Bienvenidos a la era de los electroestados
En el futuro, el símbolo de la riqueza de los Estados estará en la electrificación y en la fuerza de las energías renovables.
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Hubo un tiempo en el que la única bonanza económica podía estar teñida de negro. Cuando un país encontraba petróleo o gas en sus tierras, significaba que su futuro estaba asegurado. En la época del boom del crudo, especialmente en Estados Unidos (como en California o Texas) a principios del siglo XX, no era raro ver pozos de petróleo operando en zonas residenciales o detrás de casas. Incluso se hizo una parodia de eso en la serie de televisión The Beverly Hillbillies (Los nuevos ricos), sobre una familia (blanca y pobre) que encuentra «oro negro» en su tierra y se muda a Beverly Hills. Gracias a las ganancias de los combustibles fósiles se han creado naciones millonarias que aún tienen fuerza en el tablero geopolítico. Se ha visto en la pasada COP30, donde los petroestados, liderados por Arabia Saudita, se han opuesto firmemente a introducir incluso el término «combustibles fósiles» en el comunicado oficial de la cumbre climática.
Pero quizá sean los últimos coletazos de este grupo de territorios tan diversos como desiguales y que están representados en la Organización de los Países Exportadores de Petróleo (OPEP). Entre ellos están Irán, Irak, Kuwait, Arabia Saudí y Venezuela, como fundadores, pero además Argelia, Angola, Congo, Ecuador, Emiratos Árabes Unidos, Gabón, Guinea Ecuatorial, Libia, Nigeria, Catar y Rusia, donde los fósiles son el motor de su riqueza y utilizan las exportaciones como poder de influencia política y económica.
En el futuro, el símbolo de la riqueza estará en la electrificación y en la fuerza de las energías renovables. «Este tiene que ser el siglo de los electroestados y no el siglo de los ‘petroestados’», ha dicho Sara Aagesen, vicepresidenta tercera del Gobierno y ministra para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico en una entrevista con La Vanguardia.
Los electroestados aprovechan la electricidad barata para impulsar su poderío industrial
También lo han afirmado diversos expertos en la materia. «A diferencia de los petroestados tradicionales como Arabia Saudita, que ejercen influencia a través de las exportaciones de petróleo, un electroestado aprovecha la electricidad barata para impulsar su propio poderío industrial, produciendo todo, desde acero verde hasta paneles solares», dice en un artículo Alicia García Herrero, economista jefa para Asia-Pacífico en Natixis e investigadora sénior en el think tank Bruegel. China, según esta experta, podría ser el primer electroestado del mundo. «La proporción de energía renovable en su red eléctrica está por detrás de muchos países europeos y la proporción de emisiones de su masivo sector industrial se mantiene obstinadamente alta en un 50%», explica.
Los avances en vehículos eléctricos y en las exportaciones de tecnología limpia señalan un giro estratégico que podría aumentar aún más la ventaja competitiva global de China, abunda la especialista. El diario inglés Financial Times ha afirmado que el gigante asiático tiene una tasa de electrificación del 30%, por delante de la UE y de EE.UU., donde la electricidad como proporción final de la energía se ha estancado en alrededor del 22% en los últimos años.
«En realidad, se trata de una lucha por el futuro y por ver qué visión dominará el siglo», señala en un texto Danny Kennedy, asesor de diversas startups relacionadas con el mundo renovable en Estados Unidos. Y la apuesta de Donald Trump — con su mantra: drill, baby, drill, traducido al español como «perfora, nena, perfora»— está ayudando a que China no tenga ningún impedimento ni competencia para expandir aún más su influencia internacional, sobre todo en los países del Sur global, detalla Kennedy.
Actualmente, China está a la cabeza en el camino de la innovación y del desarrollo de energía limpia. «Procesa alrededor del 60% del litio y del cobalto del mundo. También refina más del 90% de las tierras raras utilizadas en vehículos eléctricos, turbinas eólicas y redes eléctricas inteligentes», destacan Niusha Shafiabady, profesora asociada de Inteligencia Computacional de la Universidad Católica Australiana, y Xiaoying Qi, profesora asociada en la Facultad de Artes y Humanidades de la Universidad Católica Australiana en un artículo en The Conversation. «Las empresas chinas CATL y BYD producen más de la mitad del suministro mundial de baterías de iones de litio, y esta capacidad está en rápida expansión. Además, BYD superó recientemente a Tesla como el mayor fabricante de vehículos eléctricos del mundo, gracias a un amplio mercado nacional», resaltan.
«El dominio de China en esta área es abrumador», abunda García Herrero. Mientras que la respuesta de Europa ha sido inconsistente: comprar paneles solares chinos baratos para cumplir con los objetivos de implementación mientras aplica aranceles a los vehículos eléctricos para proteger las industrias nacionales. «Esta inconsistencia conlleva riesgos. La dependencia excesiva de las importaciones extranjeras expone a Europa a vulnerabilidades en la cadena de suministro, como se vio durante la crisis energética de 2022 [cuando Rusia inició la invasión de Ucrania]», concluye la experta del think tank.
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