Opinión

COP25: una cita pendiente con el conocimiento y la justicia

Sería una temeridad que no se sellase una alianza entre el mundo del conocimiento y el de la toma de decisiones.

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05
diciembre
2019

El lunes arrancó la COP25 en Madrid en un momento intenso para la vida política española, europea y global. De todos los problemas de los que debatimos habitualmente en la esfera pública, el cambio climático es uno de los que más efectos va a tener sobre el conjunto de nuestras vidas.

Durante esta semana y la próxima, se están dando cita en Madrid expertos, activistas, divulgadores, comunicadores, educadores, empresas, y la práctica totalidad de los negociadores y responsables políticos de los que dependen buena parte de las políticas climáticas. El momento es crucial, y nadie, salvo los muy irresponsables, pueden obviarlo. La ciencia lo advierte, con práctica unanimidad, y muestra las evidencias recogidas durante años de investigación. El tiempo de actuar es ahora. Aunque el cambio climático ya está aquí y ha venido para quedarse, cada grado de incremento medio de la temperatura del planeta que consigamos evitar estaremos salvando millones de vidas humanas. Cuanto más tardemos en acelerar, más difícil será.

Esta cumbre va a ser clave para incrementar el compromiso de reducción de emisiones de los países, para dotar de fondos suficientes a la transición que hay que acelerar, para regular cuestiones fundamentales como los mercados de emisiones, y para poner de relieve cómo muchos de los efectos del cambio climático se están sintiendo ya de forma especialmente grave sobre las poblaciones más vulnerables. Si el Acuerdo de París en 2015 abrió un camino para iniciar la gran transición necesaria, la concreción de muchos de sus factores dependen de lo que se decida estos días.

Si el Acuerdo de París en 2015 abrió un camino para iniciar la gran transición necesaria, su concreción depende de lo que se decida estos días

De esta cumbre, por tanto, habría que esperarlo todo: más ambición, más medios, más compromiso, más velocidad. Si hubiera que priorizar y sintetizar, diría que de todo lo que se puede esperar, hay dos compromisos ineludibles: uno con el conocimiento y el otro con la justicia. El primero debería sellar una alianza entre el mundo del conocimiento y el de la toma de decisiones políticas. Resultaría una temeridad que fuera de otra manera. El segundo supone asumir que la transición que hay que acelerar tiene que ser justa. De lo contrario, no será.

El día 13 de diciembre, cuando finalice la cumbre, hablaremos de los compromisos concretos de reducción de emisiones, de la actitud de China, de si la ambición de la Unión Europea ha sido o no suficiente o del papel de España como país anfitrión. Les propongo que, además de fijarnos en estos asuntos, miremos al fondo de la cuestión y nos preguntemos por el compromiso con el conocimiento y con la justicia. Si vemos que, efectivamente, los Gobiernos del mundo han iniciado este camino, significará que se habrá dado un gran paso.

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