Color y significado
«Quizá parezca extraño que un fenómeno que para la mayoría de nosotros no es más que una experiencia sensorial primaria, y que además ha merecido profusos comentarios desde los más variados puntos de vista, esté lejos de ser comprendido en su totalidad», señala John Gage en su último libro, en el que reflexiona sobre el fenómeno del color.
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Quizá parezca extraño que un fenómeno que para la mayoría de nosotros no es más que una experiencia sensorial primaria, y que además ha merecido profusos comentarios desde los más variados puntos de vista, esté lejos de ser comprendido en su totalidad. «El color—reza una útil definición estándar—es aquel atributo de la experiencia visual que posee dimensiones cuantitativas mesurables de tonalidad, saturación y brillo». Esta definición reconoce, en la experiencia visual, tanto el elemento subjetivo como el estímulo objetivo y cuantificable, y nos ayuda a explicar por qué el color ha sido, desde hace tanto tiempo, objeto de investigación y experimentación en las artes y las ciencias. Sin embargo, no aporta explicación alguna sobre la manera en que tales aspectos subjetivos y objetivos se relacionan entre sí. Las dificultades propias de todo intento de cuantificación de las sensaciones han llevado a que el color—efecto subjetivo de un proceso de estimulación objetiva—rara vez haya sido estudiado de manera exhaustiva. Desde Newton, la ciencia y el arte del color han sido comúnmente tratadas como realidades inconexas, aunque ello haga que se pasen por alto algunos de los aspectos más fascinantes del fenómeno.
Está claro que una forma de estudiar el color a la luz de una perspectiva más amplia consiste en examinar su historia; yo mismo he reconstruido algunas líneas de ésta en Colour and Culture, mi libro anterior. La historia da cuenta de la variedad de teorías del color que han existido en el pasado, pero también de la variedad de usos del color, aún mayor. Muy probablemente, uno de los ejemplos más notables de esta abundancia sea el lenguaje cromático, cuyo estudio ha gozado de una existencia próspera e independiente desde la década de 1850, cuando el político liberal William Gladstone descubrió con sorpresa ciertas anomalías del griego antiguo (la aparente ausencia de términos para denominar el azul en esta lengua le llevó a suponer que los antiguos griegos tenían una deficiencia visual similar al daltonismo, fenómeno que por aquellos tiempos empezaba a ser investigado sistemáticamente). Entre finales del siglo XIX y principios del XX, el desarrollo de los estudios del lenguaje del color permitió que se convirtieran en una rama de la lingüística interesada en la relación del lenguaje con la percepción, y su perspectiva se ciñó en lo fundamental al marco de referencia de la psicología experimental.
La historia da cuenta de la variedad de teorías del color que han existido en el pasado, pero también de la variedad de usos del color, aún mayor
Si bien hace mucho tiempo que contamos con estudios sustanciales sobre el vocabulario cromático de numerosas lenguas históricas importantes, como el griego antiguo, el hebreo y el anglosajón, la reciente obra de Berlin y Kay, Basic Color Terms, incomparable con cualquier otra en lo que se refiere a amplitud e influencia, dedica poca atención a la dimensión histórica del tema. Sin embargo, el descubrimiento de los autores de que, en las lenguas menos evolucionadas, las categorías del valor (luminosidad y oscuridad) preceden a las de la tonalidad (lo rojo, lo negro, etcétera), resultan confirmadas por la evidencia histórica, y sus investigaciones tienen cosas importantes que decirnos sobre la base biológica de la visión del color. Nuestros mecanismos visuales parecen capaces de reconstituir la gama completa de percepciones cromáticas a partir de una serie sumamente limitada de estímulos (rojo, verde, azul, así como luminosidad u oscuridad), del mismo modo que el vocabulario cromático parece operar con una serie muy limitada de términos «básicos» o «primarios». No obstante, como trataré de mostrar en capítulos subsiguientes, en la práctica la idea de los colores fundamentales ha estado lejos de ser universal.
Pero quizá la omisión más sorprendente en los estudios generales sobre el color sea su utilización en las artes visuales. Dos de los manuales recientes más usados abordan el tema del arte de manera exhaustiva, como cabría esperar dada la estrecha vinculación de sus autores con la tecnología del color, pero ambos están más interesados en sugerir posibilidades prácticas para el uso del color que en analizar la manera en que el color ha sido (y sigue siendo) empleado en los artefactos. En mi libro anterior, Colour and Culture, hice uso abundante de los artefactos en busca de evidencia de las distintas actitudes hacia el color, y en el capítulo 3 de este libro examinaré algunos otros estudios de historia del arte que han abordado el tema del color en el arte desde perspectivas diversas. Hasta la fecha, disponemos de poca investigación sobre el color en los artefactos no europeos, pese a que, de manera paradójica, las culturas no europeas han predominado en los estudios etnolingüísticos del vocabulario cromático. De este modo, el panorama actual puede describirse como una suma de intereses particulares, y desde hace tiempo la investigación parece consagrada a aquellos aspectos técnicos del tema que poseen una aplicación comercial directa.
Este texto es un fragmento de ‘Color y significado’ (Acantilado, 2024), de John Gage.
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