Educación

«La felicidad actual queda diluida en riqueza, poder e influencia»

Alan Wallace (California, 1950), embajador de la Eudemonía socrática y la iluminación budista, analiza la cultura tecnológica materialista de las sociedades occidentales.

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27
junio
2017
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Sócrates y Buda estaban de acuerdo en algo: cómo cultivar una felicidad genuina. Eudemonía lo llamaban en la Grecia clásica. Iluminación, en la India de Siddharta Gautama. El filosofo alemán Karl Jaspers acuñó esta coincidencia de filósofos y religiosos en pueblos mediterráneos y Asia como la Era Axial. Una época donde se desarrollaron en diferentes rincones del planeta los pilares del verdadero florecer de la condición humana. Hoy en día, el experto en Budismo Alan Wallace (California, 1950) se ha convertido en el más ferviente embajador de la Eudemonía socrática y la iluminación budista.

Amigo íntimo del autor Daniel Goleman y el director de cine George Lucas, Wallace es un referente para un conjunto de líderes californianos críticos con la cultura tecnológica materialista de su región natal. Junto con el prestigioso psicólogo Paul Ekman (asesor de Pixar en Inside Out), Wallace desarrolla el programa Cultivating Emotional Balance, que nace en el año 2000 tras una serie de conversaciones organizadas por el Life & Mind Institute del Dalai Lama. Su idea es integrar la técnica meditativa budista secularizada con la teoría de gestión emocional de Ekman para el desarrollo de un auténtico bienestar social apoyado en pilares tan fundamentales como la contemplación o introspección, el equilibrio emocional, la ética y la sabiduría. 

Nada más relevante en una época en la que los índices de depresión y ansiedad se disparan de manera alarmante en el mundo occidental a pesar de disfrutar de las mejores condiciones de vida que jamás habíamos tenido. Tuvimos la ocasión de entrevistar a Wallace en mitad de la sexta edición del CEB que se impartió en Denia, Alicante.

Hay evidencia científica reciente que confirma que las oportunidades para la reflexión y la contemplación están disminuyendo en la cultura tecnológica acelerada que se respira en las grandes urbes. Y ya en 1921, Walter Lippman alertó del impacto negativo en la opinión pública de esta falta de atención por parte de las masas. ¿Podríamos vincular el auge de los populismos a la falta de atención?

La victoria de Donald Trump confirma las teorías de Walter Lippman de hace un siglo. Los seguidores de Trump estaban atrapados en la emoción. Emoción de aversión, de enfado y de resentimiento hacia el status quo que personificaba Hillary Clinton. Trump ha sabido canalizar ese sentimiento de hartazgo y de miedo hacia lo extranjero (los musulmanes, los mexicanos, etc. ). Es la definición clásica del demagogo. Hemos tenido muchos a lo largo de la historia, y sabemos que se alimentan del lado oscuro de las emociones: el miedo, la rabia, el estrés y la infelicidad. La gente está rabiosa, miedosa, infeliz y deprimida por razones objetivas. Ya tenemos un paralelo no muy lejano, que fueron las circunstancias que acompañaron el ascenso de Hitler al poder en los años 30 del siglo pasado. Cuando hablamos de democracia sostenible, no estamos hablando solo de un sistema correcto de checks and balances. Sino de qué educación, qué equilibrio mental, qué inteligencia, qué capacidad de reflexión y de pensamiento tiene la gente que asciende al poder. Y en cualquier caso, se ha de tener un electorado bien informado, bien educado y emocionalmente equilibrado. Si no tienes esto, el electorado se autosaboteará.

Eres residente en California, desde donde Hollywood y la industria tecnológica están transformando la dinámica de las relaciones humanas en la sociedad siglo XXI. ¿Cuál crees que está siendo el impacto de la tecnología en la atención de la población?

La atención en la esfera pública está en proceso de devolución. He visto los niveles de atención de la sociedad retroceder a lo largo de mi vida. La industria de la publicidad y del entretenimiento demandan la atención de la gente en espacios cada vez más cortos. 5 segundos aquí, 15 segundos allá, 20 allí. El entretenimiento se ha acelerado, la música se intensifica, te perfora el cerebro con la intensidad, y los videojuegos te aplastan el cerebro con estimulación. Cuanto más intensa es nuestra infelicidad interior, buscamos estímulos externos más intensos.

¿Hay confirmación científica de esto? ¿Por qué no hay más  preocupación sobre algo tan dañino?

No parece que haya estudios científicos analizando la evolución de la atención en la sociedad. Y no parece que haya ningún científico que reconozca que la atención puede entrenarse. William James, el padre de la psicología moderna, sí que confirmó que la figura del genio se caracteriza por tener una gran capacidad de atención, pero no creía que esta se pudiera entrenar. Su sucesor, John Watson, estableció el principio de que no podíamos referirnos a estados subjetivos de ninguna manera, que tan solo podíamos centrarnos en el comportamiento, y esto es lo que se ha consolidado en la psicología académica moderna desde entonces. Y después llegaron los materialistas, que niegan la existencia de la introspección. Estos filósofos de referencia como John Searle en UC Berkeley o Alan Rosenberg en Duke aseguran que no tenemos habilidades de introspección. O el científico Michael Graziano, que asegura que no existe la conciencia. Se impone el poder del materialismo científico.

¿Por qué si los seres humanos han sabido cultivar la felicidad auténtica desde tiempos inmemoriales –Sócrates, Aristóteles, filosofías orientales, etc.– la humanidad en su conjunto no ha caminado en coherencia con este concepto de felicidad e incluso se ha alejado más y más hacia la llamada felicidad hedónica?

La ciencia en los últimos siglos desde Galileo pasa a ocupar un papel cada vez más importante en el área del conocimiento. Y la filosofía y la religión quedan relegadas a un segundo plano. Es el materialismo científico donde están los medios, la academia, el dinero, el poder, el prestigio. La búsqueda de la felicidad se centra más en el mundo exterior, en mayor riqueza, en mayor conocimiento científico, en mayor tecnología. Se centra hacia mayores conquistas externas, abundancia, poder, estatus, influencia. Así pues estas tres fuentes de poder, riqueza y reconocimiento se consolidan como los pilares de la felicidad hedónica, que es absolutamente insostenible. La felicidad actual queda diluida en aquello que podemos conseguir del mundo: riqueza, poder e influencia. El progreso científico, tecnológico y material ha sido extraordinario. Pero la felicidad genuina de la que hablaban los griegos o los budistas, esa que se cultiva de dentro hacia fuera, se está evaporando. Nos hemos convertido en una civilización donde reina el materialismo, el hedonismo y el consumismo. Y estamos destrozando el planeta, nuestra existencia y la de otras especies.

Le preocupa mucho la cuestión de la sostenibilidad del planeta. ¿Cómo podemos concienciarnos cada uno de nosotros para hacer de este mundo un lugar más sostenible?

Las cucarachas, las ratas y los tiburones tienen la inteligencia suficiente para algo tan básico como la supervivencia, pero el ser humano tiene mucho más. La biología tiene un poder explicativo extraordinario para que podamos entender nuestra naturaleza más primaria, más básica, más animal, la que busca placer hedónico, poder, dinero y reconocimiento. Pero esta búsqueda del placer hedónico en la que nos hemos embarcado como especie está lejos del éxito, es más bien un camino hacia la autodestrucción. Nos está conduciendo al odio, a la avaricia, al engaño; nos está llevando a la fabricación de armas de destrucción masiva, a la destrucción del medio ambiente, al abuso de unos seres humanos sobre otros y otras especies, etc. Nos estamos haciendo un daño tremendo, a nosotros mismos y a otras especies en el planeta. Necesitamos desesperadamente un marco explicativo que incluya la biología, la tecnología, la ciencia, pero no los confunda con una perspectiva integral del mundo. El CEB que dirigimos Ekman y yo aspira a ser este marco explicativo. Es un programa que ha sido testado científicamente. Nuestro impacto es silencioso. Aspira a ir transformando a la gente para ayudarles a cultivar una felicidad genuina, caracterizada por un mayor equilibrio mental y emocional, con independencia de sus creencias o no creencias. El potencial es enorme y necesita más masa crítica.

También estás desarrollando un centro de investigación de la práctica contemplativa en la Toscana Italiana. ¿Podrías compartir los detalles?

Queremos desarrollar un telescopio de la mente. En Occidente llevamos 400 años de progreso científico. En Oriente las tradiciones hinduistas y budistas llevan 2.000 años cultivando habilidades de atención, o Samadhi, para investigar la mente mucho más allá de lo que seríamos capaces de imaginar en la civilización Eurocéntrica. Es un sitio para la investigación científica rigurosa en colaboración con contemplativos bien entrenados que vienen al centro muy bien preparados con una trayectoria muy sólida. Será un centro de entrenamiento profesional en el arte de la contemplación para el desarrollo de la mente de manera excepcional. Nadie está haciendo esto.

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