se conocían, mascarillas con un alto nivel de protección y con viricida, y todo ello ya está disponible en el mercado desde hace tiempo. Tenemos desarrollados sistemas de detección del virus en aire y en aguas para ayudar a controlar la transmisión del virus. Se están desarrollando proyectos de tratamientos como vacunas y antivirales. Y todo ello fruto de un gran esfuerzo de colaboración con empresas y otras instituciones públicas. Espero que todo esto que hemos iniciado se mantenga y se fortalezca, que no haya sido algo puntual. Tenemos un gran potencial en ciencia y es nuestro deber aprovecharlo al máximo.

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