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Las cuentas claras de la sostenibilidad

La sostenibilidad impacta en todas las áreas de negocio y en todos los sectores. Por eso, para hacer bien las cosas, se necesita abordarlo todo. Empresas como BBVA ayudan a las corporaciones a ejecutar una estrategia en la que nada quede en el aire.

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Si hace un par de décadas todavía se veía a la sostenibilidad como una parte de la responsabilidad social corporativa que se centraba en acciones verdes, ahora las empresas han comprendido que el alcance de esta estrategia va mucho más allá. El compromiso con la sociedad y con el planeta sigue siendo un poderoso motor, pero la estrategia de sostenibilidad se ha vuelto holística y transversal, comprendiendo que no se pueden ver las cosas como en un despiece, sino que se necesita la foto completa. La sostenibilidad es palanca para el crecimiento económico, para la resiliencia ante los problemas y retos del futuro y, no menos importante, para ganar en competitividad.  

Así, no se trata de una cuestión a la que deban adherirse o defender únicamente las industrias que se asume que están directamente relacionadas con los problemas de sostenibilidad, sino que impacta en todos los sectores. Todas las compañías tienen la oportunidad de liderar este cambio, sean del sector que sean. Dentro de la banca, BBVA es una de las empresas que ha comprendido esta realidad. Por ello sus esfuerzos transformadores acaban de ser premiados durante la Semana del Clima de Nueva York. 

La compañía ha sido destacada por la Alianza de CEOs Líderes por el Clima por el impacto positivo que tienen sus soluciones de financiación a la hora de reducir las emisiones de alcance 3 de sus clientes corporativos. «Queremos acompañar a nuestros clientes en su transición, y eso incluye la descarbonización de su cadena de valor, especialmente en aquellos sectores donde esta tiene mayor importancia y supone un mayor reto para ellos», explica Javier Rodríguez Soler, responsable global de Sostenibilidad y CIB de BBVA. «BBVA quiere ser su aliado para ayudarles a multiplicar su impacto», suma. 

La Semana del Clima de Nueva York confirma que sigue habiendo «sostenibilidad para rato»

Actuar para paliar las emisiones directas es, dentro de su complejidad, simple, ya que se tiene el control absoluto de los procesos. Al fin y al cabo, se trata de lo que la propia corporación está haciendo. Por el contrario, gestionar qué ocurre con aquellas emisiones indirectas es mucho más complejo, porque están en manos de la propia cadena de valor y fuera del control directo de la empresa. Esas son las emisiones de alcance 3, que de media suponen el 67% de la huella de carbono corporativa, según cálculos de las empresas de la Alianza de CEOs Líderes por el Clima del Foro Económico Mundial. En algunos sectores, ese porcentaje se supera ampliamente, como ocurre con el alimentario, la construcción, el textil o la automoción, donde las emisiones de alcance 3 suponen entre el 80 y el 95% del total de la huella de carbono. 

Por eso, el trabajo de reducción de la huella de carbono va más allá de la propia actividad de la compañía. Se necesita extender el proceso de descarbonización a su cadena de valor: desde sus proveedores hasta sus intermediarios con el consumidor final. No es, por tanto, un proceso simple, sino uno lleno de matices, complejo y que, por necesidad, debe ser altamente ambicioso. 

En este contexto es donde BBVA consolida el papel que le ha reconocido la Alianza de CEOs Líderes por el Clima. La entidad ofrece asesoría, análisis de emisiones y financiación para acompañar procesos de transición sostenible y reforzar la resiliencia de su cadena de valor. Por ejemplo, a los talleres mecánicos, el banco les ayuda con paquetes de financiación específicos para instalar paneles solares y optimizar la eficiencia energética. Es, en resumidas cuentas, un modelo de «ecosistemas sostenibles», como ha destacado el jurado. 

Además, esta es parte de una estrategia propia para ser más sostenible y tener un impacto global más positivo que va más allá y que implica un trabajo constante para la propia mejora. Así, BBVA se acaba de sumar también a la Coalición para las Compras Sostenibles, que se acaba de presentar en la Asamblea General de la Semana de Alto Nivel 2025 de la ONU, y que busca asentar como estándar global la contratación sostenible. La Coalición quiere afianzar la colaboración público-privada, establecer recomendaciones prácticas y establecer parámetros de acciones compartidas para mejorar la sostenibilidad en las contrataciones. 

«Nuestra adhesión a la coalición nos permitirá seguir avanzando e innovando en nuestra estrategia de sostenibilidad de compras, incorporando las mejores prácticas y consolidando a BBVA como referente», asegura Francisco Lucas, senior manager de Global Procurement en BBVA.

BBVA ayuda a las empresa a reducir las emisiones de alcance 3, esto es, las indirectas y que suponen el 67% de la huella de carbono corporativa

La buena salud de la sostenibilidad

La Semana del Clima de Nueva York confirma, igualmente, que la sostenibilidad sigue teniendo muy buena salud. A pesar del contexto geopolítico y económico, las empresas apuestan por mejorar su impacto en el mundo, pero también por volverse más resilientes y más competitivas. 

«Hace un año hacía balance de la Semana del Clima de Nueva York en una tribuna de opinión y mi titular era que ‘teníamos sostenibilidad para rato’», recuerda Antoni Ballabriga, director global de Inteligencia en Sostenibilidad de BBVA. Doce meses después, el experto sigue viendo un panorama similar, por muchos cambios que se hayan producido: «Aunque pudiera parecer lo contrario, la edición de este año no ha hecho más que corroborar ese titular que en mi opinión sigue hoy totalmente vigente». De hecho, incluso en los mercados en los que en los últimos meses se ha dudado de su potencial compromiso, se siguen haciendo cosas. Rodríguez Soler señala que las inversiones en renovables en Estados Unidos siguen viento en popa. 

Lo que sí cambia es que, a medida que se comprenden mejor tanto el contexto como las líneas maestras que se deben poner en marcha, las prioridades y las tendencias se ajustan. Como apunta Ballabriga, el encuentro ha dejado claro que la acción climática no es ya solo una cuestión moral, sino una estrategia económica; que el ciclo inversor sigue siendo «sin precedentes», abarcando a todos los sectores; que este es un proceso cada vez más descentralizado con actores que llegan de más espacios; y, finalmente, que se necesita prestar más atención «a la resiliencia, la adaptación y la naturaleza como oportunidades de negocio emergentes». 

De la misma manera, el experto defiende que se necesita recalibrar el papel que juega el sector bancario en la transición. Por sí solo no puede liderar el cambio: necesita que entren en juego más elementos. «Para que las inversiones en descarbonización por parte de las empresas se realicen es necesario que tengan sentido económico y sean rentables», explica, para lo que se precisa tecnología y «un entorno predecible de políticas energéticas e industriales». 

En resumidas cuentas, la sostenibilidad necesita que se reme de forma conjunta en la buena dirección. Esa es, al final, la clave que conseguirá que esta transición funcione. 

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