¿Será el hidrógeno el fin de Tesla?
El hidrógeno avanza como una pieza clave de la movilidad limpia, pero sus retos técnicos y ambientales muestran que no hay soluciones mágicas en la carrera hacia la descarbonización.
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Hace un par de meses, circuló por redes sociales y algunos portales virales una declaración atribuida al CEO de Toyota, Koji Sato, durante una conferencia internacional en Tokio: «Nuestro nuevo automóvil de hidrógeno reemplazará toda la industria de vehículos eléctricos de Tesla». Aunque no está muy claro que estas declaraciones sean reales, su difusión refleja muy bien el clima generalizado en un mundo que siempre juega a vencedores y vencidos, también cuando hablamos de sostenibilidad y de un futuro basado en energías limpias. ¿Es cierto que el hidrógeno se convertirá en la fuente de energía del futuro?
Aunque no puede decirse que Toyota haya reemplazado a Tesla o que vaya a hacerlo, tampoco sabemos cómo terminará Tesla entre tanta polémica protagonizada por Elon Musk. Lo que sí es cierto es que el hidrógeno está situándose como una alternativa esencial en la transición hacia una movilidad libre de emisiones, algo que Toyota lleva defendiendo desde hace tiempo. Ahora, acaba de presentar el Mirai de segunda generación durante el Green Gas Mobility Summit 2025 celebrado en Madrid. Se trata de un vehículo eléctrico de pila de combustible (Fuel Cell Electric Vehicle – FCEV) que, además de emitir solo vapor de agua, permite una autonomía de hasta 650 kilómetros y recargas de apenas cinco minutos.
En 2025, las ventas de coches eléctricos en Europa alcanzaron una cuota de mercado del 20%
Por ahora, las ventas de coches de hidrógeno aún son mínimas, mientras que las de los eléctricos siguen subiendo, pero no tanto como se esperaba –al menos en Europa–. Según el informe Global EV Outlook 2025, las ventas de coches eléctricos alcanzaron una cuota de mercado del 20 %, lo que supone un incremento de tres millones y medio de unidades respecto a 2023. China sigue representando casi la mitad de las ventas, donde uno de cada diez coches en circulación ya es eléctrico. En Europa parece que las ventas se han estancado en una cuota de mercado del 20% y, en Estados Unidos, representaron más de uno de cada diez coches vendidos.
Retos ambientales y técnicos más allá de las emisiones
A pesar de que los vehículos eléctricos a batería siguen dominando el mercado de los coches con cero emisiones, la extracción de litio y otros minerales críticos tiene un gran impacto ambiental y geopolítico y, además, el reciclaje de baterías sigue siendo una asignatura pendiente. Por su parte, los coches de hidrógeno, que durante su uso solo emiten vapor de agua, prometen mayor autonomía y repostajes en minutos –frente a las horas de carga de muchas baterías–. Sin embargo, este tipo de vehículos también presenta retos importantes en las fases previas, como la producción, el almacenamiento y la distribución del hidrógeno, retos que también afectan a su uso en otros sectores como el transporte pesado o la industria.
Sthephanie José Martínez, química física, explica que «uno de los problemas más importantes es que para que las pilas de combustibles funcionen bien, necesitan unos materiales especiales que ayudan a acelerar las reacciones químicas dentro de ellas. A estos materiales se les llama catalizadores, y el más utilizado es el platino. Es aquí donde el relato tiene un giro dramático: el platino es un metal muy eficaz pero difícil de conseguir y muy costoso». De momento, la producción de hidrógeno verde sigue siendo cara y, además, la infraestructura de repostaje es escasa y costosa de ampliar, pero la ciencia sigue trabajando para encontrar soluciones. La investigadora explica que «se está trabajando en distintas soluciones, buscando materiales que puedan reemplazar al platino. Por ejemplo, podríamos destacar el uso de materiales grafénicos».
La Alianza para el Hidrógeno Limpio también reconoce en un informe reciente los obstáculos que existen para que esta fuente de energía sea realmente sostenible, más allá de las emisiones. Algunos de los problemas están relacionados con el uso de recursos naturales (agua, tierras y materiales críticos como el platino), impactos ambientales y la necesidad de infraestructura especializada para su almacenamiento y transporte.
Algunos de los problemas del hidrógeno son el uso de recursos naturales y la necesidad de infraestructura especializada para su almacenamiento y transporte
Además, este informe evidencia que los modelos actuales que evalúan el hidrógeno no siempre consideran todos estos factores, por lo que es más complicado contar con una visión completa de todo su impacto ambiental y social. Por ejemplo, la producción de hidrógeno por electrólisis requiere una cantidad considerable de agua, algo que podría ser problemático en zonas con escasez hídrica, y el uso de ciertos materiales críticos puede verse limitado por dificultades en su extracción y suministro. En este sentido, la obtención sostenible del hidrógeno depende de también del acceso a electricidad renovable, de una gestión adecuada del uso de tierras y de la mejora de tecnologías que permitan reducir costes y aumentar la eficiencia.
El debate que sigue abierto
La ciudadanía se enfrenta a una lluvia de mensajes contradictorios: nuevos modelos, tecnologías que prometen ser la solución definitiva, regulaciones cambiantes y debates sobre la huella real de cada opción. En este ruido, no es extraño que muchas personas se pregunten si hoy tiene sentido cambiar de coche o cuál será la apuesta más sensata a diez años vista. Por eso, se hace cada vez más necesaria la comunicación clara y transparente, además de la participación comunitaria, especialmente en proyectos que involucren infraestructuras como estaciones de recarga, almacenamiento o tuberías.
Aunque resulta complicado predecir el futuro de las energías limpias –sobre todo cuando quienes están al frente de grandes compañías son personajes como Elon Musk–, lo más probable es que el hidrógeno, la batería y otras alternativas convivan, se complementen y evolucionen. Mientras tanto, la sociedad seguirá reclamando investigación, información, políticas coherentes y un debate público a la altura de la urgencia climática.
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