Economía

Volver a la producción nacional: ¿una nueva realidad económica?

Durante décadas, la industria española, como en otros tantos países occidentales, ha ubicado gran parte de su producción en lugares como China o India debido a los bajos costes. Ahora, la pandemia pone de relieve la necesidad de tener cierto grado de autonomía para fabricar nuestros propios productos médicos y farmacéuticos.

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Guilherme Santiago
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24
julio
2020

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Guilherme Santiago

«Mascarillas agotadas». «No queda gel hidroalcohólico». A los pocos días de la irrupción del coronavirus en España, las farmacias de nuestro país se vieron obligadas a colgar carteles con frases semejantes para anunciar el desabastecimiento de esos dos productos. Habituadas a la antigua normalidad, donde el stock de material sanitario era suficiente para atender la demanda de la población, estos comercios se vieron sobrepasados por la demanda repentina de miles y miles de mascarillas y geles desinfectantes por parte de la población. Lo poco que tenían se agotaba pronto, no había fecha de llegada de material nuevo y la gente seguía presentándose frente al mostrador. Se trata de un ejemplo más de los riesgos que conlleva tener la producción de numerosos sectores industriales descentralizados fuera de nuestras fronteras, tanto nacionales como continentales. Durante décadas, la industria española, como en otros tantos países occidentales, ha ubicado gran parte de su producción en lugares como China o India debido a los bajos costes de producción. Estas dos regiones han actuado como la ‘despensa del mundo’ durante años, pero el coronavirus y los consecuentes cierres de fábricas y fronteras como medida preventiva contra el virus ha llevado a plantearse la necesidad de impulsar nuevos escenarios económicos en el futuro. La pregunta es obligada: ¿Es este el fin de la deslocalización industrial?

En las últimas semanas, algunos líderes europeos han rescatado el discurso de la relocalización. El presidente francés, Emmanuel Macron, fue uno de los primeros en declarar que la práctica de producir fuera de sus fronteras «ya no era sostenible». Por su parte, el comisario europeo de industria, Thierry Brenton, anunció que «la globalización había ido demasiado lejos». De hecho, la presión del Gobierno francés por recuperar tejido industrial ha sido uno de los motivos que ha llevado a la firma de automóviles Nissan a cerrar su planta en Barcelona.

A pesar de que empezamos a ver algunos ejemplos de relocalización provocados por la aparición del COVID-19, Carmen Martínez, profesora del Departamento de Análisis Económico Aplicado de la Universidad de Alicante, asegura que todavía no es posible predecir cómo esta pandemia alterará el paradigma económico actual. La única referencia histórica que puede tenerse en cuenta a la hora de hablar sobre la deslocalización es la crisis económica de 2008, que obligó a numerosas empresas a relocalizar sus fábricas dentro de nuestras fronteras dada la repentina caída de demanda. «El problema surgió porque el modo de producción en China es a lo grande y con mucha antelación, por lo que una empresa deslocalizada tiene que calcular su producción con tiempo y en grandes cantidades», explica Martínez. Y añade que, «con la caída de la demanda, las tiendas no se atrevían a trabajar con tanta antelación así que ya no salía tan barato este tipo de producción».

Entre los años 2014 y 2018 nuestro país registró hasta 12 casos de relocalizaciones industriales

Según la base de datos de la organización European Reshoring Monitor, que hasta hace dos años se dedicó a defender la relocalización y a seguir el rastro de las empresas que volvían a su lugar de nacimiento, entre los años 2014 y 2018 nuestro país registró hasta 12 casos de relocalizaciones industriales; una cifra muy distinta de las del Reino Unido, que en el mismo periodo recuperó la producción de 44 empresas; Italia (39), Francia (36), Dinamarca (19), Noruega (19), Alemania (17) y Suecia (17). «Es importante entender algo», advierte Martínez. «Es importante entender que cuando España decidió deslocalizar fue porque era un país muy exportador que, de no haberlo hecho, hubiera tenido que competir contra estados que producían con costes mucho más baratos… y eso resultaba muy complicado», recuerda Martínez.

Nuestro país ha vivido dos grandes oleadas de deslocalizaciones: la primera con la entrada en el Mercado Único en los años 80 y la segunda a principios del siglo actual, con la ampliación de la Unión Europea. En un primer momento, los sectores más afectados fueron los tradicionales –textil, calzado y juguetes– aunque posteriormente se extendieron a otros de enfoque tecnológico como los productos informáticos, electrónicos y ópticos. Martínez explica que ubicar las plantas de producción en el extranjero ha ayudado a crecer a las empresas porque ha permitido una mayor productividad. Sin embargo, también ha influido negativamente sobre el empleo en España, ya que deslocalizar la producción significa eliminar los puestos de baja cualificación y dejar dentro de nuestras fronteras aquellos más especializados que requieren de títulos universitarios como por ejemplo Publicidad, Comunicación o Finanzas.

La crisis del coronavirus ha resaltado la necesidad de cierto grado de autonomía para producir productos médicos y farmacéuticos propios. Así lo resume la organización europea Interreg Europe, que prevé que la pandemia probablemente acelere la relocalización de industrias y políticas estratégicas en favor de la autonomía industrial de la Unión Europea. Además, la organización señala al conocimiento y a la innovación tecnológica –y no a los costes de producción–, como «los determinantes para ganar ventaja competitiva y favorecer la vuelta de la industria a la Unión Europea».

Sin ir más lejos, a principios del mes de abril, cuando el coronavirus atacaba de forma más dura a nuestro país, el Gobierno llegó a un acuerdo con la empresa Hersill, fabricante de material sanitario como los preciados ventiladores, para aumentar su producción hasta los 100 respiradores por día. Esta empresa de la localidad de Móstoles es la única que fabricaba íntegramente en España, con lo que se ha ahorrado los problemas que otras compañías que exportaban sus productos a nuestro país han tenido debido al control fronterizo de estas últimas semanas. En esta línea, también se llegó a un acuerdo con la compañía automovilística Seat para redirigir su producción y empezar a fabricar 300 respiradores no invasivos al día.

La pandemia ha resaltado la necesidad de cierto grado de autonomía para producir productos médicos y farmacéuticos propios

En esta línea, el año pasado, el Consejo Económico y Social (CES) sostenía que la deslocalización era uno de los motivos por el que la industria manufacturera española ha sufrido «una significativa pérdida de peso en el conjunto de la actividad económica». En el informe La industria en España: propuestas para su desarrollo, este organismo contempla «reforzar la coordinación entre los distintos niveles de gobierno con competencias en la materia, de manera que se logre un mayor grado de armonización regulatoria y fiscal que evite las deslocalizaciones industriales basadas en ventajas regulatorias y fiscales».

Los sindicatos españoles también sido muy críticos con este fenómeno e incluso la Estrategia Industrial aprobada por la Comisión Europea a principios de marzo como parte del European Green Deal ha adquirido especial relevancia en el escenario actual al afirmar que la pandemia ha evidenciado la urgencia de reducir la deslocalización industrial, ya no solo porque daña el tejido empresarial nacional, sino que provoca daños medioambientales por requerir mayores necesidades de transporte y de recursos. En este sentido, el documento destaca que «la autonomía de Europa reside en reducir la dependencia de otros para los productos más necesarios como la tecnología, alimentación o infraestructura para que la industria europea pueda desarrollar sus propios mercados y así potenciar su competitividad».

La profesora e investigadora Carmen Martínez insiste en que todavía es pronto para saber qué ocurrirá con la industria española post-COVID19, pero asegura que el virus «ha sumado motivos al plan de España y la Unión Europea de intentar fomentar la relocalización con el objetivo de que la industria crezca en nuestro país». Y concluye: «La falta de mascarillas ha servido de ejemplo. Lo más seguro es que aparezcan iniciativas, tanto privadas como por parte del gobierno, para fomentar que la industria vuelva a casa».

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