Cultura
‘Years and years’: el futuro ya está aquí
La aclamada serie de HBO retrata una sociedad distópica que no difiere tanto del camino que toma el presente. El auge del populismo y la extrema derecha, una grave crisis migratoria y el estallido de una nueva burbuja financiera planean sobre el horizonte… ¿solo de la ficción?
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COLABORA2019
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«Tenemos el mundo que nosotros hemos construido. Tenemos lo que merecemos». Esa frase demoledora podríamos decirla cualquiera de nosotros en múltiples contextos, o publicarla en Twitter como comentario a un sinfín de noticias de actualidad. Sin embargo, la pronuncia la abuela de la familia Lyons, la protagonista más anciana de Years and years, en una comida familiar en la que sus nietos se lamentan –como podríamos hacer nosotros– sobre la difícil realidad que les está tocando vivir.
Muriel se muestra implacable: no hay que buscar culpables en los bancos, en los políticos o en el cambio climático, nosotros mismos somos los que lo hemos provocado con nuestros actos. «Vemos una camiseta que cuesta una libra y la compramos. No me gusta ni la necesito, pero me servirá como camiseta interior. El vendedor se lleva cinco míseros peniques por la camiseta y el campesino en su tierra recibe 0,01 peniques. Y nos parece bien a todos y compramos ese sistema de por vida. Yo vi cómo se iba a pique cuando comenzó en los supermercados. Cuando sustituyeron a las cajeras por cajas de autoservicio. No hicisteis nada. ¿Escribisteis cartas de queja? No, os pareció mal pero dejasteis que pasara. Aquellas mujeres han desaparecido y nosotros lo permitimos».
El planteamiento de ese discurso de la matriarca de los Lyons sirve para vertebrar y resumir –sin destripar demasiados detalles– el trasfondo de esta serie, que se ha convertido en una de las revelaciones de la temporada. Aunque su estreno se vio eclipsado por el fenómeno de Juego de tronos, en estos últimos meses se ha convertido en una de las joyas de la corona de HBO y en una de las creaciones favoritas del público y de la crítica especializada, que la ha calificado como una de las mejores producciones de lo que va de año. El argumento de esta ficción creada por Russell T. Davies para la BBC es aparentemente sencillo: la historia de los Lyons, una familia inglesa, a lo largo de quince años muy convulsos para la sociedad británica en el plano social, político, económico y tecnológico.
Cuando la serie pone su punto final en el año 2026, lo que parece la foto de una sociedad distópica en verdad no lo es tanto. Eso es precisamente lo que la hace irresistible –y, en cierto modo, aterradora– para el espectador: a lo largo de los diez capítulos, el avance de los acontecimientos dibuja un panorama que se parece más a la realidad que a la ficción… Al menos en estos cuatro aspectos. [A partir de aquí, advertimos de que este artículo puede contener pequeñas trazas de ‘spoiler’ que no te destrozarán la serie, pero que quizá quieras evitar si prefieres no conocer ningún detalle antes de ponerte frente a la pantalla].
Populismo: donde los extremos se encuentran
Una mujer de éxito en el mundo empresarial se convierte en ídolo del pueblo porque, en una tertulia de televisión, reconoce que le preocupa más la situación del pueblo británico y que el conflicto de Israel y Palestina «le importa una mierda» («I don’t give a f*ck», en la versión original). A raíz de ese comentario, su popularidad mediática se dispara y funda su propio partido, que bautiza como el Partido de las Cuatro Estrellas en homenaje a ese asterisco, y comienza una carrera política que crece como la espuma.
Promesas de bienestar y crecimiento para los británicos, para la gente normal, enfrentamientos con Europa, brutales políticas contra la inmigración… Aunque en este caso quien llega al poder es una mujer –magistralmente interpretada por Emma Thompson– es inevitable ver en Vivienne Rook el alter ego de Donald Trump con sus gestos, sus actuaciones impulsivas y su traducción automática de lo «políticamente incorrecto» como aquello que el pueblo quiere oír.
Aunque el personaje recuerde en su perfil (y mucho) al magnate norteamericano, su discurso no dista mucho de los líderes de extrema derecha que cada vez proliferan más en todo el mundo, Europa incluida. Pero la serie no se limita a esta tendencia ideológica en preocupante alza: también se menciona cómo los líderes de naciones gobernadas por la extrema izquierda acaban por tomar medidas similares que restringen los derechos de los ciudadanos de sus países y, sobre todo, de los extranjeros.
La crisis de los refugiados y el fin de las libertades
Una de las tramas más sensibles e impactantes de la serie es la que refleja uno de los mayores problemas de la sociedad distópica que se retrata en Years and years: cómo la crisis de los refugiados se agrava más y más en todo el continente y acaba desembocando en situaciones límite que recuerdan a los tiempos más oscuros de la Europa antes y después del estallido de la II Guerra Mundial.
En la serie, la expansión de políticas xenófobas se expande por todo el continente, sin importar la ideología de los Gobiernos
Precisamente la llegada masiva de migrantes que huyen del horror se convierte en el caldo de cultivo perfecto para el auge de los partidos de extrema derecha, que expanden –fake news mediante, por supuesto– sus mensajes xenófobos y se ven legitimados por las urnas para implantar medidas cada vez más restrictivas y severas. No en vano, son los ciudadanos los que les aúpan en el poder y van perdiendo progresivamente la empatía hacia los refugiados que hasta hacía poco querían proteger. Aunque la acción se localice en el Reino Unido, la historia muestra cómo las políticas antimigratorias se van extendiendo cómo un virus por todo el continente, obligando a millones de personas a un éxodo perpetuo de país en país a medida que las corrientes políticas más extremistas van alcanzando los Gobiernos en naciones que antes eran seguras y les garantizaban el asilo. El aumento de la violencia, las deportaciones masivas y la proliferación de mafias que se lucran de los más vulnerables son solo las primeras consecuencias visibles de un problema mucho mayor.
Sin embargo, el control gubernamental y las persecuciones no se circunscriben solamente a los migrantes: comienzan las votaciones obligatorias, los toques de queda, las desapariciones inexplicables, las restricciones al tráfico por seguridad en ciertas zonas… Llega un momento en que nadie está a salvo, tampoco los británicos. Y, en una sociedad escéptica en la que todo es cuestionable –incluidos los hechos históricos presenciados por miles de personas–, el poder del Gran Hermano se vuelve ilimitado porque nada está a salvo de la duda.
Una vida tecnológica
Quizá la parte que más pueda asociarse a una distopía «tradicional» de ciencia ficción sea la que tiene que ver con la tecnología. Aunque, en este aspecto, Years and years tampoco plantea nada descabellado. ¿Quién no utiliza ya a Siri para preguntarle dudas directamente a su teléfono o ha comprado los aparatos de Google Home o Alexa para poder lanzar sus dudas al aire y obtener una respuesta? Desde el primer capítulo, la familia Lyons muestra la asimilación constante de la tecnología por parte de los más jóvenes –especialmente de la joven Bethany, que sale por primera vez en pantalla con una máscara que integra los filtros de Snapchat en su propio rostro– e incluso de la abuela.
Eso sí, el salto tecnológico que se plantea en la serie se produce a un ritmo vertiginoso: el transhumanismo se configura como una realidad posible en el que se pueden implantar microchips que permitan llamar a alguien sin necesidad de teléfono, abrir puertas a distancia, bloquear sistemas informáticos o explorar nuevas formas de existencia en la nube. Sin embargo, además de un aliado para las grandes conferencias telefónicas familiares o la localización de los seres más queridos, también se puede convertir en un elemento de control para los Gobiernos y las empresas… y un factor de conflicto dentro de las familias, como podemos ver dentro del seno de los Lyons, donde las generaciones mayores no terminan de entender las infinitas posibilidades que ofrecen estos nuevos aparatos, por muy integrados que los tengan ya en su vida diaria.
Conflictos bélicos, precariedad y crisis económica… otra vez
Aunque el paralelismo entre Trump y Vivienne Rook es evidente, el presidente norteamericano también tiene un papel dentro de la historia. Aunque no se le vea como un personaje al uso, se habla de su reelección en la Casa Blanca y de sus malas relaciones con el resto de países, especialmente con China. De hecho, en el primer capítulo de la serie, el magnate lanza un misil nuclear contra una isla china que provoca miles de muertos, contaminación, radiación y un conflicto internacional a gran escala que, aunque al principio se ve como el inicio de una gran crisis, la gente termina olvidando –e incluso cuestionando– poco tiempo después.
La precariedad laboral y una nueva quiebra bancaria son otros de los agravantes de la situación social que se plantea en la serie
La inestabilidad internacional y los movimientos políticos se trenzan en una realidad que, tristemente, el espectador también conoce bien: el estallido de una nueva burbuja financiera y una quiebra bancaria que arrastra y arruina a miles de personas. La precariedad laboral que obliga a muchos ciudadanos a tener varios empleos simultáneos para poder subsistir o la sustitución de personas por máquinas que realizan el mismo trabajo de manera más eficiente –y más barata para las empresas– se suman a la bomba económica que se adivina tras el resto de problemas sociales. Un brexit que ha seguido adelante, una Europa cada vez más cuestionada, la crisis climática que avanza y la polarización hasta el extremo de bloques antagónicos completan el escenario de la tormenta perfecta para una nueva crisis.
¿Y al final?
Más que delante de una máquina del tiempo, durante seis capítulos Years and years pone al televidente ante un espejo que refleja lo que somos o hacia dónde vamos como sociedad. Y eso es lo que nos da miedo: la sucesión de los acontecimientos hace que no haya escapatoria posible a la pregunta de cómo hemos podido llegar hasta aquí. No es algo inexplicable o repentino, sino que llevamos ya muchos años viendo que todo está cambiando sin que nadie parezca alarmarse o escandalizarse demasiado. Como denuncia la abuela Lyons en la serie.
No vamos a destripar en este artículo qué pasa al final pero, al igual que ocurre con el resto de la trama, seguro que te dará un poco de vértigo y te hará pensar en el futuro que estamos construyendo hoy con nuestras acciones y omisiones. ¿Pero y si precisamente que todos pensemos más fuera la solución para evitar que la distopía sea mañana una realidad? Esa pregunta que deberíamos plantearnos día a día la responderemos dentro de años… y años.
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