Cultura

Ocho obras mitológicas que puedes ver en El Prado

Recorremos de manera virtual la pinacoteca española para conocer de cerca ocho pinturas que nos muestran grandes escenas de la mitología grecorromana.

¿QUIERES COLABORAR CON ETHIC?

Si quieres apoyar el periodismo de calidad y comprometido puedes hacerte socio de Ethic y recibir en tu casa los 4 números en papel que editamos al año a partir de una cuota mínima de 30 euros, (IVA y gastos de envío a ESPAÑA incluidos).

COLABORA
01
agosto
2024

La mitología grecorromana es uno de los temas preferidos por los pintores de todas las épocas. Las posibilidades del mundo virtual hacen que podamos recorrer el Museo del Prado sin salir de casa a través de las visitas virtuales temáticas, como esta, centrada en mostrarnos ocho cuadros de temática mitológica que podemos encontrar en la pinacoteca madrileña.

1. ‘El Parnaso’, Nicolas Poussin, 1630-1631

Nuestra primera parada es el Parnaso, un monte griego en el que vivían las nueve Musas. El pincel de Nicolas Poussin, pintor clasicista del siglo XVII, traza una reunión de estas nueve Musas con nueve poetas y nueve personajes mitológicos, entre los que se encuentra Apolo. Cerca del monte está la fuente Castalia, cuyas aguas inspiraban a quien bebía de ellas, y que también aparece representada con forma antropomórfica en el cuadro. Las Musas llevan cada una su atributo: Melpómene y Talía, musas de la tragedia y la comedia, portan máscaras teatrales, Euterpe, musa de la música, tiene en la mano una flauta de Pan, mientras que Urania, musa de la astronomía, lleva una estrella sobre la cabeza.

‘El Parnaso’ (Nicolas Poussin)

‘El Parnaso’ (Nicolas Poussin)

2. ‘Dánae recibiendo la lluvia de oro’, Tiziano, 1560-1565

Este óleo del italiano Tiziano muestra una de las más conocidas historias de metamorfosis de la mitología, narrada por Ovidio. Zeus o Júpiter, lleno de deseo por la princesa Dánae, se transforma en gotas de oro para poder colarse en la torre en la que está encerrada la joven y así poseerla. Tiziano nos ofrece el contraste entre la belleza exuberante de Dánae (se dice que, en las primeras versiones del cuadro, la modelo era su amante) y la decrepitud de la criada encargada de que ningún varón entre en la prisión de la princesa. La famosa lluvia de oro, que Tiziano pinta con forma de moneda, puede ser entendida como un soborno a la criada para que esta pasara por alto la presencia del amante. Esta pintura forma parte del conjunto pictórico conocido como Poesías en que el italiano exploró diversas escenas mitológicas.

‘Dánae recibiendo la lluvia de oro’ (Tiziano)

‘Dánae recibiendo la lluvia de oro’ (Tiziano)

3. ‘Venus y Adonis’, Paolo Veronés, c. 1580

En nuestra tercera parada nos detenemos ante la historia de la diosa Venus y su enamorado Adonis, que morirá durante la caza de un fiero jabalí. La pintura representa los momentos previos a que Adonis vea al jabalí y decida ir tras él: uno de los perros que va con ellos ya ha olido la presa, pero Cupido, compasivo, trata de retenerlo para que los amantes puedan descansar un momento más antes de la tragedia. La postura de él, tumbado sobre ella y dormido como en un preludio a la muerte, recuerda a composiciones de tema mortal como la Pietá.

‘Venus y Adonis’ (Pablo Veronés)

‘Venus y Adonis’ (Pablo Veronés)

4. ‘Los borrachos’ o ‘El triunfo de Baco’, Diego Velázquez, 1628-1629

De la tragedia pasamos a la fiesta. Diego Velázquez representa a Baco, dios del vino y la borrachera, rodeado de sus acólitos en un banquete jocoso y consolador. El dios, conocido como Dioniso en Grecia, aparece en el centro de la composición, rodeado de bebedores que parecen recién sacados de una taberna de la época por el realismo con que los pinta el sevillano. Dos de los borrachos miran directamente hacia nosotros, los espectadores, como invitándonos a unirnos a su fiesta.

‘Los borrachos’ o ‘El triunfo de Baco’ (Diego Velázquez)

‘Los borrachos’ o ‘El triunfo de Baco’ (Diego Velázquez)

5. ‘La fragua de Vulcano’, Diego Velázquez, 1630

El adulterio está ante la orden del día entre los dioses. Venus, esposa de Vulcano, dios de los herreros, solía engañarle con Marte aprovechando que él estaba trabajando. En este lienzo, el dios Apolo llega a la fragua donde trabaja Vulcano para descubrirle el pastel. El aura dorada de Apolo, dios del sol, la poesía y la música, contrasta con la rudeza de Vulcano, cuyo rostro denota sorpresa y una intuición de enfado por las noticias que va a recibir.

‘La fragua de Vulcano’ (Diego Velázquez)

‘La fragua de Vulcano’ (Diego Velázquez)

6. ‘La fábula de Aracne’ o ‘Las hilanderas’, Diego Velázquez, 1655-1660

Muchos de los mitos grecorromanos consisten en un mortal cometiendo hybris, esto es, exceso, algo así como un pecado, al desafiar a los dioses. La joven hilandera Aracne se atrevió a decir que ella, una simple mortal, era capaz de hilar mejor que Atenea, diosa de la inteligencia y los trabajos manuales. La diosa le propuso una competición y, cuando Aracne decidió «concursar» haciendo un tapiz en el que se mostraban los errores y amores ilícitos de los dioses, Atenea se enfureció y decidió convertirla en araña. Como curiosidad, el tapiz que se observa al fondo de la composición es copia de la representación del rapto de Europa que había hecho Tiziano.

‘La fábula de Aracne’ o ‘Las hilanderas’ (Diego Velázquez)

‘La fábula de Aracne’ o ‘Las hilanderas’ (Diego Velázquez)

7. ‘Las tres Gracias’, Pedro Pablo Rubens, 1630-1635

Las tres Gracias, hijas de Zeus y Eurínome, son representación de la belleza y la sexualidad. Rubens las presenta con formas sensuales y curvy, que sorprenden frente a los cánones estéticos actuales: las Gracias son pálidas, tienen grasa corporal y hasta lo que puede parecer celulitis. Rubens no solo representaba el canon de belleza de la época, sino sus propias preferencias: la Gracia de la izquierda está pintada a imagen y semejanza de la esposa del pintor, Helena Fourment, con la que se acababa de casar.

‘Las tres Gracias’ (Pedro Pablo Rubens)

‘Las tres Gracias’ (Pedro Pablo Rubens)

8. ‘Diana y Calisto’, Pedro Pablo Rubens, c. 1635

La última parada de nuestro recorrido nos muestra la historia de la ninfa Calisto, que formaba parte del séquito de vírgenes de Diana. Júpiter, haciendo una de las suyas, se disfrazó de la propia Diana y forzó a la ninfa, que quedó embarazada. Diana castigó a la joven convirtiéndola en osa, pero Júpiter tuvo compasión y la hizo constelación. Hoy la conocemos como «Osa Mayor». Rubens nos muestra la escena del descubrimiento del embarazo de Calisto: Diana, en la parte izquierda de la composición, parece intentar alcanzar a su amiga con las manos, compasiva, mientras que Calisto, situada a la derecha, tiene en el rostro la ansiedad de haber sido descubierta.

‘Diana y Calisto’ (Pedro Pablo Rubens)

‘Diana y Calisto’ (Pedro Pablo Rubens)

ARTÍCULOS RELACIONADOS

COMENTARIOS

SUSCRÍBETE A NUESTRA NEWSLETTER

Suscríbete a nuestro boletín semanal y recibe en tu email nuestras novedades, noticias y entrevistas

SUSCRIBIRME