Cultura

«Creo mucho en la fuerza del humor siempre que venga de un lugar honesto»

Fotografía

Enrique Cidoncha
¿QUIERES COLABORAR CON ETHIC?

Si quieres apoyar el periodismo de calidad y comprometido puedes hacerte socio de Ethic y recibir en tu casa los 4 números en papel que editamos al año a partir de una cuota mínima de 30 euros, (IVA y gastos de envío a ESPAÑA incluidos).

COLABORA
27
septiembre
2024

Fotografía

Enrique Cidoncha

Cómico, actor, humorista, escritor… Pepe Viyuela (Logroño, 1963) ha hecho reír a varias generaciones. Desde su famoso número de la silla, le hemos visto haciendo cine, teatro, televisión, radio e incluso ganando un premio de poesía. Licenciado en Filosofía y en Arte Dramático, nos habla del poder transformador del humor y la poesía, en una videollamada en la que, como en la vida misma, suceden contratiempos, como la inesperada aparición de su pequeña nieta en busca de las muecas del abuelo o su enorme gata que con parsimonia se planta ante la cámara para robarle el protagonismo a su dueño. Escuchando a Pepe Viyuela, una sonrisa perenne está asegurada.


Según Charles Chaplin, «un día sin reír es un día perdido». Para ti, según escribes en Bestiario del circo (Páginas libros de magia, 2006): «La risa es una corriente subterránea que remoja y remueve, que provoca flores a su paso». ¿Por qué es tan necesaria la risa?

Cuando estás bien –cuando no te pasa nada demasiado grave– la risa ayuda a expandirse y a comunicarse. Una sonrisa nos acerca directamente a las personas, posibilita que el diálogo fluya de una manera más tranquila, más sosegada, con más confianza. Pero cuando estás mal se convierte en una auténtica necesidad, porque cuando estás mal reír es un síntoma de esperanza. Cuando alguien de pronto te hace reír –y lo que te está pasando en ese momento a lo mejor es terrible, pero tú tomas conciencia de que a pesar de eso te has reído–, se refuerza la idea de esperanza; de que se puede estar mejor y de que también el impulso interno, que uno puede proporcionarse a sí mismo, puede ayudar a salir del agujero. La risa es algo tan físico que experimentamos de una manera tan inesperada y descontrolada que nos recoloca. Y esto ya está estudiado, hay una serie de sustancias que segregamos que hacen que nos sintamos mejor, más capaces de afrontar la realidad tan dura con la que vivimos. Está ya más que demostrado que el sentido del humor nos coloca con respecto a nosotros mismos mejor, y nos acerca a los demás de una manera más positiva.

«Cuando estás mal reír es un síntoma de esperanza»

Alguna vez has dicho que «la risa es una necesidad y no un artículo de lujo». ¿En todas las sociedades y en todos los momentos históricos ha existido el papel del payaso?

No soy antropólogo ni historiador, pero por lo poco que he leído, sí. Parece ser que en todas las culturas ha existido y existe esa figura que nosotros llamamos payaso, en otras culturas es el chamán, el brujo… Seres que permiten conjurar los malos momentos e invocar el espíritu de la cordialidad y del encuentro. Utilizando ese concepto de necesidad es fácil pensar que en todas las culturas haya sido necesario ese tipo de seres, de figuras que nos ayudan a recomponernos no solo interiormente a nosotros mismos, sino que la sociedad se reorganice de una manera más positiva en los momentos más difíciles. De hecho, si nos damos cuenta, en los momentos más complicados, incluso más traumáticos, vividos por las sociedades aparece enseguida el chiste, el humor como elemento necesario para conjurar los malos momentos, las desgracias. Y no estoy hablando solamente del humor negro, estoy hablando del humor que de pronto revitaliza. Creo mucho en la fuerza del humor siempre que venga de un lugar honesto. Creo también en la fuerza negativa del humor cuando se pretende utilizar para humillar, para hacer daño o para ridiculizar. El humor en sí mismo no es nada bueno ni malo, dependiendo de cómo lo utilicemos podrá tener una función u otra. Muchas veces hablamos del humor como elemento de salvación, pero puede ser también un elemento muy perverso.

Luego retomamos ese aspecto, pero volviendo a la figura del payaso, ¿nace o se hace?

Creo que todos somos payasos de nacimiento, no hace falta más que… Mira, ven, te voy a presentar a mi payasa favorita [irrumpe justo en ese momento su nieta Lola]. Parece como que ha sido invocada. [Risas] Nacemos así, con esta capacidad para hacer reír, para despertar sonrisas en los demás, ternura, cariño… Entonces eso se nos va olvidando. Si lo practicas, lo puedes mantener, pero yo creo que todos nacemos dotados para ser payasos. Y luego se trata de elegir el camino y seguir practicándolo. Siempre tenemos un payaso dentro de nosotros, por eso yo creo que los queremos tanto a los payasos.

«El humor en sí mismo no es nada bueno ni malo, dependiendo de cómo lo utilicemos podrá tener una función u otra»

A pesar de que llevamos un payaso dentro y de que el error es lo más humano que hay, nos cuesta mucho reírnos de nosotros mismos. Saber hacerlo, y asumir que somos imperfectos y que nos equivocamos, ¿es necesario? ¿Qué nos aporta?

Nos aporta no sentirnos tan importantes. Vivimos en una sociedad en la que el éxito está sobrevalorado. El éxito externo, ese de cáscara: el dinero, tener una gran casa, ser una persona muy importante… cuando las cosas que realmente valen no son esas. Ser capaces de reírnos de nosotros mismos también nos quita el dogmatismo. Y aceptar nuestros límites es lo más sano que nos puede ocurrir. Aceptar los reveses con cierto sentido del humor. Cuando llegan las enfermedades, los problemas de pareja, con los hijos, con tu comunidad de vecinos… Tenemos múltiples oportunidades a lo largo de cada día para enfrentarnos a los límites, a los problemas. Hacerlo desde una perspectiva distinta a la mera frustración y activar nuestra capacidad para reconstruirnos, para aceptarnos y para decir: «Bien, tengo lo que tengo, soy lo que soy. Hasta aquí llego y no voy a intentar mostrarme como un superhéroe, sino como ser humano. Acéptame o no me aceptes, pero yo parto de la aceptación de mis límites, de que mido lo que mido, de que peso lo que peso, de que soy calvo». Vivimos en una sociedad en la que la competitividad está a la orden del día. Es machacón: sé competitivo, lucha por ocupar un lugar mejor… En lugar de estimular nuestra posibilidad de cooperar, de compartir. Ese es un paradigma difícil de contrarrestar, pero con el humor –empezando por reírte de ti mismo– podemos ir cambiándolo. No hay nada fijo en los paradigmas mentales, todo se puede cambiar. Probablemente seamos más felices si somos capaces de cambiar ese paradigma de la competitividad y del éxito.

¿Qué es para ti el éxito?

El éxito no está en tener más o en parecer más eficaz y competitivo, sino en la capacidad para adaptarse, para ser felices, para conocer a los otros, para entregarte con generosidad. Se puede aplicar a todos los sectores de la existencia: el laboral, afectivo, familiar, amoroso. Es ser generoso, en definitiva, con uno mismo. Y para ser generoso es bueno aceptarse. Esto es lo que tengo y no tengo miedo a que me veas. No quiero ocultarme detrás de una falsa máscara de éxito y de superioridad. Para mí el éxito sería conformar tu vida de una manera calmada, en la que uno siente que hace lo que le gusta sin dañar demasiado a nadie. Siempre en la convivencia, igual que cuando caminas por la calle, a veces chocamos con alguien. Siempre que eso sea involuntario, no tiene problema. Lo malo es ir empujando. Para mí el éxito consistiría en vivir conforme a lo que piensas, sin causar daño a nadie, sin empujar a nadie, sin tener necesidad de dañar a otra persona. Ir encontrando tu lugar, desde la calma, desde la paz.

«El humor que me interesa es el que me permite sobrevivir y el que permite sobrevivir a los que están en situaciones complicadas»

¿Cuáles son esos «monstruos» que alguna vez has comentado que el humor ayuda a combatir?

Hay muchos. Primero, el que habita dentro de nosotros. Ese que hemos ido alimentando a base de ingerir tantísima información que nos invita a la competitividad y a la confrontación. Ese es el primer monstruo que deberíamos combatir, porque habita dentro de nosotros y nos invita a la pelea. Y luego, esos otros monstruos que nos llegan a través de la política, de la información contaminada, de las mentiras. El humor nos puede ayudar a situarnos frente a ese tipo de cosas con rigor y sin querer entrar en una confrontación cuerpo a cuerpo, de una forma más elegante y sosegada. A mí el humor que me interesa es ese, el que me permite sobrevivir y el que permite sobrevivir a los que están en situaciones complicadas. Sin necesidad de recurrir a la violencia, sino primero cambiándote a ti mismo y desde ahí contribuyes a cambiar cómo son las relaciones con los demás. Me gusta darme cuenta de que, por ejemplo, a mí determinados discursos de la ultraderecha me enojan demasiado. Debo aprender a no enojarme tanto y a ser más capaz de burlarme de eso. La palabra burla es bonita en el sentido de que te permite hacer fintas. A través de la burla tú no recibes quizá el golpe inmediato de un argumento que no te gusta, sino que eres capaz de esquivarlo y recolocarte, evitar el odio. Intento practicar este humor todos los días porque me enfado mucho cuando oigo y veo cosas que ocurren, pero intento aprender a ser capaz de ofrecer una alternativa que no sea la de la confrontación, la del golpe, la del «y tú más», la de la violencia.

Has hablado del humor que te interesa, ese que ayuda a sobrellevar los reveses de la vida o esos «monstruos». Pero, como decías antes, a veces el humor es el causante de los problemas o aviva un conflicto. ¿Dónde está el límite?

El límite está cuando el humor se ejerce de forma vertical, de arriba abajo, cuando el poderoso se ríe de alguien que no se puede defender. Cuando hablo de poderoso también hablo del niño o la niña más fuerte del colegio, que se aprovecha de otros que saben que no se pueden defender. Ese humor desde el poder es humillante, como el que se ejerce contra las mujeres en los chistes machistas. Luego, el humor que se ejerce en legítima defensa contra aquel que te agrede ya tiene unos límites más difusos. Desde el punto de vista legal y de las instituciones, creo que no se deben poner límites a la expresión. Luego confío mucho en que la sociedad tiene capacidad para ejercer su veto. Es decir, creo que todos sabemos ahora mismo en España, y en general en el mundo occidental, qué tipo de chistes o de humor ya no tiene gracia. Y eso no ha venido prescrito por una ley, ha venido inducido por un cambio en la sociedad, en la sensibilidad, que nos hace ver que aquellas cosas que antes nos hacían gracia ya no la tienen. Hay que trabajar cada día desde el sitio en el que estamos para que esos paradigmas vayan cambiando hacia una sociedad más justa. Siempre que el humor ayude a eso, el humor no debe tener límites. Cuando el humor es represivo, sí, ahí hay que ponerlos claramente y sin ningún tipo de rubor. Poder decir: «Ese chiste no tiene gracia», aunque te digan «me estás coartando la libertad de expresión». «Bueno, es que tú estás aprovechándote de una situación de privilegio para reírte de alguien que no se puede defender». Es todo un debate, pero para mí en este momento está claro… Tengo mis dogmas también, como ves.

«Ser payaso es una manera de ser poeta»

Por las páginas de tu libro Bestiario del circo van pasando todos los personajes del circo, y al final concluyes: «Hay que levantar un circo nuevo cada día». ¿El circo como reflejo de la vida o como una forma de vida?  

Fíjate si el circo es algo tan distinto a lo que habitualmente vivimos que hasta se utiliza como insulto, y decimos «no convirtamos esto en un circo», cuando a mí el circo me parece uno de los espacios de libertad y de acogida más bellos que han existido. El circo ha sido siempre un lugar de convivencia entre personas de distintas razas y procedencias, que convivían y viajaban con animales. Un lugar trashumante, sin fronteras. Hay una serie de elementos metafóricos muy hermosos en el concepto del circo que hay que reivindicar. En ese libro, a través de la metáfora y de un intento poético de contar las cosas, traté de explicar por qué a mí el circo me gustaba tanto desde pequeño. Es un canto también al valor de lo que Nuccio Ordine llamaba La utilidad de lo inútil, el valor poético de todas aquellas cosas que no son directamente productivas, pero que alimentan el alma del humano. El circo es una metáfora de todas estas cosas. A lo mejor por eso en la sociedad mercantil y competitiva ha perdido ese lugar de referencia y se ha convertido casi en un lugar para marginados. Quizá por eso me sigue interesando muchísimo.

Además, has publicado cuatro poemarios. [Y amarte sin saber, 2007, Premio internacional de poesía Margarita Hierro; Las letras de tu nombre, 2008; La luz en la memoria, 2009, y Silenciario, 2010]. ¿La poesía y el humor son dos esferas que convergen?

Quizá converjan en su capacidad para mirar la vida. Son perspectivas distintas a las que tenemos habitualmente. También en la idea del juego, en la posibilidad que nos dan de jugar. El humor nos estimula a mirar la realidad –o a nosotros mismos– de modo que podamos reírnos de ella. Y la poesía, a través de la palabra, posibilita también esa intervención en lo real. Son elementos transformadores de la realidad. Tanto el humor como la poesía no son elementos decorativos, sino que son activos a la hora de construir una sociedad y una mirada distinta sobre sobre ella. No son juegos florales, sino herramientas muy útiles para la transformación de la realidad. También ser payaso es una manera de ser poeta, de intervenir en la realidad desde un punto de vista poético, ofreciendo una imagen del ser humano que no es la cotidiana. En general, el arte, si tiene tanto valor es porque socialmente es un motor de cambio. La posibilidad de mirar, de cambiar la vida.

ARTÍCULOS RELACIONADOS

Por qué reír es vida

Mariana Toro Nader

Una buena carcajada puede darnos, literalmente, cuatro años más de vida.

COMENTARIOS

SUSCRÍBETE A NUESTRA NEWSLETTER

Suscríbete a nuestro boletín semanal y recibe en tu email nuestras novedades, noticias y entrevistas

SUSCRIBIRME