Innovación

'Carsharing': contracultura de la movilidad

Durante años el coche propio se constituyó como el estandarte de la libertad. Hoy esta imagen ha cambiado y aparecen fórmulas sostenibles y más económicas de movilidad sostenible, como el ‘carsharing’.

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28
noviembre
2011

Europa tiene al mundo en vilo a la espera de sus próximos pasos respecto a la crisis financiera, la economía de materiales suma detractores por sus consecuencias nocivas y poco equitativas y la huella de carbono crece y cobra confianza en un panorama conflictiva.

Cada vez más expertos coinciden en que el reto de las nuevas generaciones estará en desafiar el status quo y hacer frente a la crisis basados en valores que cualquier que haya pasado por el parvulario conoce bien: hay que aprender a compartir.

La estrategia del consumo conjunto se hace sentir con fuerza creciente en las principales economías del mundo y la tecnología ha puesto su parte para incentivar el esfuerzo colaborativo. Por Internet se comparte música, videos, fotos, textos; en las bibliotecas se comparten libros, contenido audiovisual y hasta juegos, muchas comunidades se han organizado para comprar alimentos en grupo directamente al productor agrícola, compartir disfraces de Halloween o útiles escolares, son todas estrategias que parecen viables e incluso amigables y responden a una pregunta muy importante: ¿es más importante la propiedad o el disfrute? Y falta por responder una definitivamente crucial: ¿qué más se puede compartir?

¿Cuánto cuesta un coche?

Durante años el coche propio se constituyó como el estandarte de la libertad por excelencia. Hoy en día la imagen más apropiada sería la de horas atascado en el tráfico, oyendo las bocinas y los carburadores de los vecinos y calculando cuánto se ha devaluado la preciada nave y cómo cumplir con las facturas de gasolina, plaza de aparcamiento, seguro y las visitas al taller mecánico. En países como Suiza, Holanda, Australia y Reino Unido una de las soluciones a este probema está mucho más difundida: el carsharing.

El sistema funciona como una flota de coches distribuida por la ciudad y una red de usuarios que puede reservar esos coches y utilizarlos a conveniencia.  Gabriel Herrero-Beaumont, socio de Bluemove, una de las empresas que presta el servicio en España, explica de dónde nace la necesidad de compartir vehículo: “No tiene ningún sentido que cada madrileño tenga su propio coche si de media los coches de Madrid están más de un 95% del tiempo parados, por eso muchos usuarios del sistema ya están dejando de usar su coche propio”.

De hecho, según el analista Dave Brook, de la consultora americana de movilidad, Team-Red US, cada vehículo de carsharing colocado en la ciudad reduce entre 6 y 20 coches particulares en la zona y ahorra a sus usuarios entre 115 y 325 euros en transporte al mes.

La firma de asesoría a empresas sostenibles, Collaborative, también arroja cifras impresionantes sobre las bondades del sistema de carsharing: el número de usuarios en Estados Unidos superó los 500.000 en 2010 y se estima que disminuyó las emisiones de dióxido de carbono en más de 480 mil toneladas.

Blue Move es una de las empresas de carsharing que operan en España. Si estás interesado en sus servicios puedes visitar su página www.bluemove.es o llamar al teléfono 91 282 0915

Blue Move es una de las empresas de carsharing que operan en España. Si estás interesado en sus servicios puedes visitar su página www.bluemove.es o llamar al teléfono 91 282 0915

Herrero-Beaumont explica que los beneficios tienen alcance colectivo y particular: “Nuestra red de usuarios ha crecido a un ratio de 25% al mes, eso significa más y más personas que diseñan sus traslados de manera distinta, se reparten entre el transporte público, bicicleta y solo utilizan el coche cuando es indispensable, porque ahora tienen un control preciso de lo que gastan en movilidad, por eso la alternativa se extiende también a las empresas, que son los principales actores contaminantes y siempre necesitan de mayor eficiencia en la gestión de flotas”.

La mesa está servida para un futuro sostenible y cada vez más personas se sientan hambrientos de información a devorar nuevas oportunidades. Si se le pregunta a este empresario madrileño si la idea de trabajar por la sostenibilidad no es demasiado optimista, él contesta: “No lo creo, optimista sería intentar mantener el modelo obsoleto y nocivo con el que estábamos funcionando y planificar sobre un futuro incierto”.

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