Cultura
‘Blue’: el grito de auxilio de los océanos
‘Blue’, azul en inglés, no solo representa el color del agua, sino también la desesperanza al ver en qué hemos convertido nuestra mayor fuente de vida.
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La industrialización ha vertido todo su progreso en nuestros océanos, acabando con la mitad de la vida marina en tan solo los últimos 40 años. ¿Dónde quedaron las aguas cristalinas en las que se podía bucear junto a toda clase de seres? La actividad humana del último siglo ha conseguido que los océanos ya no sean lo que eran y, por eso, es imprescindible que dejemos atrás esa falsa creencia de que son una fuente de recursos ilimitados. Tampoco un vertedero inmune a lo que ocurre en la tierra. La simbiosis entre agua y humanidad se ha roto. Los científicos son tajantes: para el año 2050 habrá más plásticos que peces en el mar. Aunque hay esperanzas. ¿Cómo podemos volver a ser uno con el entorno marino?
«Nunca hubiese imaginado que todas y cada una de las piezas de plástico que se han creado en la historia de la humanidad —que, en realidad, es la historia del siglo XX— siguen en la Tierra hoy en día, y no tenemos ni la más remota idea de cuándo desaparecerán, si es que llegan a hacerlo», explica asombrada Karina Holden, bióloga, productora y cineasta australiana. Tras años observando cómo ese océano que la había visto crecer se deterioraba a la velocidad de la luz, decidió echarse al mar cámara en mano y buscar a todos esos héroes anónimos que, como ella, aportan su granito de arena en la protección de los ecosistemas acuáticos.
Junto a su equipo recorrió Australia, Hawái, el Pacífico Sur, Filipinas e Indonesia y, tras dos años de investigación y grabaciones, nació Blue, un documental que cuenta esa historia que toda generación necesita escuchar y que se proyectará simultáneamente en varias salas españolas el próximo 17 de junio. El visionado forma parte del ciclo de cine documental Another Day organizado por el Another Way Film Festival.
«Todas y cada una de las piezas de plástico que se han creado en la historia de la humanidad siguen en la Tierra hoy en día»
Blue, azul en inglés, no solo representa el color del agua, sino también la desesperanza al ver en qué hemos convertido nuestra mayor fuente de vida. Por eso, porque siempre nos ha protegido, ahora más que nunca urge que tomemos el relevo y nos convirtamos en verdaderos guardianes de nuestros océanos. «Mi objetivo con este documental es inspirar a la acción, que la gente se sienta poderosa y capaz de cambiar las cosas», admite la directora del filme. Holden sabía desde el principio lo que «no quería hacer la típica película que nos explica lo mal que están las cosas y que hay muchos expertos intentando solucionarlo; quiero que la audiencia se vea a sí misma reflejada en la pantalla, que uno a uno, cada espectador se dé cuenta de que cada pequeño gesto cuenta, que todos marcamos la diferencia con nuestras decisiones».
«Para mí es fundamental que entendamos que, aunque nos sintamos desconectados de nuestros océanos, nuestra tierra y nuestro entorno, porque vivimos en ciudades —y parece que todo eso queda muy lejos del “mundo moderno”—, cuando hablamos de salvar el planeta queremos decir salvar a los humanos; el planeta no es una opción, sin él, la raza humana no existe, sin más», reconoce Holden. Para sobrevivir en la Tierra debemos entender a la humanidad como parte del medio ambiente y no como algo ajeno al mismo. Todas las elecciones que hagamos en nuestra vida —desde qué tipo de comida o ropa comprar, y dónde y cómo hacerlo, hasta dónde vivir— han de tener en cuenta el entorno, cómo ayudan a que se recupere o a que florezca en los lugares donde aún no se ha destruido. «Es imposible vivir en un planeta en el que la naturaleza no cumple su función, y para que lo haga nosotros, como especie, debemos cumplir con la nuestra», añade la cineasta.
«Cuando hablamos de salvar el planeta hablamos de salvarnos a nosotros mismos»
El océano no tiene fronteras, nos conecta a todos. Si alguien tira un chicle en una alcantarilla de Madrid, las consecuencias de ese acto se harán notar en todo el planeta. El 50% del plástico que usamos a diario es de un solo uso, y una gran cantidad de él acaba en el mar. Cada producto no biodegradable que tiramos, que no se recicla o reutiliza, acaba deshaciéndose, rompiéndose en mil pedazos, sin llegar nunca a desaparecer y, al final, termina en el estómago de los peces que viven en ríos, mares y océanos, o de las aves y otros animales que mantienen el frágil equilibrio de los ecosistemas. Cada vez que ponemos una lavadora, microfibras plásticas de las prendas se desprenden y acaban en la corriente marina. El plancton, el eslabón más básico de la cadena alimentaria, incorpora estos pequeños pedazos de plástico y, con el tiempo, estos acaban en nuestro plato.
Si al problema de la superproducción de plásticos le sumamos la pesca masiva, el estrés al que se ven sometidos los océanos y su biodiversidad es difícil de imaginar. «Se nos acaba el tiempo, necesitamos repensar nuestras economías, tenemos que movernos hacia la circularidad de todas las cosas; necesitamos ser más sostenibles, cambiar nuestra relación tóxica con la Tierra y con nuestros mares por una en la que nos entendamos y cuidemos mutuamente», advierte Holden. No podemos olvidar que nuestro destino y el de los océanos es el mismo. ¿Te atreves a convertirte en su guardián?
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