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«El hecho de que Putin ya haya perdido no significa que la guerra vaya a acabar pronto; Hitler también había perdido en 1943»

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18
mayo
2023

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Hijo de diplomático y nieto de mineros del carbón de Limburgo (Bélgica), el vicepresidente primero de la Comisión Europea, Frans Timmermans, es el máximo responsable de que se cumpla la hoja de ruta del Pacto Verde impulsado por la Comisión Von der Leyen. Su objetivo, que ya se ha visto sacudido por crisis globales como la pandemia o la guerra en Ucrania, es descarbonizar la economía de la Unión Europea antes de que los efectos del calentamiento global sean irreversibles.


Vivimos tiempos difíciles. A la pandemia le siguió la guerra en Ucrania. ¿Cuál debería ser el papel de Europa en este contexto global?

La invasión rusa de Ucrania ha sido un momento decisivo en la historia europea. La Unión Europea y sus Estados miembros seguirán apoyando firmemente a Ucrania el tiempo que sea necesario. Putin necesita darse cuenta de que no nos echaremos atrás y de que con nuestro apoyo nunca podrá ganar en Ucrania. Al mismo tiempo, trabajamos ya en el futuro del país. Hemos acordado colaborar en el desarrollo de hidrógeno renovable y biometano. Este acuerdo subraya el fuerte compromiso tanto de Ucrania como de la Unión Europa en dejar atrás los combustibles fósiles, con más urgencia los que llegan de Rusia. La guerra también está teniendo un gran impacto a escala mundial. La manera en que Putin utiliza la comida y la energía como arma ha tenido consecuencias más allá de Ucrania y Europa. Hemos sido testigos de problemas de escasez de energía y, sobre todo, insuficiencia de comida en Oriente Medio, el Cuerno de África y Asia Central. En Sudamérica, existe el temor a que los elevados precios de la comida acarreen dificultades. En este contexto, la tentación para muchos países será la de frenar la creación de vínculos más sólidos. Pero este es justamente el momento en el que necesitamos multilateralismo y cooperación. Precisamos relaciones comerciales y ecológicas sólidas con más países. Es la hora del friend-shoring y no del re-shoring. Vivimos años de verdadera crisis y seguirá siendo así durante un tiempo –la crisis climática y la de biodiversidad continúan–, pero gracias al Pacto Verde Europeo tenemos una estrategia para abordarla y salir incluso más fortalecidos.

«Putin ataca lo que Ucrania simboliza: paz, libertad, igualdad, Estado de derecho.  No lo soporta porque no puede tener un ejemplo de una democracia exitosa en sus fronteras»

La agresión de Rusia a Ucrania ha puesto sobre la mesa un antiguo problema que nunca se ha resuelto: la excesiva dependencia energética de Europa. Además, es doblemente negativa, porque se está en manos de países autoritarios que proporcionan combustibles fósiles. Como arquitecto del Pacto Verde Europeo, ¿teme que la situación actual afecte a la descarbonización de la economía comunitaria?

El Pacto Verde Europeo ya ha encaminado la economía hacia un futuro de cero emisiones y libre de combustibles. A raíz de la invasión rusa de Ucrania, decidimos rápidamente –y con gran apoyo por parte de los Estados miembros– acelerar nuestra transición energética. La invasión ha dejado claro que –de manera ingenua y errónea– creíamos que podríamos depender de Rusia para el abastecimiento de combustibles fósiles, especialmente gas. Se podría decir que Europa ha aprendido la lección, al depender demasiado de un solo proveedor externo de combustibles fósiles. No volverá a ocurrir. No en cuanto a combustibles fósiles, ya que, de hecho, estamos aumentando la cantidad de energías renovables en la Unión Europea más rápido de lo que podríamos haber imaginado –solo hay que fijarse en el crecimiento de paneles solares–. Y tampoco en cuanto a países terceros, porque estamos buscando activamente diversificar tanto el gas que importamos a corto plazo como las materias primas y el hidrógeno que se necesitará a más largo plazo. También estamos impulsando la propia capacidad industrial de Europa y reduciendo nuestra dependencia de las importaciones mediante una economía circular dentro de la Unión Europea. Por tanto, no; no nos echaremos atrás de ningún modo. Nuestros objetivos climáticos no han cambiado y todavía seguimos en el camino para alcanzar la reducción de al menos el 55% de las emisiones para finales de esta década.

La posición de China y Estados Unidos –los mayores emisores de CO2 del mundo– es menos ambiciosa que la de Europa. ¿Esta situación hace que los países europeos sean menos competitivos?

Los objetivos internos de Estados Unidos en cuanto al clima son más o menos comparables con los de la Unión Europea. Con la Ley de la Reducción de la Inflación [IRA, por sus siglas en inglés], ahora también cuentan con una política y una legislación en marcha para cumplirlos. Preocupan algunos aspectos discriminatorios en la IRA y estamos hablando con los estadounidenses sobre ello. La economía mundial es cada vez más verde y la Unión Europea cuenta con una ventaja competitiva, porque hemos sido la primera gran economía que se orientó de forma decisiva en esta dirección. Contamos con el marco regulador más avanzado y lo seguimos actualizando. Nuestro modelo aporta claridad tanto a los negocios como a los inversores y el mercado único sigue siendo un destino de inversión especialmente atractivo. Por supuesto, necesitamos asegurarnos de que la industria europea mantiene su competitividad y que evoluciona tan rápido como sea posible a las cero emisiones netas, y por eso la Comisión Europea acaba de presentar el Plan Industrial de Pacto Verde. A fin de cuentas, la competencia entre Europa, Estados Unidos y China puede hacer que nuestra industria destaque, innove y se transforme más rápido. Incluso, podría ser beneficioso en la lucha contra la crisis climática. Pero esta competición debe respetar la igualdad de condiciones.

timmermans

Volviendo a la guerra en Ucrania. ¿Va a acelerar este conflicto la creación de un ejército europeo para reforzar la seguridad y la defensa comunitarias

No creo que eso suceda. Cada Estado miembro cuenta con su propia fuerza de seguridad y esta seguirá siendo la realidad. Algunos cooperan de forma bilateral y otros muchos también forman parte de la OTAN. La clave está en cómo trabajar de una manera más unida y cómo –por ejemplo, mediante medidas en materia de transporte– se puede apoyar la disponibilidad militar a un nivel de la Unión Europea. El año pasado presentamos la llamada Brújula Estratégica para reforzar la seguridad y la política de defensa de la Unión Europea. Una de las propuestas se vincula a una fuerza de intervención rápida comunitaria para responder a las crisis y conflictos fuera de Europa. No se trata de un ejército europeo para una defensa interna, pero es un paso importante para reforzar la externa y nuestra política de defensa.

«Nuestros objetivos climáticos no han cambiado y seguimos en el camino para reducir al menos el 55% de las emisiones para finales de esta década»

La amenaza nuclear es el inquietante telón de fondo de este conflicto. ¿Qué implica un escenario tan convulso?

Putin utiliza la amenaza nuclear en su retórica y es algo sobre lo que debemos tener mucho cuidado. La OTAN cuenta con un elemento de disuasión nuclear sólido y, en ese sentido, no creo que volvamos a un contexto como el de la Guerra Fría. En cuanto a la situación actual, el riesgo de accidentes nucleares cada vez está más presente. Las acciones de Rusia en la central nuclear de Zaporiyia muestran un menosprecio de las necesidades de seguridad básicas. Allí la situación sigue siendo preocupante y requiere que continuemos brindando nuestro apoyo, especialmente al trabajo del Organismo Internacional de Energía Atómica para garantizar la seguridad nuclear.

La Unión Europea ha acusado a Putin de utilizar el hambre como arma de guerra. ¿Cuáles son las consecuencias de la crisis alimentaria y cómo podemos afrontarla?

El hecho de que Putin utilice como arma de guerra la exportación de cereales muestra la naturaleza barbárica de esta guerra y los extremos a los que está dispuesto a llegar. En Europa, muchos ciudadanos tienen dificultades debido a los altos precios de la energía y de la comida, por eso era tan importante que actuásemos rápido y tomásemos medidas para reducir el precio de la energía el año pasado. Pero la disponibilidad de alimentos en Europa no está en juego. Me parece increíblemente irresponsable que algunos lobbies –que solo buscan evitar leyes más estrictas en contaminación y los pesticidas– estén usando la guerra para asustar a los europeos haciéndoles creer que pasarán hambre. El hambre es una amenaza real, fuera de la Unión Europea. La comida, junto con el agua, son probablemente nuestras necesidades más básicas como humanos y cualquier amenaza de inseguridad alimentaria puede convertirse rápidamente en un riesgo para la estabilidad social de cualquier país.

La Comisión Europea se ha propuesto reducir a la mitad el uso de pesticidas para 2030. En este contexto, ¿está preparada la industria para cumplir este objetivo?

Sí. Sé que esta propuesta ha sido muy criticada, usando algunas voces en el debate la guerra como una excusa para posponerla, a poder ser de forma indefinida. Pero, al final, la verdadera amenaza para la seguridad alimentaria en Europa son el cambio climático y el ecocidio que se vislumbra. Y no es que lo diga yo, lo dice la ciencia. Me preocupa que este punto no se reconozca en estos debates. La reducción del uso de pesticidas a la mitad no es una medida de lujo, sino algo totalmente necesario para garantizar la seguridad alimentaria a largo plazo. Los cambios que introduce la nueva normativa se aplicarán de forma gradual. Al implementar estas leyes, buscamos dar a las compañías de pesticidas un incentivo para la innovación. Los pesticidas químicos deberían convertirse en el último recurso, ya que la legislación se centra en el desarrollo de otras opciones. Estas pueden ser productos alternativos con menor impacto, pero también formas diferentes de cultivo. Con la ayuda de los datos y la agricultura de precisión, un agricultor puede reducir enormemente el uso de pesticidas. La rotación de cultivos y diferentes maneras de trabajar la tierra son otras de las prácticas que restauran la capacidad natural de la tierra de luchar contra las plagas.

«Cuando crece la incertidumbre, el atractivo de las soluciones simples aumenta, sin que importe lo equivocadas o incorrectas que son»

Las democracias liberales se encuentran en un momento de relativa fragilidad frente a opciones autoritarias y populistas. ¿Cómo se puede revertir esta tendencia?

Cuando crece la incertidumbre, el atractivo de las soluciones simples aumenta, sin que importe lo equivocadas o incorrectas que son. La crisis energética, la pandemia, el cambio climático y las atrocidades que ocurren en Ucrania lo agravan. De todos modos, no se trata solo de la guerra en Ucrania. Putin está atacando lo que Ucrania simboliza: paz, libertad, igualdad, Estado de derecho. No lo soporta, porque no puede tener un ejemplo de una democracia exitosa en sus fronteras. Los movimientos autoritarios y populistas avivan el fuego de estos temores porque saben que es la manera de conseguir poder. Nuestra respuesta debe pasar siempre por denunciar los populismos, mostrar que sus soluciones son falsas. La gente no quiere volverse irracional, lo que quiere son argumentos para seguir siendo racionales. No es inteligente abandonar el centro por razones electorales. Una gran parte de la población está en el centro. Debemos ayudarles a resistir la tentación de las proclamas populistas, mostrándoles que saldremos de estos tiempos complejos juntos. En cuanto a la parte económica, debemos enfrentar la cuestión más básica en las políticas: la redistribución. Asegurarnos de que aquellos que se lo pueden permitir paguen más. Porque los ricos siempre podrán cuidar de sí mismos. Por eso contamos con el Fondo de Transición Justa y el Fondo Social para el Clima.

¿Todavía crees que Ucrania será el «Waterloo de Putin»?

Sí, por completo. Rusia se está convirtiendo en una paria e incluso países que se mantenían al margen están empezando a condenar a Putin. Las sanciones golpean fuerte y la guerra le está costando a Rusia cantidades inimaginables de dinero. Putin ha hecho una valoración errónea de la resistencia y resiliencia ucranianas. Esto es así porque nadie se atreve a decirle la verdad al completo; y aquí incluyo el estado de su ejército, canibalizado por oficiales corruptos. El hecho de que Putin ya haya perdido no significa que la guerra vaya a acabar pronto. Hitler también había perdido ya en 1943 y siguieron dos años más de horribles atrocidades. Está bombardeando infraestructuras energéticas simplemente para empujar a la miseria, intentando así presionar más a los países europeos. Porque sabe que somos vulnerables en estos dos sentidos y que pueden usarse el uno contra el otro. Por eso debemos permanecer unidos. Putin necesita darse cuenta de que no nos vamos a desmoronar, de que Europa y Estados Unidos seguirán apoyando a Ucrania.

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