Cultura
«Creer que solo se puede triunfar en la música si se vive atormentado provoca verdaderos trastornos»
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COLABORA2022
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¿Hay profesiones que empeoran, por su propia naturaleza, la salud mental de quienes forman parte de ellos? Concretamente en el sector de la música electrónica, los tópicos y los enfoques morbosos han mantenido tradicionalmente esta sospecha ante casos de muertes tan mediáticas como la de Tim Bergling, Avicii, que en abril de 2018 fue encontrado sin vida en su alojamiento. En ese momento era el músico más famoso del mundo y tenía tan solo 28 años. Fue un suicidio. El bienestar emocional en el mundo de la música es algo a lo que Rosana Corbacho, psicóloga clínica especializada, lleva dedicando más de 15 años de carrera. Esta extremeña trabaja en su consulta con artistas y otros profesionales del sector en el tratamiento de todo tipo de síntomas clínicos y es consejera del Comité de Salud en AFEM (Association for Electronic Music), además de impartir terapia de grupo y formaciones para artistas en el Spotify de los países nórdicos y participar con talleres en festivales como Primavera Sound, Tallinn Music Week, Reeperbahn Festival y La Casa Encendida, entre otros.
Uno de los mayores tópicos en la industria musical es el de la estrella mundial que acaba sumida en una fuerte depresión y refugiada en las drogas. ¿Cuánto de real tiene esta imagen?
Tanto la ansiedad como la depresión son trastornos más frecuentes entre artistas que entre la población general. Hay ciertos tópicos románticos que pueden llegar a ser profecías autocumplidas. Por ejemplo, en Musicians and Addiction, de Paul Saintilan se exploran perfiles de artistas en tratamiento de adicciones y puede observarse cómo una de las dificultades para comenzar un tratamiento ante problemas existentes es la creencia de que solo se puede dedicar uno a la música si es un alma atormentada o consume alcohol y otras sustancias. Es cierto que la esperanza de vida de los músicos populares es de 25 años menos que la población general y muchas de esas muertes están relacionadas con adicciones en activo, accidentes y violencia exacerbada por abuso de sustancias. Y es que los problemas no solo aparecen en situaciones de adicción, también en un consumo moderado.
¿Influye la dificultad para equilibrar el ritmo de vida de alguien que se sitúa en la cima de la fama?
Hay que tener en cuenta las subidas y bajadas emocionales que hay en cualquier tour. Veinte horas viajando, subirse a un escenario con la consiguiente alteración de los neurotransmisores y el lógico pico emocional… Por último, tener que elegir entre mantener ese high o volver al hotel, con la consecuente (e intensa) bajada emocional que eso lleva y que se repetirá al día siguiente en otra ciudad. Además, después de las giras se experimentan también sensaciones de tristeza, vacío y desconexión (se llama el post-tour blues). Y todo esto mientras quizá el cantante está pasando por una ruptura o duelo de algún tipo o padece algún tipo de trastorno sin tratamiento. Si la automedicación es bastante común en personas que no tienen este tipo de vida, no es de extrañar que las estrellas recurran a ella cuando lo que se les exige es tan extremo.
¿Qué tipo de trastornos son los más comunes en la industria?
Según los estudios más recientes sobre artistas y técnicos dedicados a los eventos, los problemas más comunes son depresión clínica, trastornos de ansiedad, estrés, burnout y alto riesgo de suicidio. De hecho, una de las investigaciones demostraba que uno de cada cinco entrevistados conocían a alguien cercano que se había quitado la vida. Es común tener una autoestima inestable o basada en el resultado del trabajo, así como conductas poco adaptativas que lleven a un abuso de sustancias. También, como ya he mencionado, hay muchos problemas en torno a las relaciones tanto laborales y personales como en torno al aislamiento social o no tener amistades fuera del trabajo. Es habitual también el tipo de ansiedad que tienen que ver con la actuación y casos de síndrome del impostor. Hay muchas personas que sufren de insomnio y otros problemas derivados de los estresores en el entorno laboral, que empeoran a la vez síntomas de trastornos de salud mental preexistentes.
«Si la automedicación es bastante común en personas fuera de la industria, no es de extrañar que las estrellas recurran a ella cuando lo que se les exige es tan extremo»
No obstante, es importante destacar un tipo de depresión que no es tan fácilmente observable: la depresión encubierta masculina. El terapeuta Terry Real ha investigado la existencia de un tipo de depresión que se manifiesta en los hombres en forma de conductas impulsivas arriesgadas (peleas, consumo de sustancias, trabajar sin descanso buscando el éxito…) que les hacen tener una sensación de poder o grandiosidad. En la base hay un sentimiento de vulnerabilidad, tristeza, trauma o duelo del que escapan por sentir que están en una posición débil. Esto puede llevar no solo a conductas perjudiciales sino a la imposibilidad de tratamiento de la depresión subyacente, y de ahí que alguien que desde fuera no parezca deprimido (sino, simplemente, manteniendo el típico comportamiento de estrella de rock) pueda sufrir una muerte prematura.
¿Se ha notado la incidencia de la pandemia en la salud mental de los artistas?
Muchísimo. Dejar de poder actuar se relaciona habitualmente con una pérdida de sentido en la vida con todas las consecuencias que conlleva. La urgencia y la imposibilidad de decir que no después de tanta incertidumbre solo hace que las personas se entreguen más aún a sus puestos de trabajo sin priorizar límites, autocuidado o una perspectiva más a largo plazo. Así se han acentuado los estresores habituales –inestabilidad laboral, problemas financieros, pocos apoyos, alta competitividad y falta de reconocimiento– empeorando diagnósticos anteriores u otras dificultades personales. Muchos han padecido altos niveles de estrés y ansiedad, problemas en relaciones interpersonales y depresión, así como aumentado el consumo de sustancias. Otros incluso han abandonado sus profesiones, y puede observarse en la escasez de trabajadores de los festivales este año. Ha habido un incremento en los suicidios y siento que aún estamos a la espera de ver cuáles han sido las consecuencias de esta gran crisis. Con la reactivación de los eventos otra vez parece que la gran competencia por hacer los festivales cada vez más grandes, en más ciudades y con más grupos puede tener un efecto perjudicial no solamente en las personas que trabajan en ellos, sino en los asistentes y en el entorno.
Entonces, ¿el tratamiento de la salud mental debe tener un enfoque distinto y único para la industria musical?
Sí y no. Hay que utilizar técnicas psicológicas con validez científica, pero también ser conscientes del entorno y la importancia que tiene para las personas sus carreras profesionales, así como las exigencias a las que están sometidas. Saber cómo se siente alguien al estar en un festival con mucho jet lag y tener que aguantar despierto porque tiene que trabajar toda la noche. Desde fuera puede parecer muy exótico y lo mejor que te puede pasar en la vida, pero hay que ser consciente de cómo es en realidad la reacción interna ante los extremos a los que el cuerpo es sometido estando de gira, ya sea como artista, técnico o cualquier otro rol. Dependiendo de cuáles sean los objetivos terapéuticos, se trabaja teniendo muy en cuenta a qué van a estar expuestos. Por ejemplo, si alguien está en tratamiento por abuso de sustancias y tiene que ir de tour, hay que incidir en que el consumo en este sector es de lo más habitual y estará presente a su alrededor. Hay que tener mucha flexibilidad a nivel de horarios por la inestabilidad de los trabajos y acompañar adaptándose a las circunstancias, ajustando la terapia a lo que necesite en cada momento. Es muy beneficioso poder hacer las sesiones online, permitiendo apoyo en circunstancias especiales, como un concierto importante. Por otro lado, la identidad está fuertemente vinculada al rol profesional, lo que hace que cualquier síntoma que se perciba como peligroso para el desarrollo de la carrera incremente la intensidad del malestar. A veces el trabajo va enfocado a permitir que la persona vuelva a su puesto lo antes posible y después profundizar en la problemática que esté a la base.
«Todo lo que nos acerca a ser productos y nos aleja de nuestras necesidades humanas tiene el riesgo de hacernos infelices»
¿Ha cambiado mucho el enfoque de la salud mental en el ámbito profesional en los últimos años?
Hay una cifra muy llamativa: solo el 30% de las personas que sufren de los trastornos más comunes buscan ayuda profesional. Cuando llegan a terapia ya llevan muchos años encadenando síntomas con conductas que alivian en el momento pero pueden suponer problemas mayores a largo plazo. La tendencia genética a sufrir un trastorno es similar a la población general, pero el trabajo en la industria de la música añade presión a las tendencias que cada uno pueda traer de su casa. Por suerte, en la industria musical es cada día más habitual hablar sin tapujos sobre ir a terapia. Antes, en un sector dedicado al entretenimiento, donde además hay tanta competencia, que se hablase de problemas y vulnerabilidad era mucho más complicado. Pero ahora hemos pasado a un terreno más práctico: qué hacer, dónde están los problemas, qué técnicas son las más adecuadas, cómo se puede mejorar o tratar a nivel individual y desde las organizaciones. El año pasado, de hecho, tuvimos el primer congreso de psicología de la música y las artes escénicas en Madrid con conferencias internacionales sobre cómo está creciendo el interés y la investigación en nuestro campo. Las empresas y organizaciones están solicitando cada vez más talleres de salud mental para sus equipos.
¿Crees que se pueden extrapolar conclusiones al tratamiento de la salud mental de la población general?
Sí. Si centramos nuestra vida en el éxito laboral y no cuidamos de nuestro cuerpo, nuestras relaciones y nuestro entorno, estaremos poniendo en riesgo el equilibrio y la salud tanto física como psicológica además de tener una autoestima poco estable y condicionada. Todo lo que nos acerca a ser productos y nos aleja de nuestras necesidades humanas tiene el riesgo de hacernos infelices, desconectarnos de los demás e incluso hacernos enfermar. Evitar ir a terapia o pedir ayuda cuando tenemos algún problema que afecta al desarrollo de nuestras vidas de forma plena solo incrementará la sintomatología y derivará en otros problemas más graves y crónicos. La medicación muchas veces es necesaria, pero es importante que el abordaje de los tratamientos se haga de forma multidisciplinar y lo más especializados posible.
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