«Tanto filosofía como ciencia han de trabajar conjuntamente, sobre todo en el terreno de la ética»
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Con el propósito de volver a maridar las ciencias con las humanidades, idilio que se quebró definitivamente en el XVIII con el surgimiento de las corporaciones, y reclamando que la ciencia no pierda de vista su función social en detrimento de los beneficios económicos, Carmen Estrada (Sevilla, 1947), catedrática de Fisiología e investigadora en Neurociencia, realiza una crítica (que es reprobación y elogio) a la ciencia en tiempos de globalización y neoliberalismo. El resultado es ‘La herencia de Eva‘ (Taurus).
¿A qué se debe ese empeño en disociar las humanidades de las ciencias, como si fueran ámbitos que discurrieran paralelos, cuando la filosofía y el saber científico estaban hermanados desde antaño? O, dicho de otro modo, ¿cuándo se desanudaron filosofía y ciencia y qué implicaciones tuvo esa disociación?
Le he estado dando muchas vueltas a ese tema, he estudiado bastante el mundo griego, donde filosofía y ciencia no se distinguían (a los científicos, de hecho, se les denominaba filósofos) y su devenir hasta nuestros días, donde la ciencia se ha convertido casi en una disciplina auxiliar de la tecnología. Lo que se pide a los científicos hoy no es que comuniquemos el conocimiento, sino que hagamos patentes para obtener productos tecnológicos susceptibles de venderse. Algo de negocio tenía que haber de por medio, era cuestión de rastrear la historia en ambas direcciones, a ver en qué momento surgía. Fue así como encontré a Francis Bacon, en el siglo XVIII, que es el primero en decir que la ciencia ha de dejar de estudiar problemas abstractos y dedicarse a buscar la manera de beneficiar a los humanos, que para eso somos los reyes de la creación. Bacon era calvinista puritano y asumía esa idea de que el hombre estaba por encima de la naturaleza, y dispone de ella a su antojo y para su beneficio. Y da la casualidad de que, en ese momento, se funda la Compañía Británica de las Indias Orientales, la primera sociedad anónima, lo que ahora se llama «corporación».
Y eso cambia, radicalmente, la visión del negocio.
En efecto, ese hecho tiene mucha significación. Antes de ese momento, quienes disponían de un excedente económico y querían hacer negocio se implicaban en algo que controlaban, o se asociaban con otros socios. Desde que se empieza a navegar alrededor del mundo, esas empresas exceden la capacidad de un único inversor, así que se juntan varios, que se conocían entre sí y conocían el negocio que tenían entre manos, de ahí que tomaran sus propias decisiones. Pero la primera corporación lo cambia todo: el inversor, a partir de ese momento, lo que hace es poner dinero y comprar una pequeña parte del negocio, pero no sabe quiénes son sus socios, a qué se va a destinar el dinero que ha invertido, ni cómo se gestionará. ¿Por qué lo hace? Porque tiene «expectativas». Eso es un fenómeno nuevo, tener expectativas en algo sobre lo que uno no ejerce control alguno, y que además desconoce. La expectativa surge porque uno cree que el futuro será mejor que el presente, es el mito del progreso, que empieza también en ese momento, porque hasta entonces, lo mítico se basaba en que la antigüedad era mejor. Por tanto, hay un elemento económico, fundamental, pero también ideológico, el mito de progreso, y ello se une a que la ciencia herramienta para satisfacer ese mito. Ese sería el primer quiebre. El segundo, hay que buscarlo en la segunda parte de la Revolución Industrial, cuando la ciencia se asocia a la tecnología.
«La expectativa surge porque uno cree que el futuro será mejor que el presente, es el mito del progreso»
La idea de progreso, ¿ha quebrado?
Existe una enorme discusión en torno a este tema, hay quienes piensan que la solución es seguir avanzando y que las tecnologías nos resuelvan el problema (hidrógeno verde, etc.), siguen creyendo en el mito del progreso. Después, están los que piensan que ya no vamos a progresar más, y se acogen a ese dicho popular de «Virgencita, Virgencita, que me quede como estoy». Hay un sector que aumenta, cada vez más consciente de que no es posible un mayor volumen de progreso sin perder todo.
¿Cuál es el salto cualitativo entre el maridaje ciencia/técnica y ciencia/tecnología?
En realidad, ciencia y técnica han ido paralelas; en la sociedad griega se distinguen claramente por un lado los «sofós», los sabios, que eran tanto científicos y filósofos, los que piensan, quienes se dedican a discutir, escriben, etc.; por otro lado tenemos a los «teknites», los artesanos. Se respetan mutuamente ambos grupos, Sócrates habla mucho de la importancia de la técnica. Entre ambas ramificaciones hay puntos de contacto, por ejemplo, los astrónomos se dan cuenta de que, si ponen un palo vertical, según la sombra, pueden determinar la hora e incluso la latitud del punto donde se encuentran. Los teknites producen el «gnomon», la pieza triangular del reloj de sol, que facilita la navegación a los sofós. Durante la segunda revolución industrial, alimentados por la filosofía de Francis Bacon, ya con el capitalismo en auge, ese intercambio de que un hallazgo científico favorece un invento tecnológico y que el invento, a su vez, facilita a la ciencia nuevos hallazgos, crea una retroalimentación positiva, que se convierte en círculo vicioso, y los círculos viciosos, ya se sabe, no se paran más que si los interrumpe un elemento externo, si no, terminan resultando explosivos. Ese elemento externo no ha llegado para para este círculo, en el que todavía estamos inmersos. Es un caballo desbocado acercándose, cada vez más, al precipicio.
Uno de los problemas que encara la ciencia, en nuestra sociedad, es estar supedita a su rentabilidad. ¿Cómo evitar que prime la idea de negocio en este campo?
Es que el negocio prima en todo, no solo en la ciencia, en el arte, también. Vivimos en una sociedad en la que el capitalismo neoliberal no conoce otras riendas más que las del mercado. Ahora nos enfrentamos a un paso más, ya ni siquiera se trata del mercado libre y la competencia de mercado, sino de unos grandes monopolios, sobre todo de corporaciones digitales, que no son empresas sino mercados. Las grandes tecnológicas son mercados en los que operan empresas. Hay que preguntarse quién está al mando, esa es la pregunta con cuya respuesta podremos cambiar el estado actual de las cosas. En las corporaciones desaparece la moral, la ética, solo existe una finalidad: la ganancia. Las corporaciones son fondos de inversión, y llevarlas así reviste un halo de ética del que carece, estamos siendo manipulados por la ganancia, y cada vez mayor, de unos pocos. Nunca ha habido tanta riqueza como en nuestros días ni tanta desigualdad; nunca ha habido tanta producción de energía como hoy en día y, sin embargo, tampoco tanta pobreza energética. No hay nadie velando por los seres humanos ni por el planeta. Ni siquiera los partidos de izquierda pueden con eso. Y es posible vivir un poco mejor sin tener tanto.
Usted habla del «papel salvífico» de la ciencia: en la epidemia de las vacas locas, la detección del amianto como material letal, la detección de los gases efectos invernadero, el covid-19… ¿La crisis climática y la salud mental son los grandes desafíos científicos en las próximas décadas?
La crisis climática no solo afecta a los humanos. En cuanto a la salud mental… no sé si es el gran desafío, me parece que es uno más, tan importante como otros, como la desigualdad. La desigualdad en nuestros días es enorme, el problema de la pobreza energética es urgente de solucionar, pero los instrumentos que podían atajar ese inmenso problema de la desigualdad, que son los servicios públicos, se privatizan. La privatización genera desigualdad, que solo puede frenar el Estado de bienestar, pero esto parece estar fuera de la agenda no solo de los políticos sino de la población.
«Si no te fías en la ciencia, que se basa en la demostración de aquello que afirma, te puede agarrar a la teoría más delirante»
¿No es irónico que al tiempo que la ciencia está alcanzando puntos hace pocos años inimaginables, al tiempo irrumpa un fuerte negacionismo que pone en duda asuntos elementales?
Eso lo explica la insatisfacción general, el desánimo de las sociedades; los intereses económicos derivados de los conflictos bélicos crean un desconcierto y desconfianza en el sistema, más preocupado en su propio interés que en resolver los problemas básicos del mundo, los elementos rectores del mundo (el hambre, las injusticias, la desigualdad…) Hay muchas personas que creen que la ciencia es responsable del desastre, quienes piensan, sobre todo los que carecen de formación científica, que la ciencia es culpable de los males del mundo. Claro, si no te fías en la ciencia, que se basa en la demostración de aquello que afirma, te puede agarrar a la teoría más delirante o más simpática.
El axioma de que la ciencia describe el funcionamiento del mundo y la filosofía o la religión lo explican, ¿hasta qué punto se sostiene?
Describir cómo funciona algo es, en buena medida, explicarlo. Filosofía y ciencia tratan de entender el mundo; la ciencia, el mundo natural, la filosofía, además, se ocupa de la ética, de otros valores, de terrenos en los que la ciencia no entra. Tienen en común que no utilizan el relato, sino el razonamiento, a diferencia de la mitología y la religión. La filosofía se basa en el razonamiento; la ciencia, en la demostración. Un científico del XIV, Roger Bacon, decía que los razonamientos te permiten llegar a muchas conclusiones, pero esto no implica que sean verdaderas. La filosofía se encarga en el mundo actual de pensar y ciencia de conocer. Las distintas filosofías pueden ser más o menos convincentes, pero todas siguen vigentes, un sistema filosófico no anula al anterior, mientras que la ciencia ha de ser demostrada, por tanto, un adelanto invalida lo anterior. Por ahora, por ejemplo, las tesis de Arquímedes se estudian por su valor histórico, pero han quedado desbancadas. Dicho esto, considero que tanto filosofía como ciencia han de trabajar conjuntamente, sobre todo en el terreno de la ética.
Los patronos de las ciencias han ido mutando a lo largo de los siglos, mecenas, Estados… ¿Que sean, hoy en día, las grandes empresas las que están detrás de los avances científicos en su mayoría es una amenaza?
Fundamentalmente los avances científicos se deben a los Estados, ellos financian la adquisición del conocimiento, pero la industria hace el desarrollo posterior, el que da lugar a las patentes y los beneficios económicos. Además, ahora se está produciendo una transferencia económica de lo público a lo privado, clarísima. Basta recordar las vacunas contra el covid. Lo público financia la investigación básica, pero luego llega lo privado y no comparte el hallazgo, sino que lo oculta y lo patenta. No deja de ser curioso que los últimos premios Nobel sean empresarios. Con las vacunas hizo falta una tecnología que se consiguió entre distintos organismos públicos, con la colaboración de mucha gente, de diferentes países. Después llegan las empresas y explotan esos hallazgos.
«El pasaje en el que Eva come del fruto simboliza las tres etapas de la ciencia: curiosidad, comprobación y entrega de ese conocimiento a otros»
Pienso en Eva, que no solo da título al libro, sino que simboliza el conocimiento. También en Pandora, otra mujer transgresora. ¿Qué tienen en común la esperanza y el conocimiento?
Es curioso que las menciones. Hace tiempo escribí un cuento, que no se ha publicado, «Las herencias de Eva y Pandora», en el que discutían ambas sobre cuál de las dos ha sido más importante para la humanidad, si Eva al entregar el conocimiento, o Pandora por legarnos la esperanza. Ambas son igualmente necesarias. Por otro lado, leyendo en la Biblia el pasaje en el que Eva come del fruto, me di cuenta de que simboliza las tres etapas de la ciencia: la curiosidad (algo la mueve), la comprobación (adquisición del conocimiento) y la entrega a los otros de ese conocimiento (se lo da a Adán).
La brecha de sexos en las carreras científicas, ¿a qué se debe, cómo podría corregirse?
Hay que analizar ese mensaje que se da por hecho, porque hay carreras de ciencias bastante equilibradas. Donde hay menos mujeres es en las tecnológicas (computación, matemáticas y algunas ingenierías). Pero me preocupa, más que el que haya pocas mujeres en esas carreras, que haya pocos hombres en las carreras que implican cuidados, como enfermería. Me parece más importante el cuidado mutuo que los hallazgos tecnológicos para el mejor postor. Y lo que también es preocupante es que, en las carreras en las que hay un número parejo de hombres y mujeres, conforme se va ascendiendo en las carreras profesionales, las mujeres caen, claramente a consecuencia de los cuidados, porque los hombres no cuidan en la vida cotidiana, ese es el problema.
¿Los cuidados son una ciencia?
No, pero son necesarios, como la poesía.
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