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Finanzas sostenibles para un mundo en reconstrucción

Las finanzas sostenibles se han convertido en los últimos años en un inesperado pero más que bienvenido aliado del medio ambiente y los colectivos más vulnerables.

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19
noviembre
2020

Las inversiones ESG (environmental, social and governance, o lo que es lo mismo, de orientación medioambiental, social o de buen gobierno) representan ya un tercio de los activos globales que se mueven en los principales mercados. Según el último informe ‘Global Sustainable Investment Alliance‘, estas inversiones de base sostenible movieron en el ejercicio 2018 un volumen de 30.700 millones de dólares en todo el mundo.

También en España, donde las inversiones socialmente responsables están cobrando una enorme importancia en el ámbito financiero. «A largo plazo no ser sostenible implica dejar de ser rentable. Finanzas, desarrollo futuro, creación de riqueza global o calidad son elementos que deben ir entrelazados en las decisiones de inversión», asegura Pedro del Pozo, director de inversiones Financieras de Mutualidad de la Abogacía. Esta entidad destinó durante el pasado ejercicio 146 millones de euros (el 21% de sus inversiones totales en renta fija, variable y fondos de inversión) a activos sostenibles, socialmente responsables, infraestructuras, energías limpias y proyectos relacionados con el envejecimiento poblacional o la salud.

Pedro del Pozo: «a largo plazo no ser sostenible implica dejar de ser rentable»

Cambio de paradigma

El batacazo económico de la crisis de 2008 y sus dramáticas secuelas parecen haberle abierto los ojos a grandes y pequeños inversores, que cada vez escrutan con mayor atención el destino que se da a su dinero. Del Pozo cree que el mundo financiero debe envolverse de responsabilidad, y «no como un input más en la toma de decisiones de gestión, sino como el marco general de su actividad». Para este experto las empresas y agentes económicos que no logren este vínculo con la sostenibilidad «no serán opciones de viables de inversión en un futuro en el que el ‘cómo’ será tan importante como el ‘qué’».

Y no sólo por cuestiones éticas. Las valoraciones o ‘rating’ que se hacen de los distintos fondos de inversión y carteras de productos financieros cada vez prestan más atención a los criterios sostenibles como fuente de rentabilidad. Algo que tiene muy presente los grandes inversores institucionales, que son los que aglutinan el 90% de estas inversiones. María Caballería, gestora de patrimonio en Mutualidad de la Abogacía, confirma que los farctores «de sostenibilidad, sociales o de gobernanza impactan positivamente en la valoración de los activos».

A ello está contribuyendo la transparencia informativa que poco a poco va impregnando los tradicionalmente opacos mercados financieros. Consumo responsable, ahorro y educación financiera se revelan como los grandes motores que guiarán las inversiones futuras. «La educación financiera ha sido tradicionalmente una gran olvidada de la formación académica. No se trata de crear economistas, sino de formar ciudadanos que tomen mejores decisiones de ahorro o inversión. Una mejor educación financiera, enfocada esencialmente en el largo plazo, supone un excelente factor de corrección en las crisis que contribuye a minorar sus efectos», dice Del Pozo.

Construcción sostenible

El ladrillo, en muchos aspectos motor y cruz de la economía española desde hace décadas, es otro de los sectores que está encontrando una segunda vida en los modelos sostenibles. En esa senda, Mutualidad de Abogados se encuentra en trámites para incorporar la etiqueta BREEM, la certificación de construcción sostenible más extendida en el mundo, para los principales activos de su portafolio de inversiones inmobiliarias. «La sostenibilidad, garantizada en este caso a través de un sello calidad como BREEAM, es un elemento fundamental para nosotros y nuestros clientes porque, gracias a ella no solo sabremos que estamos haciendo las cosas bien, sino que podremos demostrarlo», subraya María Caballería.

Una nueva concepción de inversión financiera, menos agresiva y más consciente del papel crucial que sus actuaciones juegan en su entorno, se abre camino. Estas finanzas sostenibles dibujan un nuevo horizonte de convivencia para dos conceptos que parecían antagonistas irreconciliables. El legítimo derecho de los inversores a obtener beneficios por sus desembolsos, y el no menos reivindicable derecho del resto del planeta a que esas inversiones redunden en el bien común. «Desde hace unos años no se contempla ningún crecimiento económico que no tenga el apellido sostenible, asegura el director de inversiones de Mutualidad de Abogados. Y es que, «sencillamente», concluye Del Pozo, «el desarrollo del futuro será sostenible o no será futuro».

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