Los enemigos invisibles de Siria
Uno de los enemigos invisibles de la guerra siria son los artefactos explosivos sin denotar. Se han encontrado en lugares improvisados como campos, calles y viviendas, osos de peluche o muñecas.
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Los seis años de conflicto en Siria están dejando un balance de cifras desolador. Se han producido alrededor de 320.000 muertes de civiles y hay 4,8 millones de refugiados. Además, 2,9 millones de niños no han conocido nada más que la guerra. Hace unas semanas, más de 70 personas murieron tras un bombardeo aéreo con armas químicas contra la localidad de Jan Sheijun. El último dato que llega desde el país es el de más de un centenar de personas muertas en un atentado suicida con coche bomba en Alepo. Estos son solo uno de los enemigos invisibles de esta contienda.
«Ninguna nueva víctima de minas». Este fue uno de los objetivos establecidos en 2014 por todos los Estados firmantes del Tratado de Prohibición de las Minas para 2025 en Maputo, Mozambique. No es más que papel mojado, al igual que lo establecido en el Protocolo sobre los restos de Explosivos de Guerra suscrito en Ginebra en 1980.
El suelo de numerosos territorios alrededor del planeta todavía guardan uno de los enemigos invisibles de la guerra: minas, trampas explosivas y munición sin detonar. Ocurre en países del continente africano como Argelia, Chad o Somalia; al igual que en Colombia, Camboya, Afganistán o Iraq. Y Siria también se suma a esta lista roja conformada por al menos 60 territorios. Según estima The International Campaign to Ban Landmines (ICBL), una red global formada por seis organizaciones no gubernamentales, durante 2015 cada día una media de 18 personas perdieron la vida o algunas de sus extremidades debido una mina terrestre u otro resto explosivo de guerra.
Raqqa, la lucha por el control
Los combates contra el autoproclamado Estado Islámico (EI) se libran en múltiples zonas, como la ciudad de Raqqa, enclave designado por el EI como su capital. Las minas, trampas y otros artefactos explosivos sin detonar están teniendo efectos devastadores; tanto en términos de impacto directo en forma de víctimas mortales, como en la capacidad de proporcionar asistencia humanitaria a quienes viven en zonas que están sembradas de minas.
En el informe ‘Listas para explotar’, Médicos Sin Fronteras recoge los testimonios de pacientes, personal médico y otros habitantes de las zonas afectadas por artefactos explosivos, así como con autoridades locales e internacionales que trabajan en el desminado.
Los artefactos de fabricación casera han sido instalados alrededor de instalaciones militares o cerca de posiciones de tiro que pretendían proteger. Pero también se han encontrado artefactos explosivos improvisados en campos, calles y viviendas; colocados en puertas o bajo objetos de uso cotidiano como neveras, televisores, osos de peluche y muñecas.
«Badr fue al campo para recoger aceitunas, pero vio una mina en el suelo y decidimos regresar. Dio un paso atrás y pisó otra mina que no había visto. Badr sobrevivió a la explosión, pero perdió las piernas. Sabíamos que había minas en algunos campos, pero la agricultura es nuestra única fuente de ingreso. Era la primera vez que habíamos vuelto a nuestros campos desde que el EI se retiró de la aldea», cuenta el hermano de Badr*.
A finales de mayo de 2016, las Fuerzas Democráticas de Siria (FDS) iniciaron una ofensiva en Manbij, una ciudad en el norte de Alepo que estaba bajo control del EI desde enero de 2014. A mediados de agosto de 2016, el FDS anunció que controlaba la ciudad. En las tres primeras semanas de agosto, un gran número de personas desplazadas regresaron a sus hogares. A su vuelta, se encontraron con que la ciudad estaba plagada de minas, trampas explosivas y otros artefactos.
«No puedo dormir, estoy siempre preocupado porque uno de mis hijos, un perro o una oveja pise una de las minas que hay alrededor de la casa. Cuando un animal se acerca a la vivienda, todos salimos corriendo por miedo a que estalle a su paso», relata Jasem M*, vecino de Shyiar.
De acuerdo con un experto consultado por la ONG, los datos reflejan que los dispositivos explosivos no solo han sido empleados como defensa para evitar o dificultar el avance enemigo. También se han utilizado deliberadamente contra civiles que retornan a sus hogares tras el fin de las hostilidades.
El reto de las labores de desminado
Desde el comienzo del plan de respuesta humanitaria para Ayn Al Arab/Kobane, la comunidad humanitaria ha dado prioridad a «la eliminación de explosivos durante la primera fase de la respuesta». A pesar de las restricciones de seguridad y acceso, las agencias humanitarias de desminado pudieron iniciar la formación y las actividades en la zona en mayo de 2015.
Según informes realizados por estas agencias, se pudieron eliminar más de 14 toneladas de artefactos explosivos, pero desde noviembre de 2015, los programas se han limitado a facilitar formación a los residentes de Kobane sobre el riesgo de los artefactos explosivos.
Incluso en zonas que el EI abandonó hace más de un año, la amenaza que suponen los artefactos de fabricación casera y la munición sin detonar sigue siendo una realidad cotidiana para la población local.
*Los nombres que se muestran son ficticios para proteger la identidad y seguridad de las personas preguntadas para la elaboración del informe ‘Listas para explotar’ de Médicos Sin Fronteras.
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