Siglo XXI
¿Huye el talento de la política?
Profesionales con carreras laborales consolidadas suelen rehusar implicarse en las instituciones públicas, una situación que se reproduce a todos los niveles. ¿Se le resiste a la política fichar a los perfiles más preparados?
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Hace dos meses Juan Carlos se convirtió en el líder de su partido en una pequeña ciudad de España. En la actual legislatura ha sido concejal de una de las dos fuerzas tradicionales de nuestro país y tras varios cambios en la formación –con las consiguientes luchas internas– en las próximas municipales será cabeza de lista para su ayuntamiento. Desde que confirmó que sería el candidato municipal, comenzó un largo proceso que le resultaría muy tedioso para conformar su lista. «Me está costando mucho encontrar gente con talento», contaba Juan Carlos. Quería que le acompañase «gente válida», con una carrera profesional intachable, que pudiese «aportar al ayuntamiento». Sin embargo, solo se lo pusieron fácil «los anteriores concejales, que no valen mucho» y algún cachorro del partido.
Le pedimos que nos hable de algunos de los perfiles que han rechazado unirse a su proyecto. «Por ejemplo, Nacho», un economista muy preparado que vela por el bienestar de la ciudad creando herramientas para impulsar las empresas locales, «ya me dijo que no en su día, antes siquiera de que fuese oficial mi candidatura». «También se lo propuse a una aparejadora, que vale mucho, pero me ha dicho que «ni de coña» se mete en política. Además de que no le dejaría el dueño del estudio de arquitectura en el que trabaja, porque si no tendrían que dejar de presentarse a licitaciones del Ayuntamiento», contaba Juan Carlos.
Rodríguez: «Hoy está mal visto ser político aunque es un servicio público»
Esta situación que narraba el líder municipal no es exclusiva de los lugares más pequeños de España, sino que se replica en todos los niveles de la política. El exministro de Agricultura con el PSOE Luis Atienza simplificaba por qué mucha gente talentosa evita la política: «Los sueldos no son un aliciente para la mayoría de los profesionales; la mayor parte de la gente no resiste el escrutinio público al que ahora se somete a los cargos porque todo el mundo tiene algún renuncio, o cosas que pueden ser interpretadas como tales; la actividad política no da prestigio; la reinserción laboral, excepto para funcionarios, es complicada». En la misma línea, la exministra con el PP Elvira Rodríguez apuntaba a que «para aceptar ser ministro hoy día hay que renunciar a mucho y no haberse saltado nunca un semáforo en rojo. Hoy está mal visto ser político aunque es un servicio público. Es un problema para España porque necesitamos administradores públicos de alto nivel que son los que gestionan nuestro dinero».
En resumen: la gente con carreras laborales consolidadas, suele rehuir de la política, apartando –en cierto modo– el talento de las instituciones públicas.
Demasiada exposición pública y mala reputación política
Pablo Martín Díez, profesor del Máster en Marketing, Comunicación y Consultoría Política de ESIC, da algunas claves por las que la gente con carretas profesionales consolidadas rehúsan entran en puestos políticos.
Díez: «Muy pocas personas están preparadas para recibir críticas a través de los medios, de las redes o de los encuentros sociales»
Por un lado apunta a la exposición y el escrutinio público, especialmente en esta era de las redes sociales. «Un directivo de una empresa puede cometer un error importante e incluso ser despedido por ello, sin embargo, sería muy extraño que se vea expuesto públicamente», señala. «Muy pocas personas están preparadas para recibir críticas a través de los medios, de las redes o de los encuentros sociales. Un ministro tendrá que asumir ser portada de un periódico o trending topic, pero un alcalde o un concejal debe lidiar diariamente con los comentarios de los vecinos, aunque esté tranquilamente tomando un aperitivo con su familia un domingo por la tarde», explica.
Por otro lado, el consultor político señala que los profesionales exitosos desean vincularse a empresas con buena reputación y posicionamiento, pero la política es un sector denostado, como demuestran varios estudios, como el propio CIS. «Actualmente, en la gestión corporativa, se pone el acento en la atracción y retención del talento. Sin duda, hay talento dentro de la política española, pero no creo que exista una estrategia proactiva por parte de los partidos políticos para atraer y retener talento», indica. «Quizá podríamos pensar que los partidos políticos ahuyentan el talento debido a la maquinaria partidaria y a sus complejas lógicas», teoriza. «Sin embargo, otro enfoque es que su institucionalización protege al sector público de outsiders que a menudo pueden representar un riesgo para la calidad institucional y la democracia, como se ha visto en otros países», apunta.
Además, existe un factor diferenciador en política: la lealtad se impone a la capacidad. «En la inmensa mayoría de los casos, los cargos políticos se escogen por lealtad o por confianza y no tanto por capacidad, aunque, obviamente, en muchos casos lealtad y capacidad coinciden en una misma persona», desarrolla.
En definitiva, Martín se pregunta: «¿Quién quiere involucrarse en una actividad en la que puede ser carne de meme, en la que tu familia se pueda ver comprometida públicamente y además con muy pocas opciones de ganar prestigio?». «La opinión pública suele culpar a los políticos de la imagen de la política, pero, en realidad, toda la sociedad empujamos a esta disciplina a la trituradora. ¿Cuántos de nosotros estaríamos dispuestos a involucrarnos para intentar construir una política diferente?», señala.
El consultor político concluye que si el talento huye de la política, «debemos preguntarnos como sociedad qué estamos haciendo mal». Si deseamos la supervivencia y el desarrollo de lo público y de la democracia, «deberíamos aspirar a que los mejores se dediquen, aunque sea temporalmente, a la política». Por ello, considera que debemos reflexionar sobre cómo reconstruir y después defender el prestigio de la política entre todos, «y además debemos apostar por la formación como herramienta de transformación para mejorar los perfiles políticos y para ayudar a aquellos que se acerquen a la política desde el mundo empresarial».
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