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Arribismo y abajismo

Son dos fenómenos socioeconómicos que, a pesar de sus diferencias, guardan una relación bastante estrecha. En ambos casos se da una construcción discursiva-ideológica: ¿de qué conflictos internos surgen?

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18
junio
2025

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El arribismo y el abajismo son dos fenómenos socioeconómicos que, a pesar de sus diferencias, guardan una relación bastante estrecha. En ambos casos se da una construcción discursiva-ideológica y no son categorías de autodefinición, es decir, los arribistas y los abajistas no se reconocen a sí mismos como tal. Sin embargo, ¿son solo conflictos identitarios que surgen del origen social? ¿O qué conflictos internos hace que se den estos fenómenos?

Aunque se suela entender el término arribista como «oportunista» o «trepa», alguien que progresa en la vida sin escrúpulos, su definición va más allá, sobre todo en países latinoamericanos, donde se han estudiado más ampliamente los fenómenos del arribismo y del abajismo.

Según lo describe Óscar Contardo en Siútico: arribismo, abajismo y vida social en Chile, esto está ligado al adjetivo «siútico», dicho de una persona que presume de fina y elegante, o que procura imitar en sus costumbres o modales a las clases más elevadas de la sociedad. El arribista es aquel que se desencaja del lugar que las estructuras de poder le han establecido, el que sufre con la posición que se le ha asignado en el sistema del estatus porque esa posición está desvalorizada socialmente.

El arribista simula ser alguien distinto ocultando su origen social para formar parte de un ámbito social o una clase superior y busca formar parte de grupos privilegiados para dejar de ser clase baja o aparentar que ha dejado de serlo. De acuerdo con el investigador Nicolás Penna, la actitud arribista se ha relacionado históricamente con las clases medias y sus procesos de ascenso social; en los últimos años y debido al neoliberalismo se ha incrementado exponencialmente.

Por el contrario, el abajismo representa el querer «descender» socialmente o presentar una empatía extrema de clase. Este se podría entender como un intento de imitar el modo de vida de las clases bajas o populares, apropiándose de los hitos culturales y simbólicos de dichas clases desde una actitud performativa. Según Contardo, el abajismo es una decisión autónoma de rebeldía variable, a veces incluso contradictoria, pero sin mayor apoyo colectivo ni agenda política. También suele estar ligado a la inquietud artística y a los devaneos intelectuales desde un capital cultural heredado; un capital que, por contraste, no tienen los arribistas.

Las personas arribistas y las abajistas pueden presentar complejos por la clase social de la que provienen

Una de las razones del arribismo y del abajismo, según Penna, es la negación de las condiciones objetivas de clase para lograr una identificación, subjetiva y discursiva, con otro grupo de la sociedad. Ambos toman aspectos característicos de los sectores con los que se sienten identificados y los hacen propios.

Las personas arribistas y abajistas pueden presentar complejos por la clase social de la que provienen, así como conflictos internos e identitarios ligados al origen social. Estos complejos pueden provenir de razones ideológicas y psicoeconómicas, como la necesidad de escalar socialmente por problemas económicos en el caso de los arribistas o la toma de conciencia de los «males» que causa la clase alta en el caso de los abajistas.

Sin embargo, estos conflictos traspasan lo individual. Por ejemplo, en ciertos casos, la gentrificación de espacios destinados en un principio a clases bajas puede verse acaparada por los abajistas. Mientras que clases bajas pueden llegar a necesitar ropa de segunda mano de precios bajos, los abajistas utilizan esa estética y hacen uso de tiendas de segunda mano o solidarias y benéficas, que aumentan sus precios y pueden dejar de ser accesibles económicamente. También ocurre con los viajes de mochileros en los que se buscan «experiencias» para sentirse parte de la clase baja del lugar que visitan. Incluso surge la figura del begpacker, turistas que mendigan para pagar sus viajes, sobre todo en Asia, a pesar de que tienen el dinero para hacerlo.

En el caso del arribismo, el conflicto más representativo es la dificultad de ascender socialmente. La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico puso de manifiesto en 2018 que las dificultades para ascender socialmente son cada vez mayores. Por lo tanto, a pesar del deseo del arribista, que casi parece representado ya en El Lazarillo de Tormes en el personaje del hidalgo, es muy difícil ascender en la escalera social.

En conclusión, el arribismo surge no tanto del ansia de lucrarse, sino de la necesidad de aparentar una realidad opuesta en cuanto al nivel económico. Sin embargo, en el abajismo muchas veces no están dispuestos a renunciar a las ventajas que asegura el dinero a pesar de agenciarse de la estética, los movimientos sociales y las vivencias de las clases bajas.

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