Innovación
El poder del ‘timing’ en la innovación
No solo importa tener una gran idea, sino también dar con el momento adecuado para lanzarla al mundo: tener un buen ‘timing’ ha sido un elemento clave a la hora de que una innovación saliera adelante.
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«Internet podría ser lo mejor que haya ocurrido hasta ahora, pero en este momento estamos adelantados a su tiempo por años», sentencia el ingeniero Gordon Clark en la extraordinaria serie Halt and Catch Fire, que explora los inicios de los ordenadores personales e Internet en los años 80 y comienzos de los 90. En uno de los episodios más emocionantes, los protagonistas abordan la posibilidad de crear el primer navegador web, pero reflexionan sobre cómo podrían estar llegando demasiado temprano en términos tecnológicos. Y es que, en el mundo de la innovación, llegar pronto, tarde o en el momento correcto es crucial.
Entre el 70% y el 90% de las innovaciones terminan en fiasco, según algunos estudios, y las startups, es decir, las empresas emergentes con una fuerte base tecnológica y caracterizadas por su naturaleza innovadora, flexible y una capacidad de crecimiento rápido, suelen fracasar el 20% durante el primer año, el 39% en los tres primeros, el 50% en los cinco y el 65% en los primera década de vida. Ante estas cifras, es comprensible que una de las principales obsesiones sea averiguar las causas que hay detrás de esta victoria o batacazo, o si hay algún tipo de fórmula maestra a ejecutar.
Ese es el caso del estadounidense Bill Gross, fundador e incubador de multitud de startups, que, tras años dedicado a esta labor, se puso a investigar qué elementos escondía el éxito o descalabro de una innovación, analizando cinco factores en más de 200 empresas: la idea, el equipo/ejecución, el modelo de negocio, la financiación y el timing (momento). Para sorpresa de Gross, «el momento» fue el elemento más importante, con un 42%, seguido del equipo (32%), la idea (28%), el modelo de negocio (24%) y los fondos (14%).
Si ponemos entonces la lupa en el timing, ¿qué es lo que hace que el momento sea el adecuado? ¿Qué significa llegar pronto o tarde? En esta ecuación la combinación de distintos elementos como la industria, el mercado y la regulación juega un papel esencial. Una innovación que se adelante puede encontrarse con una tecnología y una infraestructura poco maduras que impida una adopción generalizada, o unos potenciales consumidores aún no listos para demandar ese producto o servicio. Por el contrario, si llegas tarde, el mercado puede estar ya saturado de competidores donde sea complicado hacer frente a sus propuestas de valor establecidas y adoptadas.
Una innovación que se adelante puede encontrarse con una tecnología y una infraestructura poco maduras
La historia nos brinda numerosos ejemplos de triunfos y descalabros, dependiendo de si las empresas lograron dar con el momento correcto, si se enfrentaron a tendencias tecnológicas o de mercado favorables o adversas, si hubo cambios en las necesidades y preferencias de los clientes, o condiciones regulatorias a su favor o en contra. General Motors, por ejemplo, lanzó el primer coche eléctrico de producción masiva a finales de los años 90, pero no logró consolidarse en el mercado. Hoy en día, Tesla lidera este sector, y sabemos que los vehículos eléctricos son parte tanto de nuestro presente como de nuestro futuro, impulsados además por políticas regulatorias favorables.
Uno de los ejemplos de éxito más conocidos es el de Airbnb. Fundada en 2008, coincidiendo con el inicio de la crisis financiera, la empresa se vio beneficiada de un cambio en las dinámicas del alquiler vacacional, ya que las personas, los «anfitriones» (según la jerga de la empresa), comenzaron a ver el alquiler de una habitación o casa a un desconocido a cambio de unos ingresos extras como una opción aceptable en tiempos de recesión. Al mismo tiempo, Airbnb permitía a otras personas, «los huéspedes», seguir haciendo turismo de forma más barata a través de esta plataforma de economía colaborativa. Voilà: el timing perfecto y el éxito estaban servidos.
Un caso de tecnología no suficientemente desarrollada es el de Z.com, una plataforma de streaming pionera, mencionada por Bill Gross en su charla TED, que llegó demasiado pronto, cuando el acceso a la banda ancha no estaba aún generalizado, por lo que no puedo ser adoptada por los usuarios de manera masiva. Unos años después, YouTube llegó y llevó el premio. En innovación, a veces el desastre de unos se convierte en los cimientos del éxito de los siguientes.
De hecho, el factor humano podría ser fundamental en el devenir de una innovación, según The Human Element: Overcoming the Resistance That Awaits New Ideas. Este libro aborda cómo es importante no solo centrarse en las fuerzas motoras que impulsan una innovación, sino también en aquellas fricciones que se resisten a ella, y muchas se hallan en el campo de la psicología. Los autores identifican cuatro: en primer lugar, la inercia, el esfuerzo, la emoción y la resistencia reactiva, es decir, la tendencia humana a aceptar el statu quo, aunque sea inadecuado; en segundo lugar, el esfuerzo económico, mental, físico, etcétera, que implica adoptar un cambio; después, los sentimientos de ansiedad y miedo que suele provocar las nuevas ideas; y, por último, la aversión de las personas a cambiar por recomendación de otros. Por lo tanto, si buscas influir en el timing de tu innovación, más vale ponerse manos a la obra para abordar estas fricciones.
La tendencia humana a aceptar el ‘statu quo’, aunque sea inadecuado, es una de las fricciones que se resisten a la innovación
A la hora de cometer errores en cuanto al tiempo adecuado, las startups podrían ser más susceptibles a «actuar demasiado rápido», mientras que las empresas consolidadas «suelen no actuar cuando el momento es el adecuado», según indican recientes publicaciones. Además, el asunto empieza a complicarse, ya que la creciente rapidez de la innovación tecnológica de la mano de industria disruptivas como las tecnologías digitales y la inteligencia artificial vuelve el tema del manejo timing aún más difícil, lo que implica que una compañía que comete un error de tiempo al innovar podría poner en serio riesgo su supervivencia.
¿Existe una fórmula mágica para encontrar el momento óptimo? Por ahora no, pero sí hay maneras de gestionar este desafío, tales como seguir la evolución de una tecnología, por ejemplo, a través metodologías como la Curva de Gartner, analizar los mercados y estar atentos al potencial de aquellos que son nuevos, conocer las necesidades y expectativas de los consumidores, alinearse con las regulaciones, desarrollar estrategias de marketing efectivas, aprender de los errores y éxitos, propios y ajenos, etcétera. Y en el arte de innovar, la paciencia podría ser una gran virtud, «entendida no solo como esperar, sino en elegir el momento correcto».
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