Derechos Humanos

19 españoles ponen cara a la ayuda al desarrollo

«Un cooperante es un cóctel de valores, de principios, de fe, de generosidad, de ganas de aventura, de querer crecer como persona. Todo eso, agitado, da lugar a un voluntario».

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06
septiembre
2015

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«Un cooperante es un cóctel de valores, de principios, de fe, de generosidad, de ganas de aventura, de querer crecer como persona. Todo eso, agitado, da lugar a un voluntario». Es la forma que Luis Miguel Belvis tiene de entender la cooperación. Luis Miguel es técnico en prevención de riesgos laborales especializado en construcción y preside la organización Coopera, con la que ha desarrollado su labor en distintas partes del mundo, desde una escuela de integración para niños sordomudos en una zona selvática de Ecuador hasta una granja de desarrollo agrario y agropecuario en Angola dirigida por mujeres. También es la única ONG española que opera en República Democrática del Congo, en la zona más conflictiva –frontera con Ruanda-, el país donde se encuentran la mayoría de minas de coltán que luego abastecen a Europa.

Su trayectoria y su compromiso han convertido a este riojano en uno de los rostros del Año Europeo de Desarrollo, dentro del proyecto 19 ciudadanos ponen cara a la ayuda al desarrollo. A través de esta iniciativa, la Representación de la Comisión Europea en España y la Oficina de Información del Parlamento Europeo en España pretenden dar a conocer, a través de 19 ciudadanos –uno por cada comunidad autónoma- qué hacemos los europeos en ese ámbito. Una labor necesaria pero poco visibilizada, gracias a la que la Unión Europea se erige como el mayor donante mundial de ayuda al desarrollo. Porque los proyectos solo pueden materializarse si hay personas que, con su esfuerzo, su coraje y su perseverancia, las trasladan al terreno y las convierten en realidad para mucha gente desfavorecida.

Para Luis Miguel, lo que le ha llevado a participar en distintos voluntariados durante los últimos 17 años «no es una cuestión de sentimiento, sino de justicia». «El deseo de justicia es lo que me invita a ayudar a quien, solo por haber nacido en otro lugar, no ha tenido la misma suerte que he tenido yo por nacer en una zona desarrollada», nos cuenta. Y pone el foco en reforzar la labor de sensibilización: «Nuestra ayuda al exterior sale de nuestro trabajo y de nuestros impuestos. Es muy importante contar a la gente en qué gastamos ese dinero, de tal forma que la gente se sienta orgullosa de sus cooperantes y de sus representantes políticos respecto a lo que estamos llevando a cabo en otros países». «Hay que crear una conciencia social muy fina –continúa-, basada en el corazón pero también en la seriedad. La sensibilización es fundamental porque es la única posibilidad de aumentar nuestra ayuda».

¿Y dónde queda la obligación de las instituciones? En España, desde 2008 se ha recortado en un 70% el presupuesto en ayuda al desarrollo. Los grandes damnificados han sido los ciudadanos pobres del África subsahariana, que han visto cómo las ayudas del Estado español a sus países se han reducido de los 1.080 millones de euros que se destinaban en 2008 a unos 220, es decir, un 80% menos, según datos de Intermon Oxfam.

«Si las instituciones no pueden ayudar tanto como antes debemos seguir reclamándolo y pidiendo responsabilidades. Pero a su vez debemos dar un paso al frente, empezando por convencer a las empresas de que la responsabilidad en lo que se refiere a desarrollo también es suya», sostiene Luis Miguel. «Todos tenemos una responsabilidad, desde un ciudadano cualquiera hasta una multinacional, aunque sea en diferentes escalas».

«El hombre, por naturaleza, al igual que la empresa, tiene ese concepto egoísta, es algo innato que usamos para protegernos. Pero sí creo que los gobiernos tienen que marcar claramente las pautas de la generosidad y de la solidaridad mediante la ley, y que por reflejo caiga en cascada al resto de la sociedad», concluye el cooperante.

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