Opinión

Por qué la igualdad (también) le importa al PIB

En el libro ‘Oportunidades iguales’, la empresaria e investigadora Mirian Izquierdo analiza el impacto de la inclusión de las mujeres en la economía.

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Mirian Izquierdo
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10
noviembre
2017

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Mirian Izquierdo

A menudo escuchamos que el siglo XXI es el siglo de las mujeres, pero basta ver los datos del Foro Económico Mundial para ver que España, por ejemplo, se encuentra a 169 años de la paridad de género. Y es que el talento femenino es un recurso de creación de valor económico infrautilizado en todo el mundo. En el libro ‘Oportunidades iguales, cómo impulsar el liderazgo femenino’ (Lid Editorial), la empresaria e investigadora Mirian Izquierdo muestra las barreras, los componentes del techo de cristal y otros impedimentos a los que se enfrentan las mujeres y cómo ello afecta a los sistemas económicos, a la vez que visibiliza posibles soluciones y ejemplos de empresas que ya las están implementando.

Desde niña me llamaban la atención las diferencias e injusticias a las que veía sometidas a las mujeres como miembros de la socie­dad. Aún recuerdo el sentimiento de rechazo que sentí cuando, con apenas seis años, mi madre me comentó que tenía que ir a buscar a mi padre para que le autorizara la compra de una casa. Mi madre tra­bajaba, conducía, contrataba al servicio, resolvía los temas adminis­trativos, elegía los colegios, se reunía con los profesores, firmaba las notas, viajaba y, a menudo, iba sola a muchos sitios. Y, sin embargo, ahora no podía hacer algo sin mi padre. Necesitaba su permiso para poder adquirir cualquier cosa. Cuando le pregunté por qué, me res­pondió que una mujer dependía para tomar las decisiones de peso de su vida económica, de su marido o de su padre.

El posicionamiento de las mujeres en la sociedad es uno de los cambios más notables que España ha atravesado en los últimos 20 años. Hoy las representan, en el caso de nuestro país, el 54,8% de todos los estudiantes universitarios y el 62,3% de los licenciados, y prácticamente se ha superado en las medidas de acceso a la educación la desigualdad de género, a excepción de un pequeño porcentaje en la educación básica obligatoria. El nivel educativo de las mujeres representa un activo importante para las empresas, puesto que constituye más del 50% de la reserva de talento de la sociedad española.

A pesar de este hecho, en el año 2016 España ocupaba la posición 29 en el ranking mundial de paridad Global Gender Gap Report (Informe de la brecha global de género), que elabora el Foro Económico Mundial. En efecto, nuestro país, con un 27% de brecha global de género, está lejos de ocupar el puesto duodécimo, o décimo cuarto en el peor de los casos, que corresponde ocupar a España en la lista mundial en relación con su Producto Interior Bruto (PIB).

Siempre he huido de tratos diferentes en todos los cargos de responsabilidad que he ejercido, a la vez que he rechazado las injusticias (muchas vividas en primera persona en este ámbito). He negociado mis subidas salariales cuando he traba­jado en el sector privado por cuenta ajena con gran asertividad y éxito –según se quejaban mis jefes– y he viajado a más de 70 países en los cinco continentes, sola, por motivos laborales, desde que dejé la universidad. Sé positivamente que no soy ninguna excepción y que existen muchas otras mujeres capaces de hacer cosas similares o mejores, si la falta de oportunidades no hubiera condicionado su ca­mino. Pero, ¿qué sentido tiene esta falta de oportunidades?

Numerosos modelos y estudios empíricos ya han afirmado que la mejora de la igualdad de género promueve dividendos económicos significativos. Según la Organización Mundial del Trabajo, si los 90 países de la muestra igualaran su paridad de género con el país vecino más rápido, el PIB global podría aumentar hasta en 12 billones de dólares en 2025.

La participación femenina en la economía (o su ausencia) es una cuestión de impacto económico que pasa factura a las mujeres, las empresas y a las economías de los países. El talento femenino sigue siendo uno de los recursos de creación de valor económico más infrautilizados, malgastado por su falta de progreso o sin explotar desde la base. Los líderes empresariales y los gobiernos son cada vez más conscientes de que desmantelar las barreras de la igualdad puede abrir nuevas oportunidades de crecimiento. El Foro Económico Mundial, en su encuesta sobre el futuro del empleo, puso de manifiesto que el 42% de los líderes empresariales percibía la paridad de género en su compañía como un asunto de justicia e igualdad. No puede hablarse de buen gobierno sin pensar en la paridad de género.

Un reto que no se ha conseguido ni de lejos en casi 40 años de historia en democracia y que –de conformidad con el Índice de brecha de género del Foro Económico Mundial–, a la velocidad de progreso actual, no se conseguirá hasta dentro de 169 años, necesita de la ayuda de muchas otras mujeres y hombres que compartan esa necesidad, y también de empresas, organizaciones e instituciones que, de forma inclusiva, quieran sumarse a la causa y formar parte de ella.

Este libro es una invitación a todos los stakeholders (agentes impli­cados) que quieran sumarse a restar años a ese desfase, a conocer mejor algunos de los motivos que lo producen, y por tanto, a parti­cipar en algunas de las acciones que para ello se sugieren. Porque ningún país puede prescindir del talento de una parte importante de su población y, al albur de la segunda década del siglo XXI, va sien­do hora de que la Europa más avanzada lidere el pleno respeto de los derechos humanos. La igualdad de sexos, como veremos con deteni­miento, es también uno de ellos, más allá de la diversidad.

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