¿De dónde viene el ser humano?
Cinco claves que explican el origen africano de la humanidad
El origen de nuestra especie está en África. Fósiles, genética y cultura material apuntan a ese continente como la cuna del ‘Homo sapiens’. Estas cinco claves lo explican.
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Inevitablemente, la pregunta por el origen de nuestra especie ha sido una de las más persistentes de entre todas las que la ciencia ha intentado responder. ¿De dónde venimos? ¿Qué lugar habitó el primer Homo sapiens? Aunque esta curiosidad nos ha acompañado desde el principio de los tiempos, las respuestas sólidas sobre el origen de la humanidad han comenzado a consolidarse solo en las últimas décadas, gracias a los avances conjuntos de la paleoantropología, la genética y la arqueología.
Hoy, el consenso científico parece ser claro: África, además de ser el continente donde surgieron nuestros ancestros más remotos, es también la cuna de los primeros humanos modernos. El Homo sapiens apareció allí hace al menos 300.000 años y desde ese territorio comenzó su expansión por el resto del planeta. A continuación, exploraremos las cinco claves fundamentales que explican por qué los científicos sostienen el origen africano de la humanidad.
Los fósiles más antiguos están en África
La base empírica de cualquier teoría sobre el origen humano se apoya en el registro fósil. Y en este aspecto, el dedo científico apunta directamente a África. Uno de los hallazgos más significativos fue el llamado «Niño de Taung», descubierto en Sudáfrica en 1924, perteneciente a la especie Australopithecus africanus. Este fósil mostró por primera vez que el bipedalismo –una de las principales características humanas– se desarrolló en África, marcando un hito fundamental en la evolución de nuestra especie.
Décadas después, los descubrimientos continuaron reforzando esta hipótesis. En la región de Omo Kibish, en el suroeste de Etiopía, se hallaron restos de Homo sapiens que datan de hace unos 195.000 años, considerados durante mucho tiempo los más antiguos de nuestra especie. Más recientemente, en Jebel Irhoud (Marruecos), un equipo internacional encontró fósiles de Homo sapiens aún más antiguos, con una antigüedad estimada en 300.000 años.
Estos descubrimientos sitúan claramente a África como el lugar donde apareció nuestra especie y muestran que su presencia se extendía por distintas regiones del continente, desde el noreste hasta el Magreb.
La genética confirma el origen africano
Más allá de los fósiles, el estudio del ADN ha revolucionado profundamente la comprensión de los orígenes humanos. A través del análisis del ADN mitocondrial —transmitido solo por la madre— y del cromosoma Y –heredado por vía paterna–, los genetistas han podido rastrear las huellas de nuestros ancestros más remotos. Estas investigaciones han llevado a la formulación de conceptos como la Eva mitocondrial y el Adán cromosómico, los individuos ancestrales de los cuales descienden todas las líneas maternas y paternas humanas actuales, y que vivieron en África entre 150.000 y 200.000 años atrás.
Además, se ha comprobado que las poblaciones africanas actuales presentan la mayor diversidad genética del planeta. Este dato es crucial: en términos evolutivos, cuanta más diversidad genética presenta una población, más antigua es. Las poblaciones no africanas, en cambio, descienden de pequeños grupos que salieron de África y fundaron nuevas poblaciones con una menor diversidad genética.
Las herramientas más antiguas provienen de África
La cultura material también apoya el origen africano de la humanidad. Durante mucho tiempo, se consideró que el este de África –en particular, regiones como Olduvai (Tanzania)– era el único escenario del desarrollo de las primeras herramientas de piedra. Sin embargo, en 2018 se descubrieron en Ain Boucherit, Argelia, útiles de piedra con una antigüedad de 2,4 millones de años, similares a los hallados en Etiopía y Kenia.
Esto demuestra que la fabricación de herramientas, y por tanto la presencia de homínidos capaces de planificar y transformar su entorno, no se limitaba a un solo punto geográfico, sino que existía una dispersión cultural significativa en todo el continente. La tecnología lítica africana es la más antigua y diversa conocida, lo que refuerza la idea de una evolución compleja y prolongada dentro del continente.
Una capacidad temprana de adaptación
Un aspecto a menudo subestimado del origen humano es la capacidad de adaptación a distintos entornos. Recientemente, se descubrió que grupos de Homo sapiens habitaban selvas tropicales de África occidental hace 150.000 años, mucho antes de lo que se pensaba. Este hallazgo, realizado en Costa de Marfil, contradice la idea de que los humanos solo se desarrollaron en sabanas abiertas y demuestra una plasticidad ecológica notable.
El hecho de que los humanos hayan sobrevivido y prosperado en selvas densas, sabanas secas, montañas y costas desde etapas tempranas de su evolución es una prueba de que nuestra especie fue capaz de adaptar sus tecnologías y modos de vida a entornos muy diversos. Esta versatilidad habría sido clave para su expansión posterior fuera de África.
Los estudios más recientes han comenzado a cuestionar la idea de una única cuna africana
Una evolución no lineal
Por último, los estudios más recientes han comenzado a cuestionar la idea de una única cuna africana. En lugar de una región concreta, se está imponiendo la teoría de que el Homo sapiens evolucionó en red, es decir, como una serie de poblaciones conectadas en distintas partes de África que compartieron genes y conocimientos durante miles de años.
Esta teoría, respaldada por estudios genéticos y fósiles, sugiere que el surgimiento de nuestra especie fue un proceso gradual y colectivo, no un evento puntual. África no fue simplemente el origen geográfico de una especie que luego conquistó el mundo: fue un ecosistema humano complejo donde las innovaciones biológicas y culturales se compartían y se transformaban en distintas comunidades.
Así pues, el origen africano de la humanidad es hoy una certeza científica ampliamente aceptada. Y lo es por la convergencia de múltiples líneas de evidencia. África, en efecto, fue nuestro punto de partida biológico, pero también, en muchos sentidos, el laboratorio donde nació lo que hoy entendemos como lo humano.
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