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«Urge que el turismo sea una política de Estado»

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18
marzo
2024

A pesar del parón causado por la pandemia, el turismo ha logrado recuperarse con sorprendente rapidez. Sin embargo, fenómenos recientes como el «sobreturismo» y la «turismofobia» han demostrado que el sector requiere cambios para ser más responsable con el medio ambiente y las comunidades locales. Para Natalia Bayona (Bucaramanga, 1985), directora ejecutiva de la Organización Mundial del Turismo (OMT), la reconfiguración del sector debe pasar por tres ejes clave: educación, sostenibilidad e innovación.


En coyunturas de imperiosa transición ecológica, ¿cómo lograr que el turismo sea más verde?

La sostenibilidad es aún un reto —cuando no una asignatura pendiente— en muchos sectores, y el turismo no se escapa de esto. En el ámbito turístico se espera que las emisiones de CO2 aumenten un 25% para 2030 en comparación con los niveles de 2016. Y frente a esto, por el momento, solo una cuarta parte de los alojamientos tiene planes para reducir las emisiones. Efectivamente, la situación requiere mejoras, pero tenemos la opción de ver esto como una oportunidad para diversificar y cambiar la forma de invertir, porque los datos también nos dicen que las infraestructuras ecológicas generan una oportunidad de inversión de 24,7 billones de dólares. Además, hay que tener en cuenta que la tendencia del mercado, de los usuarios, también avanza hacia un uso más responsable de los recursos, por tanto, la transición también está en marcha desde ese lado. En la OMT creemos que la diversificación de las inversiones en infraestructuras turísticas es esencial para impulsar el cambio. De hecho, hemos centrado la estrategia en tres áreas clave: invertir en educación para las personas, en sostenibilidad para el planeta y en innovación para la prosperidad.

La turistificación de algunas zonas ha llevado al aumento del coste de vida, a la obligada migración de los locales hacia las periferias e incluso a la «turismofobia». ¿Cómo podría evitarse el sobreturismo?

Esas tres claves de las que hablaba antes son un buen punto de partida para cambiar la forma de ver el turismo y abordar el cambio desde tres ámbitos: el del viajero, el del propio sector y el de las instituciones. Los usuarios ya están transicionando, así que el sector y las instituciones tienen que evolucionar también y tratar el turismo como lo que es: un sector económico que tiene relación e impacto en los demás. Por ello, urge que el turismo sea una política de Estado. Hay que tener en cuenta que el impacto directo viene de empoderar a las comunidades locales, apoyando su desarrollo en innovación para que sean quienes tomen las riendas de lo que sucede a nivel local, y de formar a la fuerza laboral turística. Por eso, la inversión en educación es crucial. Lo es en todos los ámbitos, pero lo es más para el sector turístico, ya que es el principal empleador de jóvenes en el mundo. De hecho, más del 50% de los trabajadores del sector tienen 25 años o menos. La formación de una fuerza laboral capacitada permitirá una mayor conciencia sobre el potencial de los recursos, su protección y la innovación en el sector. Y luego, por supuesto, la tecnología puede ayudarnos también en el corto y medio plazo a gestionar espacios y destinos, puesto que gracias a ella ya es posible calibrar la ocupación de un lugar de manera más eficiente y redistribuir para evitar aglomeraciones e incluso existen aplicaciones que diseñan una experiencia a medida para cada usuario.

«Más del 50% de los trabajadores del sector turístico tienen 25 años o menos»

¿Cómo educar tanto a los eventuales huéspedes como a las comunidades anfitrionas en la conservación de la riqueza natural y cultural del lugar de destino?

Educar al turista es primordial puesto que su impacto es directo sobre el lugar de destino, pero, afortunadamente, está apareciendo un perfil de turista cada vez más concienciado con el uso responsable de los recursos naturales y con la protección del entorno. Urge cambiar el currículo en turismo. Y queremos hacerlo introduciéndolo como asignatura en la educación secundaria. Para ello hemos creado el Education Toolkit, un paquete de medidas y actuaciones para dar la opción a los más jóvenes de ver la amplia variedad de caminos que se abren en el mundo del turismo. Además, hay que hacer visible ese cambio en la educación superior. Actualmente, el 80% de los programas de educación en turismo están centrados en la gestión hotelera. Así que urge diversificar hacia la innovación, la emprendeduría… Abrir nuevos caminos y adaptarse a las necesidades de los nuevos tiempos.

¿Qué acciones se están tomando a nivel internacional para el desarrollo del turismo comunitario y la innovación social?

La OMT está poniendo el foco desde hace unos años en la innovación como vehículo de transformación. Y estamos poniendo mucho empeño en las comunidades locales que son, en muchas ocasiones, el centro de esas acciones. Hemos lanzado competiciones para startups, retos de innovación y Tourism Tech Adventures, iniciativas con las que queremos visibilizar e impulsar a los emprendedores. En muchas ocasiones estas están centradas en una zona geográfica concreta y lo que se busca es precisamente empoderar ese talento que a veces lo tiene difícil para saltar del ámbito local al internacional. En cinco años hemos lanzado retos de innovación y digitalización de la educación a través del sector turístico en Centroamérica y el Caribe junto Save the Children y acabamos de lanzar el reto de turismo comunitario en Colombia, una acción que no solo busca promover la innovación y el crecimiento del sector, sino también asegurar que las iniciativas seleccionadas contribuyan a los Objetivos de Desarrollo Sostenible. De esta manera, se busca mejorar la calidad de vida de las comunidades locales y fomentar un turismo responsable y sostenible en el país.

¿Cuál será el rol que jugará América Latina en el turismo mundial en los próximos años? ¿Podría el continente convertirse en un modelo a seguir en materia de sostenibilidad y desarrollo inclusivo?

El camino que lleva, especialmente en materia de inversiones turísticas, invita a pensar que su papel seguirá siendo muy relevante. Se calcula que la inversión necesaria en infraestructura sostenible en América Latina y el Caribe alcanzará los 5,8 billones de dólares entre 2021 y 2040. En este sentido, el sector turístico, que desempeña un papel crucial en la zona, tiene la oportunidad de liderar la transición hacia un modelo más sostenible que promueva la conservación y además cuenta con la ventaja añadida de que genera beneficios tanto económicos como sociales para las comunidades locales.

«La diversificación de las inversiones en infraestructuras turísticas es esencial para impulsar el cambio»

¿En qué deben invertir los gobiernos para desarrollar una oferta turística productiva y a la vez responsable?

El turismo es un sector económico de carácter transversal. Para asegurar su correcto funcionamiento es necesario que sea considerado como una política de Estado y se aborde desde distintas áreas, no solo desde el Ministerio de Turismo. Esto implica trabajar en conjunto con varias entidades gubernamentales como el Ministerio de Educación, para mejorar las habilidades técnicas de quienes forman parte de la fuerza laboral; el de Comercio, para fomentar la inversión; el del Interior para garantizar la seguridad; y por supuesto el de Cultura, pues es un polo de atracción turística y combinar esfuerzos sirve también para cuidar del patrimonio. Es importante ver el turismo como el sector económico de relevancia que es. Según la Organización Mundial del Trabajo, el sector turístico supone nada más y nada menos que un 9% del PIB mundial.

¿Hay algún país o región que sirva hoy como ejemplo de buenas prácticas turísticas?

Por suerte hay varios ejemplos desde distintas áreas. En materia educativa hay países que han dado un paso al frente y están marcando la diferencia. Suiza es un referente en cuanto a la excelencia educativa en materia de turismo desde hace tiempo, pero hay otros países, como Colombia, Egipto, Portugal o Jamaica, que han entendido la importancia del sector y ya imparten enseñanza en turismo desde la escuela, precisamente para tener una fuerza laboral formada y con conocimientos del sector desde temprana edad. Actualmente algunos destinos en Oriente Medio se están abriendo al mundo con la lección bien aprendida y sabiendo que hay nuevos mercados para los que la innovación está siendo su gran apoyo para darse a conocer al mundo. En gestión de las inversiones, Ecuador, en su apuesta por la conservación, ha dado un paso casi histórico: ha hecho la mayor conversión de deuda por naturaleza que se haya completado en el mundo hasta el momento. Esta operación generará ahorros que, por valor de 323 millones de dólares, les permitirán financiar la conservación de sus recursos naturales. Algo que harán mediante la creación del Galápagos Life Fund, que financiará actividades de conservación durante las próximas dos décadas en el archipiélago.

Ha comenzado a hablarse de «turismo 3.0». ¿Qué papel jugarán la inteligencia artificial y la tecnología en el sector y qué innovaciones se esperan próximamente en el turismo global?

Ahora el sector está introduciendo tecnologías de vanguardia y con ellas se está adaptando a los cambios en las tendencias de consumo, pero también le permiten generar a su vez nuevas tendencias. Actualmente, en la OMT estamos involucrados directamente en la observación del desarrollo de esas tecnologías; de hecho, trabajamos en colaboración con la Unión Internacional de Telecomunicaciones, en el Grupo de Enfoque sobre Metaverso. Estos días, con el avance de la IA, la tecnología está en boca de todos. Esto es algo que está en pleno desarrollo aún y cuyas ramificaciones futuras son difíciles de conocer, pero que ya tiene un impacto significativo en el sector turístico: por un lado, en el servicio de atención al viajero, pues puede ayudar a registrar peticiones o eliminar las barreras lingüísticas, pero también puede mejorar la rentabilidad del negocio o aumentar la eficiencia y calidad de los servicios. Incluso puede servir para evitar las barreras arquitectónicas, permitiendo la visita a lugares recónditos desde el hogar. Todo esto abre la puerta a algo aún más interesante, que es la generación y diversificación de empleos, que tienen un impacto directo en las nuevas generaciones, que serán quienes construyan el sector turístico del futuro.

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