Opinión

El futuro del mix energético. Nucleares ¿sí o no?

El coordinador de Medio Ambiente de UPyD, Alfonso Sopeña, defiende que la cuestión no es tan simple como ‘nucleares sí, nucleares no’. «Esta mentalidad reduccionista es la que nos impide avanzar».

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12
octubre
2011
El siempre latente debate social relativo a los inconvenientes y ventajas de la utilización de la energía nuclear como fuente de producción de electricidad, aflora con intensidad y oportunismo cuando algún suceso, nacional o internacional, afecta a cualquier central nuclear.
El terremoto del noreste de Japón y el consiguiente tsunami que asoló la central nuclear de Fukushima, ha producido este efecto. Resurge una polémica que casi oculta la escalofriante cifra de 27.000 muertos y desaparecidos derivados de la catástrofe natural. Cada lobby económico, social o político, trata de sacar ventaja de la situación que se vive en Japón y abunda en razones económicas o ideológicas.
En lugar de plantear el por qué la humanidad sigue construyendo grandes ciudades, enormes polos industriales y químicos, centrales nucleares o impresionantes embalses en zonas de gran Riesgo Geológico, la discusión se simplifica y lo que se discute es: nucleares sí, nucleares no. Esta mentalidad reduccionista empobrece el debate hasta límites insufribles y causa graves daños al avance social.
Sin duda, la democracia participativa en la que vivimos debe someterse a los debates que surgen al hilo de los acontecimientos. En este caso está más que justificado por las graves consecuencias que situar una central con seis grupos nucleares en una costa con alta probabilidad de tsunamis tendrá para la población. Esta central es equivalente en potencia instalada (4.700 MW) a más de la mitad de todas las centrales que funcionan en España (7.728 MW).
Pero ninguna discusión sobre cualquier tipo de fuente de energía debería plantearse en los términos en los que los diferentes grupos de presión lo han hecho. Hoy, en cualquier debate de este tipo deben considerarse necesariamente los siguientes factores: fuente de suministro, seguridad de abastecimiento, precio de la energía y Medio Ambiente. Además, en la situación económica que vive nuestro país, cuyas consecuencias costará décadas superar, la implementación de cualquier política que aborde este tema debe tener también muy en cuenta su influencia en el balance de la población trabajadora y en la creación de empleo.
En el caso español, partimos de una situación provocada por la ausencia de una política energética clara desde hace muchas décadas. Los gobiernos socialistas de Felipe González paralizaron el desarrollo de la energía nuclear y optaron por un modelo de quema de combustibles fósiles, carbón, fuel y sobre todo, gas. Con posterioridad, el PP de José María Aznar, introdujo modificaciones normativas que iniciaron el camino del déficit tarifario. Finalmente, los últimos gobiernos del PSOE han agravado la situación con medidas erráticas y subvenciones desmedidas a las llamadas renovables y al carbón. El resultado es que el déficit tarifario, es decir el dinero que los consumidores debemos a las eléctricas, se acercará en el año 2013 a los 23.000 millones de euros.
Pero el problema, capital para nuestra economía tanto industrial como doméstica, se percibe aún como más grave cuando se observa que los responsables políticos no son capaces de plantear el tema con un mínimo de acuerdo y coherencia. Entre otros despropósitos, el actual Presidente de Gobierno, decidió cerrar la central nuclear de Santa Maria de Garoña por motivos ideológicos y en contra de todos los informes técnicos favorables del Consejo de Seguridad Nuclear, un Organismo de la máxima solvencia e independencia. Sin embargo, algunos meses más tarde, forzado por las circunstancias, decidió renovar la licencia de explotación de la Central Nuclear de Almaraz (Cáceres) por un periodo de diez años. El Partido Popular mantiene una tibia postura favorable a la energía nuclear pero retrasa el debate siempre que puede y se opone a que se instale el Almacén Temporal Centralizado de Combustible Gastado en las Autonomías donde gobierna. Izquierda Unida, heredera de la izquierda internacionalista que apoyaba la energía nuclear durante la dictadura en la Unión Soviética, mantiene ahora posturas contrarias, muy próximas a las de algunos grupos ecologistas radicales.

El déficit tarifario (el dinero que los consumidores debemos a las eléctricas) puede alcanzar los 23.000 millones de euros en 2013.

Bien, pues lo cierto es que España por decisión del dictador Francisco Franco tiene centrales nucleares y, por tanto, el dilema energía nuclear sí o no, es falso. Si España no tuviera centrales de este tipo se debería plantear este debate, pero en nuestra situación la pregunta que debe formularse es: ¿Cuál debe ser la composición del Mix (cesta) energético nacional? ¿Qué fuentes de energía deben entrar a formar parte de él respecto de la producción de energía eléctrica y cuáles deben ser las previsiones realistas a medio y largo plazo?.
La situación energética española actual es simple. Dependemos de los productos energéticos petrolíferos del exterior, puesto que importamos el 85% de la energía que consumimos de países que además, en su mayoría, son inestables políticamente y/o propensos a utilizar estos recursos como arma política. Tenemos un alto componente energético y una baja eficiencia energética de nuestra economía en la generación de productos y servicios que supera en un 30% por unidad del PIB a la media europea. Y por último España es una “isla energética”, en sus conexiones eléctricas y de gas con el resto de los países europeos.
La presión que ya ejercen sobre los gobiernos las evidencias científicas de que la actividad humana acelera el proceso natural de cambio y variabilidad climática, obliga a tomar medidas urgentes de reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero y a evolucionar hacia un modelo de ahorro energético y de utilización masiva de la electricidad como fuente principal en transportes, industria, calefacción, etc.
Otras fuentes como la geotérmica de baja entalpia pueden contribuir en una medida notable a cambiar el modelo actual y a sustituir, de forma paulatina pero lo más rápida posible, la producción de energía eléctrica a base de quema de materia orgánica fósil o actual, por fuentes más limpias. La agroenergía debería ser utilizada sólo como un complemento, puesto que puede producir disfunciones serias, tanto el precio de algunos alimentos, como en la biodiversidad de las áreas dedicadas a cultivos masivos de este tipo. Además, conviene no olvidar los gases que se emiten durante la combustión directa de la materia vegetal o en su empleo como biocombustibles.
En suma, la política energética debe considerar la necesidad de contar con un suministro eléctrico barato en términos de euros por Kwh, seguro en términos de suministro y abastecimiento y limpio en términos de Tm de emisión de gases de efecto invernadero. Es necesario configurar un Mix que permita la estabilidad del sistema de generación y de la cobertura de las puntas estimadas. Todas las energías son susceptibles de integrarse en ese futuro Mix energético.
Las limitaciones sólo deben derivarse de criterios de coste, de capacidad para cumplir los criterios básicos de índole técnica, generación, suministro del servicio, estabilidad de la red eléctrica, etc. Y por último, pero no menos importante, de contribución efectiva a la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero. Las emisiones dispersas como las que ocasionan los motores de explosión de los automóviles, sólo serán controlables cuando se dejen de utilizar de forma masiva este tipo de técnicas. En cumplimiento de los objetivos fijados internacionalmente, es urgente invertir la tendencia del aumento de estos gases y reducir la factura económica que España debe asumir por sus emisiones de CO2.
Una política energética, realista y de futuro debería considerar favorecer la integración de todas las fuentes capaces de cumplir las condiciones citadas y evolucionar hacia un Mix compuesto por todas las energías limpias, incluida la nuclear como, una fuente de transición a otros sistemas más seguros y eficientes.
La energía nuclear es fiable, segura en el suministro y límpia. Sus principales inconvenientes pueden ser controlados por la sociedad mediante la implementación de políticas adecuadas y la catástrofe natural de Japón debe servir para exigir mayores garantías de seguridad si caben, a los operadores de centrales nucleares y para aplicar las nuevas enseñanzas que la naturaleza nos proporciona.

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