Diversidad

«Es devastador que una mujer no sepa que la violan porque ignora sus derechos»

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04
febrero
2018

Fatima Shehu Imam no es una mujer (más) en un mundo de hombres (cualquiera). Es una mujer nigeriana, nacida, criada y asentada en Borno, cuna del terrorismo de Boko Haram. Es abogada, lo que significa que tuvo el coraje de ir a la universidad en una sociedad en la que las mujeres son casadas a los nueve años. Ahora, a sus 44, es la presidenta de la Federación Internacional de las Mujeres Abogadas de Borno y la directora de la Red de Sociedades Civiles del Estado de Borno. Dos cargos a los que resta importancia y solo recurre si sirven para que la escuchen los medios internacionales. Nos reunimos con ella en su primera visita a España, de la mano de Oxfam Intermon.


Lo que está pasando en Nigeria y en la zona del Lago Chad es parte del terrorismo del Estado Islámico. ¿Por qué los Gobiernos y los medios de comunicación occidentales están tan pendientes de Siria, por ejemplo, y no de lo que ocurre allí?

Desafortunadamente, o más bien tristemente, nuestra crisis es una de las más silenciadas. Es una crisis olvidada. Ha recibido muy poca atención, especialmente por parte de los medios a nivel global. Si es parte o no del Estado Islámico es algo que no puedo afirmar categóricamente, pero lo que sí sabemos es que Boko Haram tiene una red local que no para de crecer y que, con bastante probabilidad, están intentando establecer relaciones internacionales.

Actualmente hay siete millones de personas que están consideradas como víctimas humanitarias a causa del conflicto. ¿Cómo es posible que lo que ocurre en la zona siga considerándose un problema local para muchos Gobiernos?

Uno de las causas es que ni nosotros mismos fuimos capaces de ver cuánto podía llegar a crecer el conflicto. Nunca imaginamos que llegaría a ser un problema tan grande. Las necesidades que hay son muy superiores a las que te puedes imaginar. Ahora mismo hay más de 2.300.000 personas desplazadas de sus hogares y en toda la región hay más de 20 millones de personas que necesitan ayuda urgente. Son cifras realmente elevadas que deberían preocuparnos a todos. Por eso, yo y muchos otros en mi país aprovechamos cualquier oportunidad que se nos presenta para explicar lo que está pasando, para mostrarle al mundo por lo que está atravesando nuestro pueblo. Tenemos que tomar la delantera, porque lo que ocurre en la zona del Lago Chad está muy por encima de cualquier expectativa y capacidad de imaginación. Nunca jamás en Nigeria hemos vivido una crisis humanitaria tan grande como la actual.

«En toda la región hay más de 20 millones de personas que necesitan ayuda urgente»

¿Nos falta en Occidente empatía hacia el conflicto porque no lo hemos experimentado en nuestros propios países como sí ha ocurrido con el terrorismo procedente de Oriente Medio?

Quiero pensar que es porque no tenéis suficiente información sobre Boko Haram y sus consecuencias, que la gente en vuestros países no sabe lo que pasa. Por eso dedico cada oportunidad a informar a la comunidad internacional sobre lo que está ocurriendo.

Boko Haram usa a las mujeres como un arma más de su guerra. Más de 10.000 han sido raptadas. Muchas son usadas como bombas humanas y el resto obligadas a casarse con milicianos y vivir como esclavas. ¿Cómo se reintegran en la sociedad las que consiguen escapar después de todo ese sufrimiento?

La reintegración de las mujeres secuestradas por Boko Haram es un desafío porque son estigmatizadas por la sociedad. La mayoría de ellas tienen hijos con los secuestradores y cuando vuelven a sus comunidades a la gente le cuesta aceptarlas. Experimentan un gran rechazo y eso se traduce en un verdadero problema. Nadie se puede imaginar el trauma psicológico por el que han pasado esas mujeres, no decidieron ser secuestradas. Nadie elegiría ser violada, ser forzada a casarse de nuevo y, desde luego, nadie elegiría ser vendida como una esclava. Son víctimas de las circunstancias y lamentablemente cuando vuelven a sus comunidades la gente se cree que son espías de Boko Haram, que los hijos que han tenido con los milicianos van a continuar con las acciones de Boko Haram. El rechazo que viven estas mujeres cuando vuelven a sus propias casas las re-victimiza.

Parte de tu trabajo es que esta realidad cambie.

Sí. Sé que es muy difícil, pero estoy convencida de que no es imposible. Tenemos que sensibilizar a las comunidades sobre el sufrimiento de estas mujeres, tenemos que educarles para las acepten. Una parte vital de este proceso pasa por crear grupos de apoyo entre mujeres para que ellas sean las primeras en saber qué se siente. En cierto modo es un asunto de nosotras, porque siempre va a ser más fácil que una mujer de la comunidad empatice con el dolor de las que han sido secuestradas y que estas, a su vez se sientan más cómodas hablando. Es un proceso largo en el que hay que entender a las dos partes. A las mujeres que tienen que superar todo el trauma psicológico y a los miembros de las comunidades. Cuando trabajamos, no podemos olvidarnos de que ellos también han sufrido el terrorismo de Boko Haram, no les han violado ni secuestrado, pero sí han matado a sus familias y destruido sus hogares. Cuando consigamos que las comunidades perdonen, estaremos preparados para la reintegración. Si forzamos el proceso en cualquier punto puede traer consecuencias todavía peores.

¿Son las mujeres conscientes de cuáles son sus derechos?   

No. El trabajo que hacemos con ellas, especialmente cuando vamos a los campos de refugiados, nos demuestra que una cantidad enorme de las mujeres de Nigeria no saben cuáles son sus derechos. Y las que si saben que tienen derechos, no saben a dónde ir cuando sienten que se los están violando. Es devastador que una mujer no sea consciente de que la están violando porque ignora cuáles son sus propios derechos. Cambiar esto es una obligación. Pero no podemos olvidar que una parte fundamental del cambio reside en los hombres, porque nunca les han dicho que lo que hacen está mal. Tenemos que ser contundentes y hacerles entender que todas las mujeres tienen derechos y que ellos no pueden arrebatárselos, en ningún caso, bajo ninguna circunstancia. La sociedad de la que provengo es tremendamente patriarcal, está basada en la dominancia de los hombres, y las mujeres no son escuchadas por norma general. Hay que otorgarles a las mujeres el coraje para hablar cuando se sienten violadas, para ser capaces de luchar por sus derechos y para saber dónde acudir cuando lo necesiten.

Has mencionado a las mujeres que viven en los campos de refugiados. La falta de recursos, sobre todo de alimentos, las obliga en muchas ocasiones a intercambiar favores sexuales por comida.  

Es muy triste ver cómo gente que ha logrado sobrevivir y llegar a un campo de refugiados, una vez allí tiene que seguir peleando por su vida. Imagina que vives en un campo y tienes tres hijos a los que no puedes alimentar todas las mañanas y ni ellos ni tú entendéis porqué no os dan comida. Lo único que quieres como madre es darle de comer a tus hijos, sea cual sea el precio que tengas que pagar para conseguirlo. Y una de las peores cosas que ocurren es que son las mujeres las que se buscan la vida para revertir esta situación. Son ellas las que aceptan prostituirse, las que están explotadas por los propios oficiales que trabajan en los campos. No te haces una idea de lo que duele ver a una mujer que no tiene ni 200 nairas (0,45 euros) para comprar las compresas que necesita cuando le viene el periodo. A esta situación, se suma el hecho de que no tienen libertad de movimiento en los campos para salir a comprar las cosas básicas que necesitan. No pueden salir y entrar cuando quieran y esto dificulta todavía más la situación a la que se enfrentan cada día.

¿Cómo se explica que, siendo la mujer una pieza clave en todas las partes del conflicto, no haya ni una sola representante femenina en las tomas de decisión o en las negociaciones que buscan la paz?

Es una cuestión de cómo es mi comunidad, Borno, en concreto. Ya no es que sea patriarcal, que lo es y, como he dicho, muchísimo, sino que incluso antes de que estallara la insurgencia de Boko Haram nuestro nivel educativo era muy bajo comparado con otras regiones de Nigeria. El sur de Nigeria tiene una educación mucho más desarrollada que la nuestra. En Borno las mujeres ni siquiera aspiran a tener representación en las tomas de decisiones, pero ni en las que tienen que ver con el conflicto ni en ninguna otra. Por ejemplo, si una familia tiene un hijo y una hija, se da por hecho que el va a ir a la escuela es el niño. O el tema del matrimonio. En mi comunidad casan a las niñas con 9, 10 u 11 años con todo lo que el matrimonio significa allí. Todo esto hace que no haya realmente casi ninguna mujer con voz propia. Las mujeres están relegadas a vivir en la sombra.

«Las mujeres ni siquiera aspiran a tener representación en las tomas de decisiones»

¿Qué capacidad real de trabajo tienen las organizaciones locales que no cuentan con apoyo internacional?

Creo que las organizaciones civiles, contemos o no con ayuda internacional, tenemos un gran punto a nuestro favor y es la pasión y el compromiso firme por ayudar a nuestra propia gente. Mucho antes de que algunas ONGs internacionales llegasen a Nigeria, nosotros ya nos habíamos movilizado para dar respuesta a la crisis. Entendemos el idioma, el contexto, el funcionamiento de las comunidades y por eso somos capaces de prestar una ayuda real. Ahora bien, no podemos negar que nos enfrentamos a verdaderos riesgos y desafíos todos los días y que no contamos con la seguridad de las organizaciones internacionales. Hay varias comunidades que necesitan ayuda y, sin embargo, no podemos prestársela porque no tenemos los medios para acceder de una manera segura. A pesar de todo esto, yo por mi parte no pienso dejar de ayudar. Es mi pasión y el estilo de vida que he elegido. Cuando veo a mi pueblo sufriendo, no se me viene a la cabeza ninguna alternativa que no sea seguir ayudando. Tenemos que seguir luchando para que todo el mundo en Nigeria viva, al menos, con dignidad.

Los niños son los más vulnerables cuando estalla un conflicto. Hablabas de niñas a las que casan con tan solo nueve años. Luego están los que se unen, en su mayoría porque no tienen alternativa, a Boko Haram. Y por último los que tienen que abandonar sus casas. ¿Podemos hablar de una generación perdida en Nigeria?

Es lo que estamos tratando de evitar y es en lo que más énfasis estamos poniendo. No podemos permitirnos una generación perdida. Creo que si yo estoy aquí hablando contigo es gracias a que he tenido una educación y la he tenido en Nigeria, en Borno, yo no he salido de allí. Sinceramente, lo que más me aterra de mi comunidad ahora mismo es que hay más de cinco millones de niños huérfanos y si no actuamos inmediatamente para que reciban una buena educación, para que vivan con familias que les muestren lo que es el amor, se van a convertir en los objetivos perfectos para nuevos grupos insurgentes. Van a ser fácilmente explotados y se van a convertir en miembros activos de los grupos terroristas. Tenemos que asegurarnos de que todos y cada uno de los niños van a la escuela y de que a través de la educación consiguen las armas para alcanzar su máximo potencial.

«No podemos permitirnos una generación perdida»

¿Cómo ves el futuro de tu país?

Veo esperanza, para el estado de Borno y para todo el país. Somos personas tremendamente resistentes. A pesar de la devastación y del dolor, la gente se levanta cada día y si les preguntas, te dirán que quieren volver a sus comunidades aunque no sea seguro. Tengo la esperanza de que escogiendo las herramientas correctas seamos capaces de reconstruir nuestras comunidades. Si conseguimos el apoyo que estamos buscando, no solo en el corto plazo, sino en el largo plazo, con suerte podremos solucionar los problemas de seguridad, de pobreza, de corrupción. Sabemos que no va a ocurrir ya, pero tenemos la esperanza de que en un futuro cercano sí podamos vivirlo.

¿Y tu futuro?

Ufff… Seguiré presionando y trabajando para asegurarme de que ayudamos a nuestra comunidad. No importa lo que cueste, estaré con mi pueblo. He estado en mi comunidad toda la vida, nunca nos hemos ido, mi familia y yo, de allí. Tengo que estar segura de que pongo a disposición de mi gente todo lo que soy capaz de hacer y de dar.

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