Medio Ambiente

7 maneras de romper con los hábitos más nocivos de la ‘fast fashion’

Conocemos el gran impacto de la industria de la moda en el medio ambiente pero, ¿sabemos cuál es el coste real de la ropa que nos ponemos? No comprar prendas que no necesitamos o apostar por materiales sostenibles son algunos de los cambios que están en nuestra mano para proteger el planeta.

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13
mayo
2019

El año pasado, se puso en marcha un movimiento que se proponía poner en cifras el «coste anual» de la ropa, combinando las variables de cuánto había costado fabricar la prenda, cuánto había pagado el consumidor por ella y cuánto la iba a amortizar con su uso. La lectura de resultados es, aparentemente, sencilla: a menor coste anual, mayor partido le saca la persona que lo posee. Incluso una revista de moda británica ideó una aplicación para calcularlo y ayudarnos a decidir si esa prenda deseada es un mero capricho o algo que necesitamos comprar. Sin embargo, el precio de lo que consumimos no siempre queda reflejado en la etiqueta: ¿qué pasa con la energía, el agua, la tierra y los químicos que se necesitan para fabricarlo? El verdadero coste de nuestra ropa está en el medio ambiente, y la denominada fast fashion no es muy dada a tenerlo en cuenta.

Lejos queda la cultura del remiendo practicada hace no tantas décadas. Ahora, la mayoría de la gente opta por tirar las prendas rotas y comprarse cosas nuevas y la industria de la moda está diseñada y pensada para fomentar un consumismo feroz: cada vez se producen más colecciones nuevas cada temporada, y cada vez son más baratas. Un ejemplo de ello lo encontramos al analizar la situación en Reino Unido, donde su población compra de media más ropa al año que en ningún otro país de Europa por un precio mucho más bajo –en cifras, la industria de la moda aportó 32.000 millones de libras al total de la economía británica–. Pero, ¿merece la pena seguir fomentando este sistema de compras compulsivas? O, dicho de otra manera: si ahora mismo abrieses tu armario, ¿podrías asegurar que utilizas todas esas prendas? ¿Qué haces con todo aquello que ya no te pones? Aunque cada vez son más las tiendas de segunda mano o las grandes cadenas que ofrecen servicios de reciclaje de ropa, aún estamos lejos de encontrar una solución al problema.

La ‘fast fashion’, además de fomentar el consumo compulsivo, tiene un impacto devastador en el medio ambiente

La cultura de la fast fashion está muy arraigada en las sociedades occidentales, a pesar de que los expertos aseguran que no solo fomenta el consumo desmedido y el desperdicio, sino que tiene un impacto devastador en el medio ambiente. El informe La moda no debería costarnos la Tierra, publicado este año por el comité medioambiental de la Cámara de los Comunes británica, asegura que la producción textil contribuye más al cambio climático que el transporte aéreo y marítimo juntos, además de necesitar y consumir de manera masiva grandes volúmenes de agua fresca y de contaminar el entorno con plásticos y químicos. «Se han encontrado fibras sintéticas en las profundidades del océano, en el hielo del mar Ártico y en el interior de peces y moluscos», dictaminan los parlamentario británicos que firman el informe.

El Foro Económico Mundial asegura que en 2030 el consumo de ropa aumentará un 63%, es decir, la producción pasará de 62 millones de toneladas en 2017 a 102 millones en 2030. Por ejemplo, se fabricarán más de 500.000 millones de camisetas nuevas. A la vez, se prevé que el valor anual al por menor de la ropa y el calzado alcance los 2,3 billones de dólares para ese año, debido sobre todo al incremento de demanda en países hasta ahora más empobrecidos. Por su parte, la Fundación Ellen MacArthur calcula que se pierden más de 500.000 millones de dólares al año debido a la subutilización de la ropa y a su escaso reciclado. Además, las emisiones de gases de efecto invernadero producidas por la industria textil alcanzan los 1.200 millones de toneladas  anuales.

De continuar así hasta 2050, esta moda desechable supondrá más de un cuarto de las emisiones de CO2 asociadas al aumento en 2ºC de la temperatura mundial. A este impacto hay que sumarle los más de 79.000 millones de metros cúbicos de agua potable que se consumen al año para cultivar y producir fibras para teñir, desgastar y lavar ropa —por ejemplo, la industria textil es la culpable, en gran medida, de la desecación del mar de Aral, hasta hace poco uno de los lagos más extensos del mundo—.

La Fundación Ellen MacArthur calcula que se pierden más de 500.000 millones de dólares al año debido a la subutilización de la ropa y a su escaso reciclado

El informe del parlamento británico concluye que si el consumo humano en general, y el de la moda en particular, sigue el mismo patrón que hasta ahora, necesitaremos tres planetas enteros para conseguir todos los recursos naturales necesarios. Para evitar un futuro catastrófico e incierto, los miembros de la cámara baja de Reino Unido ofrecen en su informe algunas pautas sobre cómo —los gobiernos, pero también cada uno de nosotros, como individuos— podemos romper con el hábito de la fast fashion e iniciar el camino hacia un modelo más respetuoso con el planeta.

1. Compra menos y póntelo más

«El traje más sostenible es ese que ya tenemos», asegura el informe del comité medioambiental de la Cámara de los Comunes británica. Solo en ese país, si se extendiese nueve meses la vida activa del 50% de la ropa, se ahorraría un 8% de carbono, un 10% de agua y un 4% de residuos por tonelada métrica de ropa.

2. Lee las etiquetas

Las fibras sintéticas de petróleo, como el poliéster, necesitan menos agua y tierra que el algodón, pero emiten más gases de efecto invernadero por kilogramo. En cambio, los polímeros sintéticos creados a partir de cultivos renovables como el maíz o la caña de azúcar emiten un 60% menos de carbono. Toda esta información se puede encontrar en las etiquetas: busca las siglas rPET para saber si lo que te compras está fabricado con poliéster reciclado.

3. Piensa dónde compras

Como ocurre con el resto de productos del mercado, algunas marcas son más sostenibles que otras, por lo que es importante informarse sobre qué hay detrás del producto que compramos y decidir conscientemente nuestras acciones. Por ejemplo, un primer paso sería apostar por las marcas que se han comprometido a aumentar el uso de poliéster reciclado en los próximos años o que fomentan las políticas para dar una nueva vida a sus prendas.

4. Segunda mano, primera opción

Las tiendas de ropa de segunda mano son algo cada vez más habitual entre los consumidores, pero lo vintage no solo beneficia al bolsillo del comprador ni le hace ir más a la moda: es algo que ayuda a reducir las emisiones de carbono por valor de millones de toneladas al año.

5. Apuesta por el algodón orgánico

Una firme apuesta por los cultivos de algodón orgánico podría minimizar de manera notable el impacto de la industria de la moda en el medio ambiente, ya que estos cultivos eliminan los fertilizantes químicos y los pesticidas de la ecuación y, por ende, necesitan menos agua para salir adelante.

6. Alquila la ropa

¿Cuántas veces le has prestado tu ropa a un amigo o a un familiar? ¿Y cuántas veces les has robado tú algo de su armario? Entonces… ¿Por qué no hacerlo a gran escala? Aunque es algo que aún no está tan extendido como las tiendas vintage, ya existen varias aplicaciones de intercambio de ropa e, incluso, en Estados Unidos, ya están operando empresas de alquiler de ropa de marca para ocasiones especiales.

7. Cuidado con la colada

Cada vez que ponemos una lavadora con unos seis kilos de ropa, más de 700.000 fibras acaban colándose por las cañerías y van a parar a ríos y mares, por lo que es esencial que la ropa que metamos en el cesto esté realmente sucia. Lavar a baja temperatura para ahorrar energía o darle la vuelta a las prendas para evitar su desteñido y alargar su vida útil son otros pequeños cambios que pueden ayudarnos a ser más respetuosos con el medio ambiente.

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