ENTREVISTAS

«Por cada persona que deporta Estados Unidos, siete dejan de creer en el ‘american dream’»

Entrevistamos a Gael García Bernal, actor y activista en un país aquejado por una crisis de desaparecidos, migrantes y crimen organizado.

Texto

Carlos Carabaña

Fotografía

Yvonne Venegas
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15
marzo
2018

Texto

Carlos Carabaña

Fotografía

Yvonne Venegas

Llega con gafas de sol redondas. Fular al cuello y camiseta de John Lennon. La cita es en una cafetería ‘cuca’ de Ciudad de México. Las secuelas del terremoto de hace un mes y la sombra de los más de 300 muertos son el escenario. Es bajito, con ligeras canas a los 38 años. Guapo desde cualquier ángulo que lo mires. Gael García Bernal. Actor con Globo de Oro. Activista en un país donde el sismo es una emergencia dentro de una crisis de desaparecidos, migrantes y crimen organizado.

Has realizado con Diego Luna un ‘crowdfunding’ para recaudar dinero para los afectados. ¿De dónde nació la idea?

Pues de la angustia. Yo estaba en Buenos Aires, en una junta para una película, en una videoconferencia con México. Estábamos en esa fase de desmenuzar pasito a pasito el guion, riéndonos, cuando vi que la cámara se empezó a mover, hizo un ruido y se apagó. Como uno es experto en terremotos, no me preocupé, pensé que no había pasado nada. Pero, en este caso, estaba sucediendo y fue como un dominó, un apocalipsis constante. Vi lo del agua, lo de las fugas de gas, no encontraba a mi familia. ¡Puta! Fue nuestro representante en Estados Unidos el que nos preguntó cómo podía donar y nos propuso que hiciéramos una colecta. Claro que sí, nosotros podemos convocar a mucha gente. Ya estábamos donando a la Cruz Roja y a los Topos [nombre de grupos rescatistas surgidos en el terremoto de 1985] y teníamos claro que no queríamos donarle al Gobierno. Armamos la colecta sabiendo que iba a ser un pedo en un huracán, pero más de 14.000 personas han donado [1.196.153 dólares]. Es una situación hermosa.

Además, eres embajador de Oxfam desde 2007. ¿Cómo crees que la presencia o la imagen de personajes célebres contribuye a mejorar problemas humanitarios o medioambientales?

Hablando en general, creo que, en un sentido inmediato, es de muy corto alcance y muy efímero. Pero, en un sentido mediático, sí llega a detonar algo, aunque no demasiado. Mira Bono, está con Bush haciendo no sé qué cosas y luego se va a África a erradicar la pobreza. ¡Bush, que gracias a él tenemos muchos de los problemas de hoy! Yo no las vi así, eso fue lo interesante de estas colaboraciones. Ellos querían que lo hiciera en inglés, pero para mí ir a una zona pobre de México, que es ir a mi lugar, es de donde soy, para venderle nuestra historia al mundo no es hacerlo en inglés. Es otra manera. Esa es una gran diferencia con Estados Unidos. Allá hacer política es ir a jugar al tenis. Para nosotros es una actividad diaria.

¿Hay alguna de esas políticas hacia la que hayas sentido más cercanía?

Sí, la de los migrantes. Por una cuestión natural, ya que es en la que encontré algo que me potencia creativamente. Yo soy un migrante. Quiero serlo y quiero defender esa actividad, aunque soy un bracero de lujo, uno que tiene la oportunidad de ir y venir. Yo quiero volver a la colmena. Esa es la más fuerte. Hice un documental y subirme a la Bestia es de las aventuras más hermosas que me ha tocado vivir. De los actos fraternos más hermosos. Está toda la humanidad en ese tren.

En 2013, García Bernal rodó ‘Quién es Dayani Cristal’, un documental para reconstruir la historia del cadáver de centroamericano hallado por la policía de Arizona en mitad del desierto. El actor se subió y rodó en la Bestia, la red de trenes de mercancías que recorre México de sur a norte y que usan los migrantes para atravesar el país. Es un trayecto famoso por lo peligroso, por los ladrones que viajan en él, por las piernas, los brazos y las vidas perdidas cuando tratan de subir a él en marcha. También protagonizó ‘Desierto’, un filme de Jonás Cuarón sobre el cruce de la frontera. Vive parte del año en México, parte en Buenos Aires, donde están los dos hijos que tiene en común con la actriz argentina Dolores Fonzi.

«El grito de guerra de los liberales, en un sentido estadounidense, es que Rusia vino e intervino en las elecciones»

Casi me veo obligado a preguntarte por Donald Trump.

Soy migrante, mas no en Estados Unidos, aunque sí que trabajo allí. Esto es una pregunta al aire que hago. ¿Crees que hay esperanza? Yo no la veo. El país está envuelto en una narrativa, un estilo… Desde el hecho de que no haya salud pública hasta no permitir que bebas alcohol hasta los 21 años y, al mismo tiempo, potenciar las drogas. El hecho de que puedas tener rifles que maten a tanta gente. Déjate de rifles, una pistolita también es jodida. Me parece absurdo que un tipo así haya llegado a la presidencia. Solo dos amigos me dijeron que iba a ganar. Con una buena razón. Si ganó Bush la segunda vez y es un país que ahora está peor, más maniatado, con menos representatividad y actividad política… Si ves la cantidad de sindicalizados en los 70, actualmente ha bajado muchísimo. La gente está tan asustada que no quiere hacer ni una huelga. El grito de guerra de los liberales, en un sentido estadounidense, es que Rusia vino e intervino en las elecciones. Pero es que no cierran el círculo para poder sanar eso. ¿No se ha metido Estados Unidos en todas las elecciones del mundo? No nos consta, pero se puede creer que sí. Y, además, tiene a un imbécil como presidente y un Gobierno negligente. ¿Quién puede darle la batalla? Los intelectuales interesantes, como Chomsky o Naomi Klein, no tienen repercusión. ¿De la política, quién? ¿El gobernador de California? ¿El alcalde de Los Ángeles? No es cierto. Es como decían muchos: Hillary y Trump son lo mismo.

Cuando se estrenó ‘Coco’ de Pixar, que trata el folclore mexicano y en la que García Bernal pone voz a uno de los personajes, dedicó la película a los insultados por Trump. En febrero de 2017, durante los Óscar, habló contra la idea del muro. Tras su victoria, escribió en Twitter: «Construyan su pinche pared. La historia se hará cargo del plan fallido pa que México pague». Los datos de momento dicen que ha sido Barack Obama el presidente con más deportaciones de la historia de Estados Unidos, 2,7 millones. Las deportaciones con Trump, de hecho, han bajado un 30%.

¿No es un blanco demasiado obvio? Obama deportó más que nadie y casi no le decían nada.

Esa fue la razón por la que muchos latinos no votaron por Hillary. Muchos. Por más que hablasen en español, había mucha gente que conocía a alguien a quien habían deportado. Muchas familias se rompieron.

Pero ¿no es hipócrita por parte de México criticar tanto a Estados Unidos mientras ellos hacen lo mismo en su frontera sur?

Absolutamente, es ridículo. Es legítimo criticar y exigir que se pare lo que se pretende hacer en Estados Unidos, pero para poder acceder a esa legitimidad hay que actuar consecuentemente y romper con las reglas impuestas desde allá que hacen que México sea un país expulsor, la primera frontera. Hay mayor protección jurídica y legal en Estados Unidos que en México, pero aquí hay más optimismo y apertura en torno a los migrantes centroamericanos que en Estados Unidos. Estamos a favor de tratar mejor a nuestros hermanos. Aunque también creo que los mexicanos ya tiramos la toalla y pensamos: «Que hagan lo que quieran». Por cada persona que deportan, pierden a siete que dejan de creer en su Gobierno y en el american dream. Están cavando su propia tumba.

¿Puede ser una oportunidad para México la sacudida a las relaciones bilaterales que ha supuesto Trump, para desprenderse de esa dependencia tan grande que hay desde los 90 y de esa imagen de país satélite?

Ya lo es y ya se está demostrando. También se está desmontando esa narrativa de que es un país satélite. La pared ya la están construyendo y no veo a nadie en Estados Unidos haciendo una movilización, ni gente de mi gremio. Al principio, la economía de México se tambaleaba cada vez que él hablaba. Ahora, el tipo sigue hablando y hablando y la vida sigue. No es un país satélite, son interdependientes. Estados Unidos depende de México. Un 30% de su comercio es con México. Para los estados del sur como California es su principal socio comercial. Hay una interdependencia que va a existir a pesar de estas politiquerías de cuarta que tienen este tipo y nuestros gobernantes.

Los mandatarios del país de García Bernal están a punto de cambiar. Junio de 2018 es mes electoral en México y Peña Nieto deberá dar paso a un nuevo presidente. El favorito es Andrés Manuel López Obrador, AMLO, sempiterno candidato de la izquierda, para el que será su tercer intento, ahora con la plataforma ultra- personalista Morena. Hay sospechas fundadas de que, en 2006, cuando ganó Felipe Calderón, hubo fraude. La gran novedad son los candidatos independientes, entre los que destaca María de Jesús Patricio Martínez, Marichuy, una mujer indígena y zapatista.

¿Qué te parece la elección Marichuy como candidata independiente e indígena a las presidenciales de 2018?

Se me hace increíble que esté esa voz. Hay gente de AMLO a la que le preocupa que vaya a atomizar el voto, pero es importante que haya alguien discutiendo las cosas desde la perspectiva de la gente más pobre de México. Aunque es cierto que como país hemos hecho una gran labor a la hora de integrar la realidad indígena, hay muchos lugares rezagados desde hace siglos. Va a ser muy interesante escuchar a alguien indígena. ¿Y una mujer? Mejor aún. Yo no apostaría por que vaya a ganar, pero va a generar debate y a ser una contraparte interesante. ¿Con qué cara va a hablarle el imbécil de Peña Nieto u otro político del PRI? Me siento mal de decir imbécil, no está bien. No creo que tenga maldad, más bien es incompetencia y un punto de vista distinto de la vida, sin noción del bien común. De Trump sí pienso que es un imbécil tarado.

«Para mí, para todos, España era un modelo de convivencia de las autonomías»

En España, es relativamente poco conocida la iniciativa del Festival Ambulante [una exhibición de documentales que dura cerca de un mes y recorre diversas zonas del país, una auténtica institución en México].

Te voy a matizar. No se conoce tanto, salvo para los que hacen documentales. Es uno de los festivales de documenta- les más importantes del mundo. ¿Dime otro? Es bien particular. Ningún otro festival tiene la cobertura de Ambulante, ni llega a tantos lugares ni dura tanto.

¿Ganáis dinero con él?

No, no, sin fines de lucro. Imagínate que logramos un festival de documentales con beneficios. Hay ayudas, la mitad privadas, la mitad públicas. Empezamos hace 12 años, en una de esas ideas que te nacen cuando estás jovencito. ¿Y si hacemos una gira de documentales como si se tratara de una banda de rock? Y fue creciendo y creciendo. Nos aliamos con [la cadena] Cinépolis, ya que parte del rollo era crear público y pasarlo por las salas y las plazas públicas. Ahora mismo, México es un público cautivo. Le preguntas a cualquiera y sabe lo que es un documental. Llega a lugares a los que antes no se llegaba y donde la gente sentía que un festival no les pertenecía.

Además, México es un país centralista.

No estoy de acuerdo. Esa visión del centralismo… Si rascas, hay movidas por todos lados. Uno se sorprendería. Yo soy de Guadalajara y, políticamente, lo más interesante está su- cediendo allí. Son diferentes centros. Y Ambulante quiere luchar contra esa narrativa del centralismo. La Ciudad de México no se puede comparar con Oaxaca en lo cultural. Lo mismo con Veracruz, Jalapa, Monterrey… Son lugares con su propio universo.

¿No es en Monterrey donde ha surgido una especie de movimiento separatista del norte de México?

Soy muy pocos, nada que ver con lo de Cataluña.

¿Qué opinas sobre lo que está ocurriendo en Cataluña?

Creo que la mayoría opinamos igual. Cualquier esfuerzo de desunión nos rompe el corazón. Sobre todo, cuando las razones son así de oportunistas, así de mezquinas. Hay desempleo y surgen este tipo de narrativas de que la culpa es del otro. Pero es mentira. Para mí, para todos, España era un modelo de convivencia de las autonomías. Un modelo raro, con rey, que sonaría mejor si fuese una república. Pero, aun así, han logrado generar una convivencia. Vas a Galicia, al País Vasco, a Andalucía… son completamente distintos. Hay cosas en el planeta mucho más importantes por las que luchar. Y tan absurdo fue eso como la reacción ante ese movimiento. ¿Qué les pasa? ¿Están locos? No entiendo nada. Por cada golpe, nace un independentista y nace una razón para que se vayan. Aquello que no era legítimo puede serlo. ¡Qué desmadre! Sobre esto, debería preguntarte yo a ti, ¿no?

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