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Cataclismo en Indonesia: ¿Qué papel juega el cambio climático?

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24
diciembre
2018

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El mundo sufrió las consecuencias de una bomba atómica mucho antes de que se inventara la bomba atómica: en 1883, el volcán Krakatoa era un exotismo cercano a la paradisíaca isla de Rakata, en las aguas de Indonesia. Pero en mayo de ese año comenzó a despertar, hasta culminar en una explosión que devino en uno de los mayores cataclismos de la historia reciente: más de 40.000 muertes, un 90% de las costas vecinas del archipiélago devastadas y la desaparición de la región norte de Rakata. Fue tal la detonación que se oyó hasta 4.700 kilómetros de distancia, y el revuelo del mar se notó incluso en el Canal de la Mancha. La energía desatada ese 26 de agosto la equiparan los expertos a 13.000 bombas como la de Hiroshima estallando al unísono.

Hoy, Indonesia sigue pendiente de la resucitación del Anak Krakatoa, como fue rebautizado el volcán, que ha vuelto a su actividad hace dos días, con casi 400 muertos, 128 desaparecidos, más de 1.500 heridos y 12.000 evacuados por la gigantesca ola que ha provocado. El volcán ha erupcionado repetidas veces en los últimos meses, por eso los expertos alertan de que lo peor aún podría estar por llegar.

El tsunami ha afectado con especial crudeza al distrito costero de Pandeglang, en la isla de Java, a 200 kilómetros de Yakarta. Precisamente, el Gobierno indonesio estaba estudiando trasladar a otro lugar su capitalidad administrativa. Y los desastres medioambientales tienen mucho que ver con esa decisión.

Ya en 2007, el entonces ministro de Medio Ambiente de Indonesia alertó de que el país podría perder más de 2.000 islas por la subida del nivel del mar que provoca el calentamiento global. Yakarta está situada en la confluencia de 13 ríos que la cruzan de sur a norte, hasta el mar de Java. La capital es anegada periódicamente desde su origen, pero cada vez ocurre con más frecuencia.

El calentamiento global no es el único motivo medioambiental: la urbanización descontrolada de la ciudad (según los expertos, podría casi duplicar su población este siglo) ha llevado a masivas deforestaciones y a la merma de zonas naturales de captación del agua. Esto agudiza las inundaciones y lleva a un destino fatal a una ciudad que se hunde en hasta 25 centímetros por año.

No cabe duda de que la erupción del Anak Krakatoa es un hecho natural, consecuencia del avance inexorable de nuestro planeta, incontrolable por quienes lo habitamos. Pero las consecuencias son cada vez más devastadoras, por el cambio climático y la continua esquilmación de nuestro entorno natural. Esperemos que, una vez pasada la crisis indonesia, haya un espacio para la reflexión.

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