Qué pasará con las mujeres en la Siria
Parece claro que mujeres y niñas sirias podrían acabar viviendo una situación parecida a la de otros países islámicos en los que la ‘sharia’ rige sus destinos.
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Cuando a principios de diciembre el Gobierno del presidente de Siria Bashar al Assad cayó en manos de los milicianos del denominado Organismo de Liberación del Levante (HTS), que en el momento de tomar el poder estaban en la lista de terroristas de EE.UU., Reino Unido y la ONU, no pude más que preocuparme.
A nadie se le escapa que el HTS es una rama de Al Qaeda liderada por Abu Mohammad Al Jawlani, un yihadista que combatía en las filas de Al Qaeda en Iraq contra Estados Unidos tras la invasión de 2003. De hecho, HTS está considerada como una organización terrorista por el Consejo de Seguridad de la ONU y por países como EE.UU., Turquía, Reino Unido y la Unión Europea. Curiosamente, a día de hoy EE.UU. ha retirado la recompensa de 10 millones que tenía puesta para quien capturara al líder de HTS.
Visto lo visto, la perspectiva, para todos los sirios y en especial para las mujeres, no parecía de lo más halagüeña.
No tardaron en surgir noticias en las que se hablaba de una policía de la moral que empezaba a patrullar por las calles de muchas ciudades del país. El 14 de diciembre la Sexta titulaba: «La nueva realidad siria, las niñas deben cubrirse completamente para ir a la escuela» y a diario vemos en redes vídeos en los que a las mujeres se les obliga a cubrir su pelo en público y a usar hijab. A nadie se le escapa que, aunque los que llevaron a cabo el golpe habían hecho una limpieza de su imagen –habían cortado su barba y salían en las televisiones con vestimenta occidental–, pertenecía a un grupo yihadista del entorno de Al Qaeda y ya sabemos lo que eso implica para los derechos y libertades de las mujeres.
En Siria ha empezado a tomar forma poco a poco la nueva estructura política del país y la mujer ha vuelto a ser objeto de debate
Sin embargo, pocas noticias más surgieron acerca de la situación de las mujeres hasta que hace unos días; conforme se han ido definiendo quiénes ocuparán los principales ministerios y cargos clave, ha empezado a tomar forma poco a poco la estructura política del país y la mujer ha vuelto a ser objeto de debate.
En ese repartir cargos, nombraron a Aisha al-Dibs como directora de la Oficina de Asuntos de la Mujer, la primera mujer funcionaria de alto nivel en la nueva administración. Dibs, que anteriormente trabajó en el campo de ayuda humanitaria, se describe a sí misma en redes sociales como «una activista centrada en el desarrollo de las mujeres y el trabajo humanitario». Hasta aquí, a pesar de los antecedentes mencionados de HTS, no parecía que debía haber problema para las mujeres sirias.
Sin embargo, si buceamos un poco encontramos ya sus primeras declaraciones también en redes, donde aseguraba: «No nos agobiaremos con experimentos que no nos convienen, o moldes prefabricados, que no satisfacen nuestras necesidades ni logran nuestros objetivos. Juntas crearemos nuestro propio modelo, basado en nuestras creencias, civilización, historia y diversidad». En una entrevista realizada en un canal turco ya había asegurado anteriormente, que la sharia serviría como base para cualquier modelo y les pidió a las mujeres «no sobrepasar las prioridades de su naturaleza creadas por Dios», es decir, «su papel educativo en el seno de la familia».
Hizo hincapié la misma Dips en la citada entrevista en que ya habían «sufrido programas de capacitación por parte de organizaciones extranjeras que perjudicaron a nuestros niños y mujeres», recordando que las mujeres son las principales responsables de los niños y de sus maridos. Y después, para aumentar mi preocupación acerca de qué podía pasar, en la página oficial del nuevo Ministerio de Educación podíamos leer sobre los cambios respecto a la asignatura de Historia: «Una nueva etapa», eliminación de las últimas 3 líneas y preguntas relacionadas con lo que se conoce como la Revolución del 8 de Marzo [Día Internacional de la Mujer].
Sorprende, y mucho, que el mismo Occidente que antes los consideraba terroristas ahora los legitime, enviando altos representantes para negociar, retirando a sus líderes de las listas de perseguidos, y esté estudiando eliminar las sanciones. Como si, cuando comienza la marginación de las mujeres, se empezaran a normalizar relaciones con los países. Porque no hace falta ser un lince para leer entre líneas lo que está diciendo y, aunque ojalá me equivoque, parece claro que mujeres y niñas van a tener que vivir una situación que puede acabar siendo parecida a la que viven en otros países islámicos en los que la sharia rige los destinos de mujeres y niñas.
Cosas veredes amigo Sancho.
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