Cultura

La guerra silenciosa de las dos ruedas

Cada año se fabrican cien millones de bicicletas en todo el mundo. Su irrupción en las grandes ciudades, más que una moda transitoria, se está conformando como una auténtica filosofía de vida.

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19
abril
2017

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Desigualdad en el reparto del espacio público, contaminación y ruido. Las urbes heredadas del siglo XX presentan un paisaje urbano invadido por el coche que las bicis se han propuesto recuperar: la guerra silenciosa contra la tiranía del motor ha comenzado.

Más que una moda transitoria, la irrupción de las bicicletas en las grandes ciudades españolas se está conformando como una auténtica filosofía de vida en la que se mezcla el compromiso con el medioambiente, una conducta responsable y sostenible y hasta una espiritualidad basada en la meditación que propicia el pedaleo. No es broma.

Si bien, de manera aislada, siempre ha habido quien se ha decantado por el uso de la bici como medio de transporte, de unos años a esta parte, las autoridades europeas han venido incentivando su uso. La localidad francesa de Rennes fue uno de los primeros municipios que apostó por un servicio público de bicicletas en la calle, a finales de los noventa. Doscientas bicicletas y 25 puntos de estacionamiento. La siguió Oslo, en 2001 (1.200 bicicletas y 120 aparcamientos). En España, la primera ciudad que importó esta prestación fue Barcelona (1.500 bicicletas, 100 puntos de recogida y entrega), y después se apuntaron Córdoba, Gijón y Sevilla.

Y eso que han tardado en implantarse, porque los orígenes de las bicicletas de uso público no son una propuesta de la modernidad. El activista holandés Laurens Maria Hendrikus, miembro del movimiento contracultural Provo (asentado en el principio de provocar reacciones violentas entre la clase gobernante con acciones no violentas ciudadanas) diseñó los ‘White plans’, en los que pespuntaba actuaciones para mejorar la calidad de los entornos urbanos. En ellos introdujo la propuesta de ofrecer veinte mil bicicletas comunitarias para reducir la contaminación. Hablamos de los años 60.

A la red de bicicletas se añaden infraestructuras básicas como la designación en las calzadas del carril bici así como la puesta en marcha de campañas de educación vial. La normativa aún es incipiente, por no decir inexistente, pero de modo paulatino va desarrollándose para velar por ciclistas, peatones y conductores de otros vehículos.

Los datos del pedal

Las cifras (ese rostro frío pero tan significativo de las cosas) dan buena cuenta del hecho de que la bicicleta es un medio de transporte en expansión. Cada año se fabrican alrededor de cien millones de bicicletas en todo el mundo. Según Jaume Ferrer, editor de Tradebike (una de las revistas más populares del sector), España es el sexto país de Europa donde más bicicletas se venden (se fabrican 355.757, según los últimos datos), y su volumen de negocio mueve unos mil trescientos millones de euros anuales. Este mercado da trabajo a unas catorce mil personas.

Ferrer apunta que hay más de trescientas empresas dedicadas al mundo de la bici en nuestro país. «Más del 80% de esas tiendas son independientes, mientras que el 16% restante son cadenas o tiendas de una marca específica. Aproximadamente, el 60% del negocio se concentra en la venta de bicicletas; los componentes copan el 24%, y el 16% restante proviene del comercio de ropa y accesorios».

bicis ciudad

Sebastián Verbeke es uno de esos jóvenes empresarios que se decantaron por este tipo de negocio. Su local, 14Bikes, ubicado en la céntrica calle madrileña Alberto Aguilera, lleva tres años despachando «fundamentalmente servicio de taller, aunque cada vez vendemos más accesorios, sobre todo cascos, porque aumenta la conciencia de mirar por la seguridad». Ahora acaba de estrenar un servicio on line a través del cual envían todo tipo de piezas a cualquier punto de España. «Incluso ofrecemos la posibilidad de personalizar la bicicleta con nuestros kits electrónicos, o ruedas de 20 pulgadas con un radiado especial para que sea resistente a la potencia del motor».

Pero los hay más artesanos, como Andrés Aguerri, fundador de Ciclos Noviciado. Realiza bicicletas a medida. Customizadas, como adjetivarían los entendidos. La dedicación que requiere este trabajo le impide preparar más de dos al mes y, aunque resultan onerosas (el precio medio de cada uno de estos utilitarios individualizados ronda los mil quinientos euros), en 2015 culminó quince encargos, no todos patrios, ya que también recibe peticiones de distintos países europeos.

Según el último Barómetro de la Bicicleta en España (septiembre de 2015), más de 22 millones de españoles cuenta con una para uso personal, casi la mitad del total de la población la utiliza con cierta frecuenta y alrededor de 3,8 millones la usan a diario (con un abanico de edad comprendido entre los 12 y los 79 años). Si Canarias es la región que menos querencia muestra para el pedaleo y Madrid aún se muestra rezagada en su manejo, País Vasco, Comunidad Valenciana, Andalucía y las dos Castillas son las zonas donde más se utiliza la bicicleta.

Este mismo informe indica que en nuestro país todavía se venden muchas más bicis de montaña que de ciudad, aunque éstas van remontando la distancia. El precio medio de las primeras rondan los 211 euros, mientras que las urbanitas cuestan un promedio de 169 euros, según datos facilitados por la Asociación de Marcas de Bicicletas de España, AMBE.

La implantación de este vehículo se refleja, incluso, en el nivel de asociacionismo, ya que a día de hoy existen 55 asociaciones probici en toda España. «Todavía son pocas, pero van en aumento. Basta un dato: entre 2008 y 2011 el número de personas que iba a trabajar en bici se duplicó, pasó del 6,8% al 11,9%. Cada vez hay más sentimiento de pertenencia a un grupo», asegura Juan Merallo, portavoz de Conbici, una entidad que promueve el uso de las bicicletas en las ciudades.

Markus Spiske (2)

Ciclismo urbano como meditación

El periodista y escritor Juan Carlos Kreimer es un apasionado de la bicicleta, hasta el punto que ha encontrado en ella su vertiente más espiritual. «Me interesa el andar en bici en términos de arte. Arte en el sentido que le dan los japoneses: esa depuración de la técnica hasta alcanzar una conexión de casi unidad con el objeto y la acción. En esa búsqueda, predisponerse a cierto equilibrio interior que se produce al andar y que despeja la mente encuentra un correlato en los aspectos de afinación o ajuste mecánico».

Kremer acaba de publicar Bici Zen (Kairós), un libro que propone la práctica del ciclismo urbano como meditación. «Al montar en bicicleta a diario mantienes una actitud ante la vida. La escala, el ritmo, la velocidad, la cadencia, hasta la respiración humana. De hecho, cuando vamos en ella nos volvemos menos violentos, más participativos y hasta más solidarios. El andar en bicicleta nos reconecta con quien somos de una manera experiencial, no racional. Y, de veras, nos vuelve mejor persona».

Lo que está claro es que, más allá de las ventajas casi inmediatas que reporta el uso de la bicicleta (impacto medioambiental, mejora en la salud, optimización del espacio y de la economía familiar) el sector de la bicicleta también se ha convertido en un nicho de mercado que no solo se ramifica sino que se afianza. Einsten, a la postre, también tenía razón cuando dijo aquello de que «la vida es como montar en bicicleta. Si quieres mantener el equilibrio, no puedes parar».

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