Internacional

Guerra abierta por el hidrógeno en Bruselas

La propuesta del ‘Fit for 55’, que busca reducir las emisiones a los niveles de 1990 en menos de diez años, sitúa al hidrógeno, de nuevo, en el ojo del huracán energético enfrentando a grupos de presión, legisladores y sectores ecologistas.

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22
julio
2021

Después de un año en el que la pandemia ha monopolizado el debate político y presupuestario, la Comisión Europea vuelve poco a poco a poner sobre la mesa las prioridades con las que arrancó su mandato en 2019: digitalización y transición ecológica. Este último punto –el de hacer más sostenible la economía y la producción energética– volvió a la primera línea el pasado miércoles 14 de julio con la presentación de Fit for 55, un paquete de doce medidas que pone cifras y plazos concretos para conseguir reducir las emisiones a niveles de 1990 en menos de una década. El hidrógeno ha irrumpido con fuerza en el ojo del huracán de este debate energético.

El primer elemento de la tabla periódica puede funcionar como un combustible eficiente pero, hasta hace poco, no se había planteado dentro del mix energético de ningún Estado debido a sus altos costes de producción. Sin embargo, con el Pacto Verde Europeo, el Fondo de Transición Justa y otros proyectos millonarios anunciados por Bruselas, el interés por convertirlo en ‘energía puente’ hacia la Europa verde se ha intensificado.

El problema del hidrógeno verde es que sigue siendo una técnica costosa y poco competitiva respecto a otras alternativas

Las bondades del hidrógeno como motor renovable han sido puestas sobre la mesa, sobre todo, por los lobbys gasísticos y del petróleo. ¿Por qué? Desde la industria se incide en que la combustión de hidrógeno no genera subproductos nocivos derivados del carbono, por lo que, gracias a su alta capacidad para producir energía, producirlo será «esencial» para alcanzar los ambiciosos objetivos de la Unión, mientras se combina con el gas natural y con técnicas como la captura y almacenamiento de carbono en el ámbito industrial.

Algunos de los organismos creados para impulsar estudios sobre el hidrógeno, emitir comunicados y, en general, tratar de incidir en las políticas públicas son Hydrogen4EU o la Coalición del Hidrógeno Renovable. Además, las compañías que respaldan con fondos el trabajo de estos grupos de presión son BP, Iberdrola, ExxonMobil, Shell, EDP y otras tantas multinacionales de la energía que en los últimos años se han visto obligadas a diversificar su cartera de negocios.  

Verde, azul y gris: tres colores para entender el hidrógeno

Un semáforo de colores divide a los hidrógenos en función de su procedencia y sostenibilidad. A modo de resumen, se considera hidrógeno gris el generado a través de actividades industriales como la química o la acerera; azul, aquel que proviene de la captura y almacenamiento de las emisiones de efecto invernadero de las industrias y, finalmente, el verde, que es el que se genera a través de energías renovables, con escaso o nulo coste medioambiental.

Esta es una de las claves para entender la guerra abierta entre compañías energéticas y sectores ecologistas. ¿Existe un hidrógeno verde y otro azul? ¿Podemos hablar incluso de hidrógeno gris? Para los legisladores y los grupos de presión, en los matices (en este caso cromáticos) está la esencia del debate.

El principal problema del hidrógeno verde es el de la eficiencia. A día de hoy, el elemento se sigue obteniendo a través de la electrólisis. Esto es, tomar agua y separar con energía eléctrica sus elementos: hidrógeno y oxígeno. La técnica sigue siendo costosa y poco competitiva respecto a otras alternativas y mucha de la energía renovable que se utiliza para obtener hidrógeno se pierde por el camino.

El nuevo paquete de medidas puede dejar la puerta abierta a que el carbón, el gas y el petróleo sigan estando en el sistema energético europeo al menos otras dos décadas

La cuestión que plantean los ecologistas es la siguiente: ¿Hay que sufragar con dinero público las técnicas que siguen vinculando el hidrógeno a sectores contaminantes de la industria pesada? En este sentido, los lobbys verdes recelan de que los proyectos que surgen para captar fondos del Pacto Verde Europeo vayan a parar a manos de las multinacionales que ya controlan desde hace décadas el mercado energético. Todo ello a través de inversiones público-privadas millonarias como las que ya ha anunciado ArcelorMittal para sus plantas del norte de España o Repsol con baterías de hidrógeno para trenes.

Los colectivos ecologistas, por tanto, están en pie de guerra. Reivindican que el hidrógeno no se puede vender como la panacea, menos aún si se trata de las variedades azul y gris, dependientes en mayor o menos medida de combustibles fósiles. Para la European Environmental Bureau (EEB), uno de los mayores grupos de presión ecologista radicados en Bruselas, la propuesta de la Comisión en el paquete Fit for 55 «deja la puerta abierta a que el carbón, el gas y el petróleo sigan estando en el sistema energético de la UE al menos otras dos décadas, mientras la factura de los contaminantes pasa a los ciudadanos europeos».

Sobre el debate del hidrógeno se pronuncia Davide Sabbadin, responsable de Política Climática y Economía Circular de la organización: «Lamentamos que el paquete sobrestime fuertemente el potencial tanto del hidrógeno como de la biomasa, como si fueran una varita mágica que pudiera descarbonizar todos los sectores. Se pasan por alto los impactos ambientales de estos recursos caros y escasos, mientras que descartan en gran medida una perspectiva más amplia de la descarbonización mediante el ahorro de emisiones a través de la economía circular y el replanteamiento de los patrones de producción y consumo».

Objetivos «vinculantes» para el uso de hidrógeno renovable

El del Fit for 55 es el primer gran paso de la Comisión para volver a poner la agenda verde en primera plana política. Y con él, la industria del hidrógeno parece haberse apuntado un primer tanto. Una de las revisiones legislativas que se propone en este último paquete es la Directiva de Energías Renovables, que ahora pasará a contemplar como eje central al hidrógeno de cara a una reducción global del 55% de las emisiones en 2030. Según se puede leer en la propuesta, la Comisión ha introducido «objetivos vinculantes para el uso de hidrógeno renovable y sus derivados en el sector del transporte y en la industria». Un guiño a las pretensiones de la industria energética para potenciar este tipo de ‘energías puente’ para alcanzar los objetivos climáticos.

La alegría del sector quedó patente tras el anuncio del paquete de medidas del Ejecutivo comunitario. En un artículo publicado en el digital Euractiv el mismo día 14, Jorgo Chatzimarkakis, director general de Hydrogen Europe, afirmó que «para llevar a cabo el cometido de reducir el CO2 se necesitan muchos héroes. Obviamente, se ha detectado que el hidrógeno es uno de ellos, con un papel claramente asignado. El paquete muestra que la Comisión ahora cumple lo que dice y llena de vida legislativa los ambiciosos objetivos».

Las inversiones planteadas ya en España, Italia, Portugal y Francia irán en mayor medida a apoyar el hidrógeno

Por otro lado, los Estados ya están comenzando a moverse, tejiendo alianzas con las multinacionales para afianzar inversiones en las industrias nacionales y asegurar que la maltrecha producción y los puestos de trabajo no siguen deslocalizándose a terceros países. En este punto, dos organizaciones como Fossil Free Politics y ENCO han lanzado un informe en el que denuncian que las inversiones planteadas ya en España, Italia, Portugal y Francia irán en mayor medida a apoyar el hidrógeno de origen contaminante.

«Al menos 8.300 millones de euros están disponibles para proyectos de hidrógeno y gas en los cuatro países gracias a un esfuerzo concertado de la industria de los combustibles fósiles», denuncian las dos organizaciones. Las espadas seguirán en todo lo alto en los próximos meses, cuando este paquete se lleve de la teoría a la práctica y los fondos empiecen a pasar del papel a los bolsillos de los inversores.

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