Opinión

Acordemos las ciudades que soñamos

Hay que acelerar la transición de las ciudades de nuestro país hacia una economía baja en carbono, inclusiva y que esté orientada a incrementar la felicidad de sus habitantes.

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02
septiembre
2015

Hay que acelerar la transición de las ciudades de nuestro país hacia una economía baja en carbono, inclusiva y que esté orientada a incrementar la felicidad de sus habitantes. ¿Por dónde empezar? Por el principio, esto es, por los valores que queremos impulsar en el municipio.

El gran objetivo de las nuevas corporaciones debería ser lograr el bienestar para todas las personas del municipio sin comprometer los límites del planeta.  En los últimos años, lo que florecía en nuestras ciudades, en no pocos casos, eran contravalores: la desigualdad, la corrupción… Y los valores de verdad, los que han orientado los anhelos y los sueños de la humanidad estaban enfermos y anoréxicos. Ahora se trata de desarrollar y hacer crecer los valores que harán que nuestras ciudades sean espacios propicios para una vida justa, libre, ecológica, fraterna, amable… buena.

¿Qué valores son estos? Es bueno que cada corporación se dé un tiempo para reflexionar cuáles son los valores que va a mimar en su municipio. Desde nuestra fundación, en una propuesta preelectoral, apuntábamos los siguientes:

Nuestras ciudades deben ser más inclusivas. En la crisis la desigualdad ha aumentado, somos el segundo país más desigual de Europa, no puede ser. Una sociedad más desigual es una sociedad más enferma, una sociedad peor.

Nuestras ciudades deben ser más seguras. Muchas veces hay una interpretación sesgada de la palabra seguridad. La seguridad, redefinida, es muy importante. Hay más seguridad donde hay menos riesgos que comprometen nuestra vida. La seguridad no es, como a veces se pretende hacer creer, un tema de más policías en las calles. Combatir el cambio climático, promover el empleo o menguar la desigualdad en la sociedad también ayuda a hacer municipios más seguros.

Necesitamos ciudades más sobrias. Los alemanes en algunas cosas tenían razón. En España hubo mucho despilfarro. Lo sabemos y debemos cambiar. Una vida más sencilla, sin despilfarro y ostentación es mejor. Debemos construir una lógica global de sobriedad en la sociedad.

Necesitamos ciudades más creativas. La creatividad va con el ser humano, forma parte de nuestro ADN, pero ahora debemos potenciar esa capacidad, debemos desarrollarla.

– Necesitamos ciudades más empáticas. Las ciudades serían mucho mejores si desarrolláramos más empatía con los otros, los cercanos y los lejanos, en el espacio y en el tiempo. La intolerancia y la xenofobia crecen cuando hay déficit de empatía.

– Necesitamos ciudades más democráticas. Los recurrentes episodios de corrupción que hemos vivido en los últimos años han provocado una desafección masiva en los políticos. Se pide y se reclama otra manera de ejercer la política… y eso está bien. Pero también se necesita otra manera de ejercer la ciudadanía, más activa, más comprometida con los asuntos públicos.

Para desarrollar cada uno de estos valores, para encarnarlos en la vida cotidiana, nuestra propuesta es construir metas compartidas a partir de un debate cívico propiciado por el ayuntamiento pero no monopolizado por los políticos o los funcionarios. Los tiempos en que solo los políticos profesionales se ocupaban de las cosas comunes se han acabado.

La tarea colectiva es construir, de forma participativa, metas concretas y compartidas cuya consecución constituya un hito significativo en el camino hacia las ciudades que soñamos. La determinación de esas metas colectivas, con las cuales deberá examinarse el éxito último de la corporación, es la tarea de los primeros 100 días de los nuevos ayuntamientos.

En nuestra propuesta, Ecodes aportaba 27 metas concretas. Ahí van 5 de ellas:

– Mejora de la equidad interna de la ciudad en un 5%, según el índice Gini, que es el indicador más aceptado para medir la desigualdad en una sociedad.

– Parque público de viviendas de alquiler de, al menos, un 3% del número total de viviendas existentes en el municipio.

– Aumentar un 15% la soberanía alimentaria del municipio.

Aumentar un 15% la vida de las cosas: más segunda mano, más tiendas de reparación (ropa, calzado, casa, vehículos, electrodomésticos…).

Incrementar un 25% el porcentaje de la economía creativa (cine, teatro, música, danza, plástica, etc.) en la economía local.

Cada municipio debería acordar sus metas, las que corresponden a la situación de cada ciudad. Con mucha razón hemos estado viviendo un tiempo lleno de lamentos y quejas, pero tenemos la convicción de que entramos en un nuevo tiempo en el que además de seguir pronunciando quejas y lamentos, nos toca la apasionante tarea de construir las ciudades que soñamos.

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