¿Por qué sufrimos cada vez más extremos climáticos?
El catedrático de Física Aplicada en la Universidad de Alcalá Antonio Ruiz de Elvira Serra explica las causas científicas de los eventos meteorológicos que han asolado algunas zonas de España en las últimas semanas.
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En España hemos pasado unos seis meses sin lluvias y, de repente, en el plazo de dos semanas, hemos tenido inundaciones superiores a lo que marcan los registros meteorológicos.
El problema no es la intensidad. En las efemérides de los últimos siglos podemos encontrar fenómenos intensos de vez en cuando, pero generalmente aislados en el tiempo y en el espacio.
Hoy los fenómenos extremos se repiten cada poco y se extienden a grandes áreas geográficas. No solo en España, evidentemente, sino por todo el globo. Por ejemplo, los incendios en California.
Con respecto a las inundaciones recientes en España, la causa es clara. Un exceso de vapor de agua embalsado entre las cadenas costeras de la cordillera del Atlas en África y las sierras españolas, e invasiones bruscas de aire frío.
Sobre el planeta circula constantemente una corriente intensa de aire, a unos 10 km de altura, producida por la diferencia de temperaturas entre el ecuador y Polo. Esta empuja al aire de sur a norte y la aceleración de Coriolis lo desvía hacia el este.
El máximo de intensidad de este chorro de aire, el chorro polar, se sitúa sobre el punto de máximo gradiente de temperatura. En invierno, con el polo muy frío, solía estar sobre Marruecos. En verano, sobre el Cantábrico.
Hoy, el cambio climático causado por el ser humano, el más rápido desde que existe la Tierra, ha calentado el Polo Norte. El máximo gradiente se ha desplazado hacia el norte, y en verano se encuentra sobre la latitud de York, en Inglaterra.
Inundaciones como las producidas en Murcia no se daban desde el siglo XIX, cuando el río Segura (que hoy suele ir vacío) iba entre murallas
El chorro de aire frío no circula mucho sobre España de mayo a noviembre, y de ahí las sequías.
Al disminuir la diferencia de temperaturas entre ecuador y el Polo Norte, el río de aire, como un río de agua que llega a la llanura, empieza a hacer grandes meandros. Cuando uno de estos se sitúa sobre España, inyecta aire muy frío en altura y, en ese momento, se empiezan a producir los vórtices que dejan lluvias intensas.
El aire frío en altura succiona el aire caliente cargado de vapor de agua. De nuevo la aceleración de Coriolis hace que el aire, al subir, forme un vórtice, un torbellino que se autoalimenta mientras haya agua caliente abajo y aire frío arriba: un minihuracán.
Tuvimos uno de estos meandros del chorro polar hace 15 días. Fue entonces cuando en Arganda del Rey, en Madrid, se acumuló un metro vertical de granizo. Tenemos otro meandro intenso desde el 11 de septiembre. Este ha producido inundaciones en Murcia (donde el Segura está canalizado y suele ir vacío) como no las ha habido desde el siglo XIX (cuando el río no iba entre murallas).
Seguimos quemando carbono a manos llenas. La energía solar no despega.
La predicción más fácil y segura es que cada año que pase tendremos fenómenos cada vez más extremos.
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