Transparencia

Transparencia: la vulnerabilidad del diamante

«La transparencia es una fuente de riqueza, de fortaleza para los sistemas democráticos, para el avance científico y tecnológico y para el desempeño económico». Un análisis de Jaime Silos, de Forética.

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01
diciembre
2013

«La transparencia es una fuente de riqueza, de fortaleza para los sistemas democráticos, para el avance científico y tecnológico y para el desempeño económico». Esa es la tesis que defiende Jaime Silos, director de Desarrollo de Forética, en un análisis en el que también advierte sobre los costes sociales y económicas de la subcultura de la opacidad.

Comprar en un bazar de un lugar exótico puede ser divertido. Pero también frustrante. Algunas personas disfrutan del frenesí de encontrar el mejor chollo y, mejor aún, sacan pecho de su innata habilidad en el arte del regateo. A otras, sin embargo, les genera estrés.  Se sienten manipuladas. La mercancía no tiene precio, no hay garantías y no se puede comparar. La negociación es un proceso confuso en el que, tras ofrecer un té aromático, el vendedor apela a la autoestima y al ego del comprador. Los bazares son una forma barata de experimentar algunas de las consecuencias de la no transparencia: exuberancia especulativa, abusos,  estafas  y, sobre todo, altos costes de transacción en términos de tiempo y dinero.

Como bien ilustra nuestro bazar, la falta de información relevante, en su debido momento y forma, conduce a los individuos a decisiones sub-óptimas. Este coste para el turista -aquel al que no se le da oportunidad de conocer-  se convierte en una ventaja para el comerciante. Si esto es así en un entorno reducido, imaginemos cuánto le cuesta a una sociedad la falta de transparencia.

A pesar de lo que nuestra intuición nos puede susurrar al oído, la transparencia es casi siempre una fuente de ventajas competitivas y no a la inversa. A primera vista, ser transparentes –seamos una persona o una organización- nos hace vulnerables. Estamos expuestos al escrutinio de nuestras acciones, la crítica de nuestras debilidades o la imitación de nuestros puntos fuertes. Esto puede ser cierto a la escala de lo muy pequeño. Sin embargo, crear un marco que incentive la transparencia hace que un país prospere. El terreno se hace más liso para todos y se igualan las oportunidades para sus ciudadanos.

La transparencia es el pilar que sustenta un sistema democrático, facilitando el control parlamentario, la libertad de prensa y favoreciendo la libertad de expresión. Esto genera confianza en el Estado de Derecho. Es, por otro lado, la correa de transmisión del conocimiento y el catalizador del progreso científico. El origen de la universidad, la defensa  de la propiedad industrial -donde se modula la exclusividad de la explotación de una invención, a cambio de revelar al mundo su fórmula secreta- o la globalidad de internet son algunos de los ejemplos de utilidad social de la transparencia.

Pero la sociedad no solo se beneficia de esta como consecuencia de un mayor equilibrio a nivel socio-político. También lo hace desde el punto de vista económico. La opacidad es coste implícito, que no aparece en la factura, pero es muy real. El problema de la falta de transparencia es que está tan diluida y embebida en todas las transacciones económicas  que no somos plenamente  conscientes de cuánto nos cuesta. Una forma intuitiva de verlo es considerarla como un impuesto. Al igual que ocurría en nuestro bazar en el que perdíamos nuestro tiempo y el valor de nuestro dinero, un sistema socio-político opaco es un sistema con más impuestos especiales, ya que el ciudadano no solamente soporta las cargas públicas, si no que absorbe los costes de la falta de transparencia. Algunas instituciones como Transparencia Internacional se dedican a medir la transparencia, las percepciones respecto de la corrupción.  Otras, como Milken Institute se han dedicado a cuantificar los costes de la opacidad y sus conclusiones son, no solamente interesantes, sino además oportunas para nuestro contexto socio-político y económico.  La falta de transparencia afecta a la prima de riesgo de un país, lo que incrementa sus costes de financiación tanto para entes públicos, como para sus ciudadanos y sus empresas. A su vez afecta a su renta per cápita y por tanto tiene un impacto directo sobre la riqueza nacional y su capacidad de sostener el Estado de Bienestar.  En una publicación de Forética de 2012, destacábamos que las economías con mayor transparencia, medida por la calidad de sus instituciones -de acuerdo con el ranking de FEM- crecerían un 12% que la media de las economías desarrolladas, según estimaciones del FMI. Al refrescar los datos para este artículo la mejora de este top cinco es del 39% de crecimiento adicional. No obstante, debemos advertir que si excluimos la incorporación de una economía emergente a esta selección de titanes de la transparencia, la mejora es del 6,65%. Todo suma.

La transparencia es, por tanto, una fuente de riqueza, de fortaleza para los sistemas democráticos, para el avance científico y tecnológico y para el desempeño económico. Nos hace más vulnerables a nivel individual, pero nos hace más resistentes como sociedad. Transparentes y duros como el diamante. Luchemos por la transparencia.

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