Rediseñar los envases para rediseñar el futuro
Todos los días consumimos, en mayor o menor medida, algo que viene dentro de un envase. Sin dudar de su funcionalidad, el avance de la crisis climática nos ha concienciado de la necesidad de rediseñarlos para hacerlos más sostenibles y evitar el daño medioambiental que provocan sus sistemas de producción y consumo.
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Desde que el ser humano comenzó a vivir en comunidad, el almacenamiento de alimentos, semillas y otros productos precisó de vasijas de arcilla, bolsas manufacturadas con pieles de animales, cestas tejidas con fibras vegetales y demás variedades de recipientes. Cuando el comercio comenzó a adquirir más importancia, aquellas técnicas de envasado evolucionaron para permitir no solo el almacenamiento, sino también el transporte de todo tipo de productos.
Con la Revolución Industrial, llegó también el mayor avance en el diseño y producción de envases destinados a los productos para particulares. El desarrollo fue tal que, en numerosos casos, los tipos de envases diseñados llegaron a influir en la fabricación de ciertos productos. La invención del las latas de metal, en 1910, por parte del británico Peter Durand, facilitó que la Armada inglesa las utilizase para enviar alimentos en conserva a sus colonias. A finales del siglo XIX, la eficacia alcanzada en la fabricación de cartones permitió que, en respuesta al aumento de demanda de los consumidores, numerosos productos además de los alimenticios se empaquetaran en cajas de un solo uso. Además, el cartón permitía a las compañías productoras incluir los logotipos de sus marcas, dando lugar de este modo a un salto cualitativo en el marketing empresarial.
En el caso de los productos alimenticios, los envases se convirtieron en imprescindibles no solo para su transporte y posterior comercialización, sino también para asegurar la calidad y la seguridad alimentaria. Posiblemente ese fuese el motivo de que, a mediados del siglo pasado, el plástico se convirtiese en el material de envasado de mayor uso, especialmente en el caso de los alimentos. Al ser muy fácil de esterilizar, mantiene los alimentos en buen estado durante un tiempo más prolongado permitiendo, además, ampliar su comercialización en lugares a los que antes no habrían podido llegar.
La actual producción de plásticos primarios utilizados para la gran mayoría de envases genera el 3,4% de las emisiones globales de gases de efecto invernadero
Lamentablemente, con el paso de los años, el uso masivo de envasados plásticos provocó un paulatino incremento de residuos que están generando un serio daño medioambiental. Según informes de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), entre 2000 y 2020 la producción global de plástico se incrementó en 234 millones de toneladas. De continuar con este ritmo, esta cifra crecerá en un 70% para 2040.
Por otro lado, un estudio de la Unión Europea advierte que solo el proceso de producción de los plásticos primarios que se utilizan para la gran mayoría de envases genera ya el 3,4% de las emisiones globales de gases de efecto invernadero. Si no tomamos acción, ese porcentaje se habrá duplicado para 2060. Igualmente, y según indica el estudio, se habrán duplicado en 2060 las 22 millones de toneladas de residuo plástico que llegaron a los suelos, ríos y océanos de nuestro planeta en 2021. Solo en Europa, en el mismo año, cada ciudadano generó una media de 36,1 kg de residuos de envases de plástico, casi el 30% más que en la década anterior.
Estamos, sin duda, ante un problema que precisa soluciones urgentes. La concienciación ciudadana al respecto, debido al alto consumo de productos embalados con plástico, es imprescindible. Pero además, los fabricantes deben hacer un esfuerzo que pasa, necesariamente, por la inversión en nuevas tecnologías que favorezcan el diseño de opciones de envasado que minimicen el impacto medioambiental sin sacrificar la calidad y seguridad de los productos.
El incremento de la concienciación medioambiental, junto con una demanda de consumo más sostenible y el establecimiento de importantes medidas legislativas, ha facilitado que en la última década la producción de envases se haya orientado hacia la circularidad plena. Esta es, desde hace años, una de las máximas prioridades de Ecoembes, la organización medioambiental sin ánimo de lucro que, desde 1997, opera en nuestro país con el propósito de alcanzar un futuro sin residuos a través de la reducción, reutilización y reciclaje. Ecoembes ha logrado que 2.048 empresas que forman parte de su organización apuesten firmemente por el ecodiseño de sus envases.
Los resultados del Plan Empresarial de Prevención y Ecodiseño (2021-2023) de Ecoembes permiten confirmar que los esfuerzos para hacer los envases más sostenibles dan frutos positivos. En este período de tres años se han aplicado 10.401 medidas de ecodiseño que han permitido la mejora ambiental de más de 5.800 millones de envases, el ahorro de 78.600 toneladas de materia prima y la emisión de más de un millón de toneladas menos de CO2.
Para disminuir los residuos y gestionarlos de manera eficiente, la prioridad máxima se encuentra en su reducción, y de todas las medidas de ecodiseño aplicadas en el Plan de Ecoembes, el 68% han puesto el foco en dicha reducción. Entre ellas se encuentra el rediseño orientado a lograr envases con mayor capacidad de almacenamiento, eliminando productos químicos contaminantes, utilizando materiales que proceden de fuentes renovables y reduciendo el uso de material en su fabricación. El 22% de medidas se han orientado a facilitar la reciclabilidad de los envases, y el 10% restante a posibilitar su reutilización. Una premisa que, sin duda, debe tener un mayor peso para lograr la circularidad.
Cada día más empresas productoras de envases apuestan por un necesario ecodiseño de sus envases que permita la reducción, reutilización y reciclaje de residuos
Desde Nestlé España, también destacan y defienden firmemente la importancia de los envases para garantizar la seguridad alimentaria y la calidad de los productos. Jordi Aycart, director de Seguridad, Salud y Sostenibilidad de Nestlé España, asegura que están comprometidos «con el desarrollo de diseños sostenibles e innovadores». Así, en la actualidad, el 96% de los envases de la compañía en España ya están diseñados para ser reciclados.
Por su parte, Franco Martino, director de comunicación Ferrero Iberica, explica: «En Ferrero, estamos comprometidos con reducir el impacto ambiental de nuestros envases a través del ecodiseño. Esto lo ponemos en práctica siguiendo tres reglas: minimizar la cantidad de material que compone los envases, reemplazar las películas multimateriales por monomateriales, y sensibilizar a nuestros consumidores sobre la necesidad de una correcta gestión de los residuos domésticos». Gracias a ello, han logrado que el 90,7% de sus envases sean reutilizables, reciclables o compostables.
Se trata únicamente de dos ejemplos de la importancia del ecodiseño de envases para lograr su plena circularidad. Para potenciar esta labor, Ecoembes mantiene programas como su plataforma de formación para profesionales del sector, The Circular Campus, que ya ha formado en ecodiseño a más de 2.000 personas del sector, y el Observatorio del Envase del Futuro, que recoge y analiza las noticias y avances mundiales en ecodiseño y legislación sobre envasado. Además, facilita a las empresas el diagnóstico, predicción y control de su comportamiento medioambiental con herramientas como Pack CD, que ofrece información técnica y analiza el grado de sostenibilidad de los envases.
Sin duda, el ecodiseño nos permitirá avanzar hacia un modelo de envasado sostenible que reduzca los residuos, las emisiones de gases de efecto invernadero, el uso de agua, su contaminación con productos químicos y la dependencia de los combustibles fósiles. Un modelo necesario para revertir los efectos negativos que han tenido los sistemas de producción y consumo utilizados hasta hace poco.
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