ENTREVISTAS

Sara García Alonso

«Es frustrante que la gente opte por conspiraciones»

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05
mayo
2025

Sara García Alonso (León, 1989), licenciada en Biotecnología y doctorada en Biología Molecular, dedica sus horas al desarrollo de medicamentos contra los tumores cancerígenos de páncreas y pulmón en el Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas (CNIO). Pero, si por algo es conocida es por ser la primera mujer española que ha superado las pruebas de la Agencia Espacial Europea (ESA) para ser astronauta. Hablamos con ella sobre su libro ‘Órbitas‘ (Ediciones B, 2025), en el que hace un recorrido sobre su vida.


Describes tu infancia como una niña feliz rodeada del cariño de sus padres. Esa felicidad, ¿crees que te ha ayudado a tener más confianza en ti misma?

Sin duda. Creo que, si desde pequeño te dan alas, aunque sea en un ambiente complejo, terminas creyendo en ti mismo. Vengo de una familia muy humilde y nos ha tocado trabajar duro desde siempre, pero ha sido un entorno enriquecedor. Mis padres siempre me impulsaron a ser feliz y a perseguir mis sueños, aunque parecieran descabellados. El hecho de que confiaran en mí, me dieran libertad para tomar decisiones y me trataran casi como a una adulta cuando era niña me ayudó a sentir que podía lograr lo que me propusiera. Creo que eso es fundamental.

Sin embargo, en la adolescencia, que siempre es una época complicada, parece que sufriste algo de bullying.

Sí. Al final, los niños pueden meterse contigo por cualquier cosa: por llevar gafas, por estar gordito, por tener el pelo rizado… Y yo fui una de esas personas que sufrió la ira de los niños en el colegio. Eso puede afectar mucho la confianza de una persona, especialmente en esas edades en las que somos un saco de inseguridades. Cuando alguien se fija justo en aquello que a ti te genera miedo o falta de confianza, puede hacer mucha mella.

En ese sentido, cuentas que en un momento dado decidiste tomar las riendas, a pesar de que no eras una gran deportista. Sin embargo, con fuerza de voluntad, diste un giro. ¿Crees que esa disciplina es lo que te ha ayudado a conseguir tantas metas?

Sin duda. La disciplina es una de las claves de mi personalidad. Cuando me propongo algo en serio, especialmente si lo verbalizo ante terceros, me comprometo al 100%. No me rindo. Si involucro a otras personas en mi decisión o si mis actos van a afectarles, entonces voy hasta el final. Por eso no hago promesas al aire. Cuando decido algo es porque realmente lo he meditado y tengo la intención firme de cumplirlo. Tenía 26 o 27 años cuando decidí hacer ese cambio. No fue de un día para otro. Me lleva tiempo tomar decisiones, pero cuando las tomo, las llevo hasta el final.

«El golpe que sufrió la investigación en España fue tan grande que recuperar lo perdido llevará tiempo»

Tanto que llegaste a apuntarte a un campamento de entrenamiento militar…

Siempre se tiene la imagen del científico como alguien solitario en su laboratorio, y es verdad que yo soy una persona reservada. Pero experiencias como esta me han hecho ver el valor del trabajo en equipo. Fue una de las primeras veces que entendí que colaborar con otros puede llevarte más lejos de lo que llegarías en solitario. Lo he confirmado después en el laboratorio y, más recientemente, en el entrenamiento de astronautas, donde el trabajo en equipo lo es todo. Me ha cambiado mucho la mentalidad.

Y, dentro de esos equipos, cuanto más diversos, mejor, ¿no?

Sin duda. Un equipo homogéneo puede convertirse en un lastre. La diversidad de perfiles aporta distintos puntos de vista y mejores soluciones. En ciencia esto es fundamental. Aunque la hiperespecialización es necesaria, también creo que conocer otras disciplinas y formas de pensar te da una base más rica para conectar ideas y generar hipótesis más originales. Es algo que he buscado toda mi vida: aprender de muchas cosas.

Submarinismo, paracaidismo, ser astronauta… Parece que no te ha faltado probar nada.

¡Todavía me quedan muchas cosas por hacer! Hay que exprimir la vida.

¿Dirías que en el fondo lo que has hecho ha sido desafiarte constantemente?

Sí. Aunque pueda sonar a tópico, salir de la zona de confort no es agradable. A todos nos gusta estar en nuestro espacio seguro, sin ansiedad ni estrés. Pero cuando te expones a algo nuevo te das cuenta de que la dificultad suele ser menor de lo que imaginabas. Es como ir al gimnasio: lo más difícil es dar el primer paso, pero una vez allí, entras en la dinámica. Con cada reto que superas, aumenta tu confianza y te atreves a hacer cosas más grandes.

«La posverdad se ha instaurado de tal forma que hemos dejado de diferenciar entre hechos y opiniones»

Volviendo a tu etapa de doctorado en Salamanca, empezaste justo después de la crisis de 2008. Ahora que ha pasado ese desierto, ¿cómo ves la situación de la investigación en España?

Ha mejorado. El Gobierno está apostando más por la ciencia y ha aumentado los presupuestos. Pero el golpe que sufrió la investigación en España fue tan grande que recuperar lo perdido llevará tiempo. Aun con inversiones récord, no es suficiente.

En el caso del CNIO, que es un centro de referencia, ¿cuál es su situación?

El CNIO es privilegiado en comparación con otros centros. Recibe buena financiación, tanto pública como de proyectos internacionales gracias a sus investigadores. No tiene problemas graves de fondos, pero no podemos descuidar la calidad científica. La ciencia de excelencia requiere apoyo constante y un compromiso firme para no perder el talento que tanto nos ha costado formar.

En cuanto a la participación de España dentro de la ESA, a nivel de recursos humanos hemos conseguido un gran avance con la incorporación de dos personas. Pero, en lo que respecta al liderazgo de proyectos, ¿estamos en el lugar que nos corresponde? ¿O seguimos infradotados respecto a otras economías de la UE?

Todo lo contrario, creo que España está repuntando mucho en el sector aeroespacial. En la ministerial de 2022, cuando Pablo [Álvarez] y yo fuimos nombrados, la contribución de España a la ESA se incrementó considerablemente. Esto permitió, entre otras cosas, que Pablo sea astronauta de carrera y yo esté en la reserva. Pero no solo ha habido una mayor inversión en vuelos tripulados, sino también en telecomunicaciones, observación de la Tierra y otros proyectos liderados por España. Nuestro tejido industrial aeroespacial está creciendo rápidamente, con desarrollos como el reciente lanzamiento de un satélite para claves seguras, un avance tecnológico clave que nos sitúa entre los pocos países de la OTAN con estas capacidades. Sin embargo, sigue haciendo falta más inversión en todos los sectores.

«Las empresas privadas pueden desarrollar tecnología de manera más rápida y agresiva»

Como científica e investigadora, ¿qué opinas del auge del negacionismo científico? Me refiero a quienes cuestionan hechos como que la Tierra es redonda, la eficacia de las vacunas o el origen antropogénico del cambio climático…

Es frustrante y me da mucha pena que la gente opte por conspiraciones y descarte el método científico y los datos. Pero también me hace reflexionar: ¿por qué cada vez hay más personas que eligen su propia «verdad»? La posverdad se ha instaurado de tal forma que hemos dejado de diferenciar entre hechos y opiniones. Creo que las redes sociales juegan un papel clave en esto, al mezclar noticias falsas, información engañosa y hechos reales en un mismo ecosistema. Esto se amplifica en nuestras propias cámaras de eco digitales. No obstante, según una encuesta que leí recientemente, en España la mayoría de la población sigue confiando en la ciencia y en los datos por encima de otras consideraciones. Aunque los negacionistas hacen mucho ruido, no creo que sean la mayoría.

Entonces, ¿qué podemos hacer como sociedad para combatir esos discursos y que no crezcan?

Es un problema complejo y no tengo una respuesta sencilla. Habría que hacer un esfuerzo por filtrar la información sin caer en la censura o en restricciones a la libertad de expresión. No puede ser que cualquier noticia valga y que informaciones falsas o dañinas se cuelen como hechos verdaderos. Es un equilibrio difícil de encontrar, pero es necesario trabajar en ello.

«Hace falta una ley del espacio sólida»

La investigación espacial tradicionalmente ha sido financiada con fondos públicos, pero ahora las empresas privadas están tomando un rol importante. ¿Cómo ves la colaboración entre ambos sectores?

Estoy a favor de la colaboración público-privada en todos los ámbitos. No deberíamos verlos como mundos separados, porque ambos son pilares fundamentales de un país. En el sector espacial, la separación entre agencias gubernamentales y empresas como SpaceX no es tan clara como parece. Por ejemplo, hoy en día, los lanzamientos de astronautas y satélites dependen en gran parte de los cohetes reutilizables de SpaceX, porque son eficientes y están muy optimizados. Mientras que las agencias espaciales como la NASA no pueden permitirse ciertos riesgos con dinero público, las empresas privadas pueden desarrollar tecnología de manera más rápida y agresiva. Es importante encontrar un equilibrio y contar con una buena regulación para que esta colaboración beneficie a todos.

Justamente, al hablar de regulación, en muchos campos científicos y tecnológicos primero se exploran las posibilidades y luego se establecen reglas. ¿Qué aspectos crees que necesitan regularse en la investigación espacial?

Hace falta una ley del espacio sólida. Actualmente, la exploración espacial no es solo una carrera entre Rusia y EE.UU.; hay muchos países y actores involucrados. Su impacto es comparable al de Internet, porque afecta a todos los sectores: telecomunicaciones, defensa, observación de la Tierra, economía global, etc. Necesitamos regulaciones para definir qué ocurrirá cuando los humanos establezcan bases en la Luna o Marte. ¿Será la ley del salvaje Oeste o primará el interés del conocimiento? También hay que gestionar el tráfico espacial, porque el número creciente de satélites en órbita baja incrementa el riesgo de colisiones y genera basura espacial. Sin regulación, estamos poniendo en peligro sistemas de los que depende la economía mundial. El problema es que la tecnología avanza más rápido que la legislación. Esto no solo pasa en el espacio, sino también en biotecnología, donde hay avances impresionantes en edición genética y nuevos alimentos, pero la regulación y la bioética van más lento.

«Necesitamos regulaciones para definir qué ocurrirá cuando los humanos establezcan bases en la Luna o Marte»

Te has convertido en un modelo para muchas niñas y niños. ¿Cómo llevas esa responsabilidad?

Es una capa extra de compromiso. Mis acciones son analizadas y pueden inspirar o decepcionar a futuras generaciones. Intento ser profesional en mi trabajo como investigadora y representante de la Agencia Espacial Europea y Española. Sé que puedo cometer errores, pero me enorgullece poder motivar a otros a no ponerse límites y a perseguir sus sueños.

Cuando cuentas cómo decidiste presentarte a las pruebas para ser astronauta, mencionaste a Claudie Haigneré, la astronauta francesa que luego fue ministra de Investigación. ¿Es una posibilidad que te planteas en el futuro?

Ahora mismo, no tengo ningún interés en la política. Mi prioridad es seguir investigando y, si se concreta una misión, volar al espacio. Sin embargo, reconozco que en el futuro podría haber otras oportunidades, como dirigir una institución de investigación. Me interesa mejorar las cosas, pero también sé que las restricciones y los condicionantes de estos cargos pueden hacer que no tenga la libertad de acción que me gustaría. Hoy no me veo en esa situación, pero nunca se sabe cómo evolucionaremos con el tiempo.

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