Así funcionan los laboratorios de tendencias
Cuando el cambio es la única constante, anticiparse a lo que viene es crucial. ¿Cómo predecir lo que la sociedad deseará, necesitará o rechazará? Ahí entran en juego los laboratorios de tendencias.
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Las tendencias marcan el pulso de cada época. Determinan los colores y estilos que dominarán el vestuario, los ingredientes y sabores que ganarán protagonismo, las plataformas digitales que transformarán la manera de interactuar. Las tendencias no solo reflejan el presente, sino que también anticipan el futuro. Aunque pueda parecerlo, no surgen al azar; son el resultado de cambios culturales, avances tecnológicos y comportamientos sociales que evolucionan con el tiempo. Y, para identificarlas y analizarlas, existen los laboratorios de tendencias, espacios de observación y estudio donde los expertos rastrean señales emergentes, interpretan datos y lanzan predicciones.
A través de investigaciones, análisis de consumo y monitoreo de distintos sectores, estos laboratorios ayudan a marcas, industrias y creadores a anticiparse a las necesidades del mercado y a comprender hacia dónde se dirigen los intereses colectivos. Combinan el análisis de datos con la observación cualitativa, la creatividad con la ciencia, y la intuición con la evidencia. Trabajan con equipos multidisciplinarios que incluyen sociólogos, economistas, diseñadores, tecnólogos e incluso artistas, porque el futuro no se puede entender desde una sola perspectiva. Actúan como un observatorio que monitorea continuamente el entorno en busca de señales de cambio. Estas pueden manifestarse en innovaciones tecnológicas, transformaciones en los hábitos de consumo, cambios en la cultura popular o avances en distintas disciplinas científicas.
El proceso suele comenzar con la recopilación de datos. Esto incluye desde encuestas y estudios de mercado hasta el análisis de redes sociales, noticias y comportamientos en línea. Pero también observan lo que ocurre en las calles, en las subculturas. Porque las tendencias a menudo surgen en los bordes, donde la innovación y la rebeldía se encuentran. Este es el coolhunting, que consiste en la observación directa de entornos urbanos y digitales para detectar innovaciones y modas emergentes.
Una vez recopilada la información, viene la fase de análisis e interpretación. Aquí es donde los expertos buscan patrones, conexiones y anomalías. ¿Por qué, de repente, todo el mundo habla de esto? ¿Qué necesidades insatisfechas hay detrás de una nueva moda? ¿Cómo podrían evolucionar estas tendencias en el futuro? Gracias al uso del big data, es posible examinar grandes volúmenes de información provenientes de búsquedas en internet, redes sociales y transacciones comerciales, lo que permite detectar patrones en el comportamiento del consumidor y prever futuras demandas.
Estos laboratorios elaboran predicciones que permiten prepararse para múltiples posibilidades
Finalmente, elaboran escenarios y proyecciones. No se trata de adivinar el futuro, sino de imaginar múltiples posibilidades y prepararse para ellas. Estos escenarios no son predicciones infalibles, sino mapas que ayudan a las empresas, gobiernos y organizaciones a tomar decisiones informadas.
Asimismo, otra estrategia utilizada por los laboratorios de tendencias es la implementación de laboratorios vivos, espacios de experimentación donde se involucra directamente a los usuarios. A través de estos entornos de cocreación, se pueden probar productos, servicios o ideas en situaciones reales, permitiendo evaluar su aceptación y mejorar su diseño antes de su lanzamiento al mercado.
El laboratorio de tendencias que primero marcó el camino fue The Good Judgment Project (GJP), fundado por Philip E. Tetlock, Barbara Mellers y Don Moore. El proyecto surgió como parte de un concurso de pronósticos promovido por la Intelligence Advanced Research Projects Activity en Estados Unidos. Su objetivo era mejorar la precisión de las predicciones sobre eventos geopolíticos mediante pronósticos realizados por voluntarios. El GJP demostró que, al combinar las predicciones de individuos con las habilidades para el análisis —los superforecasters—, se podían obtener resultados más precisos que los de analistas profesionales con acceso a información clasificada. Actualmente, este enfoque ha sido adoptado por empresas y gobiernos para anticipar tendencias desde la economía hasta la seguridad global.
TrendWatching, por su parte, no solo detecta tendencias, sino que busca inspiración en cada rincón del mundo. Su equipo explora desde cafeterías en Tokio, donde la inteligencia artificial personaliza bebidas, hasta startups en Nairobi que convierten desechos en materiales de construcción. TrendWatching publica informes periódicos con el lema de que «el futuro no es algo que simplemente ocurre; es algo que se crea».
Y el Future Today Institute va más allá de simplemente analizar tendencias: examina sus consecuencias. ¿Qué significa para nosotros que la inteligencia artificial transforme el mercado laboral? ¿Cómo cambiará nuestra identidad la biotecnología? El instituto publica anualmente un informe llamado Tech Trends Report, que se ha convertido en una referencia para empresas y gobiernos. Su trabajo no solo consiste en predecir el futuro, sino también en cuestionarlo: ¿qué tipo de futuro queremos construir? ¿Cómo podemos asegurarnos de que la tecnología sirva a la humanidad y no al revés?
El papel de estos centros de predicción del futuro se volverá aún más relevante en los próximos años, especialmente con el avance de la IA y la automatización del análisis de datos. Herramientas de machine learning y algoritmos avanzados permitirán una detección más precisa y rápida de las tendencias emergentes, optimizando los procesos de predicción y reduciendo la posibilidad de errores. Además, la interconexión de datos a nivel global facilitará el acceso a información de diferentes regiones y sectores, enriqueciendo aún más los pronósticos.
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