Mares circulares: mensaje en una botella
Aunque al imaginarnos un vertedero pensemos en las montañas de basura que se acumulan en tierra, las profundidades del océano albergan millones de objetos desechados por el ser humano. Iniciativas como el programa Mares Circulares de Coca-Cola quieren darle la vuelta a las cifras: solo el año pasado, 89 barcos pesqueros y 11.000 personas se encargaron de recoger más de 313 toneladas de residuos plásticos en nuestras costas.
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COLABORA2020
Sin verlo, con cada bocanada de aire, nuestros pulmones se llenan de humo. Al dar un sorbo de agua, también tragamos una cantidad difícilmente calculable de diversos derivados del petróleo. Si, como decía Antoine de Saint Exupèry, «lo esencial es invisible a los ojos», lo dañino a veces también lo es. Aunque, muchas otras, no precisamos sacar la lupa para darnos cuenta de su presencia: a los millones de micropartículas que flotan en el océano, se suman otros desechos macro en forma de cartones de leche, botellas, colillas, pañales o bolsas de plástico. Se calcula que alrededor de 100 millones de toneladas de residuos plásticos acaban depositadas en la naturaleza y una décima parte va a parar al mar, donde se introducen en las rutinas de mamíferos marinos, peces, anfibios, reptiles y aves, que a menudo mueren ahogados o intoxicados por ellos.
Durante siglos hemos obligado al océano a engullir todo aquello que nos estorbaba bajo la peligrosa máxima de que, si no vemos un problema, este no existe. A pesar de los diez años de experiencia de la Asociación Vertidos Cero, su directora de proyectos, Estíbaliz López Samaniego, aún se muestra sorprendida por la cantidad (y variedad) de residuos que los barcos arrastran hasta los puertos españoles: carcasas de ordenador, bolsas de plástico, botellas, aparejos, redes, cabos, trajes de agua, botas, guantes… e incluso el fuselaje de un avión de la Segunda Guerra Mundial. Aunque no es de extrañar, sobre todo si tenemos en cuenta que, según el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), cada vez que un pesquero sale a faenar, regresa con un 40% de basura entre su captura. Pero esa pesca tan peculiar varía según el mar en el que nos zambullimos: «En el Atlántico encontramos menos cantidad de objetos, pero son más pesados: materiales industriales, estructuras metálicas o grandes redes, por ejemplo. Sin embargo, en el Mediterráneo aumentan en número y ganan en ligereza. Serán residuos más parecidos a los de nuestros hogares, como envases, juguetes, bolsas…», explica López Samaniego.
Ana Gascón: «Los pescadores son agentes de cambio positivo que buscan soluciones a los problemas del mar»
Debido a esa abundancia de basura en el agua, los pescadores y marineros son uno de los colectivos más concienciados y sensibilizados con el cuidado y protección de su sustento. Los arrastreros del puerto de Gijón, por ejemplo, llevan años buscando una solución para reducir la cantidad de desechos que se encuentran en los fondos marinos. «Este tipo de pesqueros suelen faenar en el mismo cuadrante. Su rutina es siempre la misma: tiran la red y recogen residuos marinos. Si los vuelven a tirar a la mar, mañana volverán a recogerlos, así que lo lógico para ellos es traerlos a tierra y que, aquí, se gestionen», explica Beatriz Castro, representante de la Lonja de Gijón. Hasta hace apenas un año, los pescadores del puerto asturiano llevaban la basura recogida en alta mar a la costa, pero allí no había ningún programa que asegurase su gestión y reciclado adecuado. Desde la incorporación del puerto a la iniciativa Mares Circulares, impulsada en 2018 por Coca-Cola, disponen de una gestión de residuos inteligente mediante la que se reciclan y reutilizan todos los materiales aprovechables. Ahora, como indica Castro, los pescadores se aseguran de que esa basura que llevan a puerto no acabe en un vertedero, ni se entierre ni se incinere.
Los últimos esfuerzos del programa se centran en darle voz a los pescadores, una profesión muchas veces olvidada e invisibilizada, pero esencial para el funcionamiento de nuestra sociedad. Ana Gascón, directora de Responsabilidad Corporativa en Coca-Cola Iberia, tiene claro que esta iniciativa ha de servir para romper los estereotipos creados en torno a este colectivo. «La gente que trabaja en la mar está muy sensibilizada, quiere aportar su granito de arena en su bienestar y está deseando que haya proyectos que pongan en valor su trabajo. Por eso, entre otras cosas, queremos reivindicar el papel del pescador como agente de cambio positivo, que soluciona los problemas del mar», reivindica.
Cada vez que un pesquero sale a faenar, regresa con un 40% de basura entre su captura
El año pasado, Mares Circulares –que cuenta con la colaboración de más de cuatrocientas entidades públicas y privadas, entre las que se incluye el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación (MAPAMA)–, se extendió a 1.206 hectáreas de costa española y portuguesa, que incluyen 100 playas y 21 entornos naturales protegidos. El ejemplo del puerto gijonés es solo uno de tantos: de manera voluntaria, 89 barcos pesqueros y 11.660 personas se encargaron de recoger en 2019 más de 313 toneladas de residuos en nuestras costas, entornos acuáticos y fondos marinos. Este año, Coca-Cola pretende continuar esta labor para que todas esas peque.as acciones en nuestros ecosistemas nos ayuden a conseguir grandes cambios en el medio ambiente.
Pero el proceso no termina con las recogidas. «Tenemos el compromiso de recoger todos nuestros envases para que ninguno de ellos termine como residuo, especialmente en los océanos. Por eso, esta iniciativa no solo consiste en la limpieza de costas, fondos marinos y entornos acuáticos, sino también en la sensibilización y formación de la ciudadanía y en el impulso de la economía circular», puntualiza Carmen Gómez-Acebo, directora de Responsabilidad Corporativa de Coca-Cola European Partners Iberia. Para esta última labor, Coca-Cola apuesta firmemente por la innovación y la investigación y, por eso, apoya startups y estudios relacionados con la circularidad de la economía.
El futuro del reciclaje
Todos los residuos recogidos por Mares Circulares son catalogados y procesados pero, aunque el reciclaje es una parte fundamental del proyecto, el proceso de degradación de algunos de los plásticos que se pescan en las profundidades de los océanos los hace prácticamente irreciclables. O, al menos, lo eran hasta que llegaron a las manos de la neerlandesa Ioniqa Technologies. «A través de la innovación y la investigación de nuevas tecnologías de reciclaje químico, nuestro partner en Países Bajos ha fabricado la primera botella para uso alimentario que contiene un 25% de plástico reciclado procedente de PET en mal estado recogido en esas limpiezas de nuestras costas», asegura Gómez-Acebo.
Este envase, que ha conseguido cumplir los más estrictos criterios de seguridad alimentaria que existen, aspira a ser la norma a finales de esta década. La botella es solo el resultado visible de una andadura que comenzó con el compromiso de Coca-Cola de que todos sus envases fuesen totalmente reciclables, de retirar el plástico innecesario y de que, en 2025, se recupere el equivalente al 100% de las botellas que Coca-Cola ponga en el mercado. «Nos hemos comprometido a que todos nuestros envases se fabriquen, en su totalidad, con material reciclado o procedente de fuentes renovables», explica Gómez-Acebo. Para alcanzar su objetivo de abandonar por completo el uso de plástico virgen procedente de fuentes fósiles, el nuevo prototipo de botella fabricada con residuos marinos podría ser parte de la solución. Como admite Gascón, Coca-Cola quiere que el uso de este tipo de material acabe siendo la norma en sus botellas de plástico para que en 2022 pasen de un 25% a un 50% de este material en su embotellado para, poco a poco, alcanzar el 100%.
Para impulsar la investigación y el I+D+i necesario en la búsqueda de alternativas más sostenibles para el envasado, en 2019, desde Coca-Cola invirtieron 180 millones de euros en Europa Occidental. Si este tipo de residuos tardan hasta 500 años en degradarse, reutilizar al máximo todos los materiales es –además de la mejor manera de impulsar la economía circular– la única forma de hacer que nuestro planeta no tenga que enviar su último mensaje de socorro dentro de una botella.
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