Jugar para recuperar la infancia perdida
Expertos de World Vision cuentan en primera persona las experiencias con los niños que llegan a los Espacios Seguros, huyendo del hambre, la pobreza y la guerra.
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COLABORA2018
La infancia es la etapa de la vida en la que el único objetivo es divertirse, aprender, jugar y no preocuparse por las cosas de los adultos. Pero para millones de niños en todo el mundo, su infancia termina demasiado pronto porque tienen que dejar la escuela, ponerse a trabajar en tareas que ponen en riesgo su integridad física y mental, o pasan a engrosar el número de menores explotados o víctimas de trata.
Los conflictos y los desastres naturales acaban con la infancia de muchos de ellos. Es en estos contextos en los que World Vision establece Espacios Seguros para Niños, lugares a los que pueden ir para sentirse seguros, jugar y comenzar a recuperarse de los trauma vividos.
World Vision cuenta con Espacios Seguros para Niños, donde pueden jugar y recuperarse de los traumas
El personal de World Vision que trabaja en estos centros tiene una perspectiva única sobre la infancia más vulnerable y conocen el por qué ser capaz de jugar y ser solo un niño es un componente crucial en el aprendizaje y la recuperación de estos menores.
Este artículo recoge las experiencias y testimonios de algunos de estos miembros del personal que trabaja en los Espacios Seguros para Niños en todo el mundo.
Cox’s Bazar, Bangladesh
Recientemente estuve en Cox’s Bazar, Bangladesh, un lugar al que cientos de miles de niños han huido para escapar de la violencia de Myanmar. Muchos han perdido a sus seres queridos. Aquí los Espacios son esenciales para ayudar a los niños que presenciaron horrores difíciles de imaginar.
En Cox’s Bazar, los más pequeños no tienen escuela a la que asistir y necesitan un lugar para reunirse y hacer nuevos amigos. Es genial verlos riendo, jugando y cantando. Muchos han perdido a sus mamás y papás, y no tiene precio el poder proporcionar un lugar para que vuelvan a ser niños.
Los padres, muchos de ellos madres solteras, están luchando para hacer frente a la vida en un campo de refugiados, casi sin nada, por lo que, para ellos, es una gran ayuda tener un lugar donde sus hijos puedan estar protegidos, atendidos y cuidados. Sin estos espacios, se deja a los niños que vaguen por los enormes y extensos campamentos sin vigilancia. Nadie quiere eso para sus hijos, especialmente cuando estás viviendo entre extraños en un país extranjero.
*Por James East, Director de Comunicaciones de Emergencia de World Vision
Uganda
Durante mis interacciones con niños en los Espacios Seguros en el campamento de refugiados de Bidi Bidi, fui testigo de una tremenda mejora en el bienestar y aprendizaje psicológico de los niños.
Cuando los conocí, sus rostros me dijeron que la esperanza se había perdido, que la confianza en la humanidad no era imaginable y que la vida era una miseria total. Los actos traumáticos que habían experimentado en Sudán del Sur habían dejado su huella. En ese momento, muchos de ellos apenas podían hablar sobre sus vidas, aunque los signos de angustia eran visibles: flashbacks, reacciones violentas y aislamiento voluntario. Los pocos que pudieron abrirse apenas terminaban una cuarta parte de la historia sin romper a llorar.
«Cuando los conocí, sus rostros me dijeron que la esperanza se había perdido»
A medida que participábamos en numerosas actividades de apoyo psicosocial, las historias empezaron a desvelarse gradualmente. Primero en forma de dibujo, pero con el tiempo se hizo más fácil desenterrar sus vivencias. El arte de la musicoterapia, los deportes y el apoyo continuo de igual a igual les permitió recuperar la esperanza. Un niño confesó más tarde que había pensado que su historia era la más dura, pero al escuchar las historias amargas de otros niños y recibir apoyo de ellos, se dio cuenta de que podía apoyar a otros que habían presenciado situaciones incluso peores.
*Por Duuki Richard, Coordinador de Protección Infantil de World Vision
Sudán del Sur
Mabior (nombre que se cambió para proteger su privacidad), sudanés de 12 años, fue uno de los muchos niños con problemas con los que he interactuado en un Espacio para Niños. Se escapó de la guerra civil de Sudán del Sur físicamente ileso, pero con un trauma psicológico. Perdió contacto con sus padres a causa de la guerra.
Las traumáticas escenas de guerra que experimentó tuvieron un impacto muy negativo en él. Diariamente, Mabior acudía al centro y se aislaba. No interactuaba con los demás y se enfadaba fácilmente.
Un día llegué al centro con pinturas y papeles. Les pedí a los niños que dibujaran su futuro, sus sueños. Fue en ese momento en el que se acercó y se unió al grupo por primera vez. Hizo un dibujo de un hombre con un cuchillo que apuñalaba a otro hombre. Entonces me di cuenta de que estaba psicológicamente angustiado.
Después de seis meses, pudo hablar conmigo y con otros cuidadores y jugar a algunos juegos con otros niños. Más tarde, nos reveló que había presenciado el asesinato de sus familiares, y había visto cómo niños de tan solo 10 años habían matado a personas con armas y machetes sin miedo. Seguía pensando en esto día tras día.
Mabior continuó viniendo y participando en actividades de apoyo psicosocial. Con el tiempo, comenzó a interactuar con otros niños y cuidadores durante las sesiones de dibujo.
Más tarde, pudo regresar a la escuela, donde se unió a un club de paz apoyado por World Vision. Hoy, Mabior es mi niño apadrinado. Ha pasado de ser un niño no acompañado, aislado, a un joven valiente, que quiere convertirse en médico y poder servir a su comunidad.
*Por Philiam Adriko, Gerente de Proyectos de World Vision en la región
República Democrática del Congo (RDC)
En Kasai (RDC), World Vision ha creado seis Espacios Amigables para Niños desde agosto de 2017 para ayudar a 7.320 niños y el objetivo es seguir estableciendo más.
Las vidas de los niños angustiados de Kasai se vuelven aquí un poquito más normal. Al juntarse regularmente con amigos y participar en diferentes actividades, pueden librarse del miedo y olvidar los momentos impactantes que experimentaron durante la guerra. Algunos de los niños con quienes interactué me dijeron que se sentían más seguros en los centros que en sus hogares, donde a menudo están solos y temen que la guerra puede volver de nuevo.
Las actividades extracurriculares que se realizan les permite ponerse al día con las lecciones que perdieron cuando tuvieron que abandonar la escuela a causa de la guerra. Por otra parte, el deporte el canto y el baile les permiten olvidar sus preocupaciones y volver a ser niños.
*Por Wezzie Banda, Gerente de Comunicaciones de World Vision
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