Medio Ambiente

¿Qué podemos esperar de la COP25?

La COP25 que se celebra en Madrid promete ser la última gran cita del año para luchar contra el cambio climático. Cristina Monge, Federico Buyolo y Juan López de Uralde analizan para Ethic los grandes retos que se abordarán estas dos semanas.

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02
diciembre
2019

«Se agota el tiempo para cumplir con el Acuerdo de París». Esta advertencia planea sobre la cumbre del clima de la ONU (COP25) que se celebra en Madrid y que pretende cerrar las negociaciones sobre el reglamento del desarrollo del Acuerdo, que comenzará aplicarse a partir de 2020.

Han transcurrido cuatro años desde que 195 países firmaron este histórico pacto para detener el aumento de la temperatura global por debajo de 2ºC (y luego, por debajo a 1,5º). Sin embargo, hace apenas dos meses el secretario general de Naciones Unidas, António Guterres, se mostró tajante: los planes de recorte de emisiones de los Estados están siendo insuficientes. Desde entonces, la Comisión Europea –con un nuevo gobierno recientemente constituido bajo el liderazgo de Ursula von der Leyen– ha declarado a Europa en situación de emergencia climática, el presidente estadounidense Donald Trump ha ratificado su salida del Acuerdo de París y España se ha convertido en una figura clave en el contexto internacional tras ofrecerse a organizar en tiempo récord la cumbre mundial que Chile ha renunciado a acoger por los episodios de violencia que están sacudiendo al país.

¿Qué podemos esperar de la COP25? ¿Lograrán las partes definir una más ambiciosa hoja de ruta común contra el cambio climático? ¿A qué retos se enfrenta la nueva Comisión Europea? ¿Qué supone para España ser la anfitriona de la conferencia de Naciones Unidas?  Tres expertos responden.


«Si la COP25 es un éxito, el mundo va a pedirnos una mayor exigencia en materia climática»

Cristina Monge. Politóloga y asesora ejecutiva de Ecodes

No tengo claro lo que podemos esperar, pero sí lo que deberíamos querer. Lo primero, me gustaría que se multiplicase el compromiso de los diferentes Estados en la reducción de emisiones y se reforzase el compromiso financiero para que el fondo verde estuviese bien dotado y la transición fuese justa.

Ahora el principal foco está puesto en que las reducción de emisiones de las partes sea más ambicioso, por eso es complicado generar una hoja de ruta global. Es cierto que el gesto del Parlamento Europeo de aprobar una declaración de situación de emergencia climática es un primer paso y tiene su peso político, pero lo que hay que hacer inmediatamente es ponerse a elaborar una estrategia mucho más ambiciosa en la reducción de emisiones que permita resolver esa emergencia.

Ese va a ser el primer reto al que se enfrente el nuevo equipo de Gobierno de la Comisión: gestionar el incremento de la reducción de emisiones. Porque el objetivo de descarbonización 2050 queda muy lejos. Hay que ser más ambiciosos. Por tanto, se debería poner en marcha una estrategia de transición justa en el conjunto de la Unión Europea. Sin olvidarse de un desafío de tal magnitud como lo son los flujos migratorios, muchos de ellos fruto del cambio climático.

Al acoger la cumbre en tiempo récord y de forma improvisada, el Gobierno está buscando un reconocimiento de liderazgo en la materia. A partir de ahí, si la cumbre es mínimamente exitosa, España se situaría en un puesto relevante en los temas de cambio climático a nivel internacional. Sin embargo, si eso sucede, el mundo también nos va a pedir una mayor exigencia, que seamos más innovadores, más pioneros y, por tanto, más ambiciosos en materia climática.


buyolo«Se hace evidente la necesidad de acelerar todas las políticas y acciones para cumplir con los objetivos marcados de París»

Federico Buyolo. Director de la Oficina del Alto Comisionado para la Agenda 2030

Esta COP es diferente porque no solamente es una cumbre de negociación, sino que es una cumbre de participación ciudadana. Y eso es lo que la hace diferente a las anteriores. Además, nos encontramos en un momento en el que se hace evidente la necesidad de acelerar todas las políticas y acciones para que lleguemos realmente a cumplir con los objetivos marcados en París. Esta conferencia de Naciones Unidas va a ser el paso adelante para sentar las bases de la aceleración.

Nos encontramos también ante el escenario ideal para crear una hoja de ruta común. Europa ha sido la primera en declarar la emergencia climática y el Secretario General de Naciones Unidas lo hizo también hace unos meses. Ahora, a pesar de que el presidente Trump anunció que no va a cumplir con los acuerdos, 190 países acudirán a la cumbre a comprometerse con una hoja de ruta y, sobre todo, a acelerar los procesos para que esa estrategia sea una realidad. Y no solo serán los Gobiernos, empresas e instituciones los que se comprometan, también lo hará la sociedad civil española. Es el momento de poner en marcha lo que es el eslogan de la COP: «Es tiempo de actuar».

Las negociaciones que se produzcan del 2 al 13 de diciembre en la cumbre servirán de base para que Europa se preste a liderar el cambio. Históricamente Europa ha sido siempre la que ha liderado las transformaciones sociales y la que tiene el contrato social más potente del todo el mundo. Ahora también tienen la posibilidad de ser ese referente en el ámbito medioambiental. Entre las competencias que van a tener los nuevos comisarios, y que no tenían antes, es que cada uno tiene que preocuparse de los objetivos  económicos, sociales y medioambientales ligados a la Agenda 2030.

Ser los anfitriones de la COP25 no solo significa mejorar la reputación de España en la lucha contra el cambio climático, es también una apuesta por las políticas internacionales de sostenibilidad. A nivel ciudadano significa, implica y se está demostrando la fortaleza de la ciudadanía en entender que luchar contra el cambio climático está en nuestras manos y que el tiempo de actuar es ahora. La ciudadanía española ha demostrado en estas tres semanas que llevamos organizando la cumbre que no se trata de organizar un evento, sino de comprometerse con el futuro del planeta.


«Mientras haya países frenando la lucha contra el cambio climático, es difícil pensar que haya una hoja de ruta común»

Juan López de Uralde. Activista medioambiental, fundador de Equo y actual diputado de Unidas Podemos

En cuanto a resultados, esta es una cumbre de transición en la que lo que se puede esperar es terminar algunos aspectos que están por concluir, como la hoja de ruta para el cumplimiento de los Acuerdos de París o el global funding. En general, en este momento histórico con los datos que se han conocido recientemente del incremento de la concentración de CO2, la cuestión es: ¿se va a acelerar la ambición climática de los países o no? Desgraciadamente, los datos actuales son terribles y la falta de compromiso es muy desmotivante y desmoralizante.

En la medida en que hay países que realmente están no solo no avanzando, sino poniendo freno a la lucha contra el cambio climático –como es el caso de Estados Unidos, de Brasil y los tradicionales países petroleros como Arabia Saudí–, realmente es difícil pensar que pueda haber una hoja de ruta común. Pueden establecerse unos mínimos y, a partir de ahí, los países deberían aumentar su ambición. Tenemos que olvidarnos de pretender, en las circunstancias actuales, un objetivo común. Eso nos puede frenar. Si todos esperamos a que países como Estados Unidos o Brasil se incorporen a un acuerdo global cuando lo que están haciendo es desvincularse, sería difícil avanzar.

En Europa, el principal reto que tenemos es el de la descarbonización, que afecta a todos los sectores. Algunos, como el del automóvil, es un sector sensible en Europa porque genera muchísimo empleo y, por lo tanto, uno de los grandes retos: conseguir convertir el modelo basado en los combustibles fósiles a un sector que sea limpio, electrificado y todo ello arrastrando el empleo. No va a ser fácil.

Desde el primer momento hemos sido favorables a que España acogiese la cumbre. En primer lugar, porque supone que la cumbre se celebre y es importante, puesto que después de la negativa de Chile había un riesgo de que no se celebrase. Eso hubiese provocado una parálisis del progreso multilateral que, aunque insuficiente, es el único en este momento para hacer frente al cambio climático. Para España es positivo porque supone un aumento, durante los próximos quince días, de las conversaciones en nuestro país sobre el cambio climático y se va a mostrar claramente de qué manera la política mundial se vuelca en esta cumbre. Además, vivir una cita internacional como esta en la que va a haber grandes movilizaciones, como la del día 6 –que espero que sea masiva–, será positiva e influirá para que, si queda algún rescoldo de escepticismo, este se ilumine.

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